¿Quién querría ser feliz para siempre?

Era una noche como cualquiera,
o tal vez era única, no sé.
Ni me importa.
Sólo sé que dormía.
Dormía en paz,
con esa calma que sólo se tiene
cuando caemos rendidos del sueño,
como muertos.
Dormía, dormía feliz y relajado.
Por eso a veces se me oye decir
que estar muertos es estar tranquilos.
Y cuando lo digo
los demás me miran con ojos de susto
y cara de tontos.
De repente, algo o alguien golpeó la puerta,
con fuerza.
Como quien tiene mucha prisa,
Como pude abrí un ojo
y rugí con rabia ante tal impertinencia:
¿Quién es?,
¿Qué quiere?
Soy yo, la felicidad,
dijo algo o alguien desde afuera.
Vengo a hacerte feliz por siempre.
Vuelve después, dije.
Déjame dormir tranquilo.
Recuerdo que desperté malhumorado
y me senté al borde de la cama
y no pude recordar si fue un sueño
o de verdad la felicidad tocó la puerta.
Recuerdo pensar que tal vez volvería en la noche.
Pero no regresó esa noche,
ni la siguiente.
ni la siguiente,
Tal vez sólo toca la puerta una vez, no sé.
tal vez sólo fue un sueño.
O un idiota jugándome una broma.
No me importa.
Además,
¿quién querría ser feliz para siempre?

 

Una hermosa manera y muy original de ver la felicidad y de tratar de quitarle importancia a ser feliz. Verdaderamente tu cierre es un eco que nos dejas para esperar su respuesta. Probablemente mucha gente gritaría ¡Yo quiero...!¡Yo quiero...! Un bello poema escrito con mucha elegancia y mucho sentimiento, lo que parece que no importa, realmente se vuelve en lo más importante. Estrellas y felicitaciones amigo poeta, y un fuerte abrazo.