Querido Nadie

"Entre el dolor y el placer median tres criaturas,
de las cuales la una mira a un muro,
la segunda usa de ánimo triste
y la tercera avanza de puntillas".César Vallejo.
Querido Nadie:
Entré de puntillas hecha ruido, mirando a un muro, usando el ánimo triste, y entre el dolor y el placer no estás a su merced, y entre el vicio y la virtud, no eres su luz. Bruma. Bruma de besos, y brujas buenas preparando cenas a magos que no existen, que no son, y al son de lo vital, aparece cabal, la bruma que encierra su vía central, la escapatoria por el eje longitudinal,que divide en dos tu cuerpo,lo que se queda y lo que se va.
"En la historias no hay espacios para el silencio y el vacío. El recuerdo de los protagonistas del mundo ha sido perpetuado en el papel, allí están el estilo, la feria, la herida, la cumbre y el abismo de vidas que se repiten en la lectura". Es absurdo escribir a nadie que no vendrá. A pesar de todo, escribir hace bien.
Últimamente rumio la idea de desaparecer, luego me doy cuenta que ya lo estoy, desaparecida, tocada y hundida, entonces, siento un grácil optimismo en tres tiempos, un compás de negras y silencios descorchando vidas como en un festín y fugándose con ellas.
Vida uno, era el perfecto ejemplo de ser acomodado en su propia ignorancia maquinando el siguiente paso para llegar a la propia muralla, límite de lo que es la ignorancia y no. Tenía su propia coartada, y en su inverosimilitud, se movía ciertamente, como si fuese un ignorante.
Vida dos, era el perfecto ayer, tiempo pasado ubicado en la adverbialidad del cuándo y el cómo, la forma y el fondo de lo común e invariable,basado en una mera formalidad sujeta a una realidad inevitable del ahora, del ya.
Alguien indeterminado y ambiguo determinando lo demostrativo, como una cuenta atrás enumerada y marcada por el inminente, y acaso suceso honorable, participativo de todo cuanto enturbia lo tranquilo.
Ayer no es hoy, ayer pasó fugaz como un cometa procesando su propia estela y deseo incumplido.
Vida tres, al más puro estilo de Víctor Hugo, infinitos corpúsculos de sueños. Los miserables sueños, otra vez, dulces, te intuyen tan feliz, tan tú, tan Ricardo Corazón de León, rugiendo en medio del caos, ordenando huracanes, y dominando con destreza las nubes y a la lluvia, perpetrando tormentas con premeditación y alevosía en la nocturnidad, sobreviniendo gerundios, que llegan, te parten el alma, y se van.