Raphsodia No. 11 (86)

Amor cristalizado
de ilusiones vagabundas;
sueños perdidos
en la nada...
cariño abandonado
en la mar del olvido,
donde la nostalgia
hace eco en el alma,
donde sus olas hacen
de los recuerdos
aves errantes
sin nidos, ni destino posible.

Amor desgarrado...
lleno de total amargura;
corazón sin felicidad,
encadenado a la tristeza
de mis lágrimas reprimidas,
inundadas de ansiedad
infinita por salir
despavoridas de mis
ojos en llanto abrumador,
llanto bañado de sentimientos
en llagas;
inútil deseo pasajero.

Amor nefasto,
abrumado por las
sombras de la Soledad,
mancillado por la angustia
de no tenerte a mi lado;
un amor frágil
por la melancolía de tus
recuerdos...
estrujado por la duda
de tu cariño,
atormentado por la cercana
lejanía de tu dulce presencia.

Amor de hombre
para un hermoso
sueño plagado de
ilusiones posadas en
tu nombre,
albergadas en la
pureza de tu alma,
idealizadas en la
mar de tus encantos,
prisioneras de la
perpetua luz de tus ojos;
ilusiones con alas,
las cuales descansan
con ansia infinita
en el edén de
tus labios.

Tú, mi divina hada,
mi idolatrada musa,
la de mis noches
salpicadas de rocío,
la de mis días
fatigados de amor;
tú, que asemejas la
belleza del cisne, que
en aguas de dulzura
hace su hogar
y al levantar el vuelo
una estela de dolorosa
amargura deja a
su paso por el cielo
azul matizado de
infinita melancolía.

Tú, divino encanto
de la vida,
regalo de Dios a
los mortales;
estrellas luminosas
brillan en la profundidad
de tus ojos
iluminando con la
ternura de tus pupilas
mi corazón errante de
amor.

Tú. celestial tesoro
de pasiones nocturnas
y de ansiada locura,
quien pudiera tenerte
en su regazo,
vivir todos los días
con tu hermosa presencia,
compartir contigo
la alegría y el llanto,
la Soledad y la vida
llena de maravillosos momentos;
quien tuviera tanta
suerte de marte y
ser amado por ti.

Tú, mi amada
ilusión acariciada
por la quietud de
mi pasión,
daria yo la vida por
un sólo día de
tu amor;
por que tu me entregaras
tu corazón un
sólo diá, daria
yo la vida entera,
y por un beso de
tus dulces labios
mi alma entregaria
al seol...

¿Quién tuviera
tanta suerte
de amarte y
ser amado por ti?...