Quien teme morir, que se espere hasta morir.

Como cuando canta la cigarra en suspiros prolongados,
como se asustan las rocas al ser golpeadas por las olas.
Así se descascara el corazón como una fruta indefensa
que como semilla sólo tiene expectación.​

Tenía esa vez una pluma y que a voluntad quiso escribir pavor.
Pues jadea exhausta la cobardía de tanto correr contra el porvenir.
Pero con lágrimas no se detiene el tiempo.​

Y el consuelo es vivir para esperar lo inesperado
que como ladrón en la noche habrá de robar todo lo que fui.​

La paranoia del cuando,
la incógnita del después.​

Prolongando o acortando minutos de vida
es decisión del portador de la misma.
Mas se existe con la premisa de finalizar como un espacio vacío,
pero como dice mi padre:
“ Hay que esperar para que se maduren los mangos.”​

 

Toda la razón, este verso que cité es el que más me llamó la atención. Muy buen poema, un placer pasar.