Razones de un corazón utópico

Por más preguntas
nacidas de la profunda duda,
entre piedras duras,
abismos oscuros,
y siniestros pasadizos
no hay respuesta,
se esconde el argumento,
se oculta la razón.

Y ver su esencia tan corrupta,
desorientada y prófuga
de la verdad que persigue
al que intimida la vida
colmándola de dichas
y suele ver encima de su hombro
al que es su igual,
su otro, su complemento.

Y deja atrás esa interrogante
para meterse en otro mundo:
su cabeza y continentes
para olvidar que su interior
destila tan maloliente hedor,
ha de ser una planta floreada
que nunca vio el Sol.

Dejándose para sí ganancias
y desechando concordias,
mírale ahora su rostro cambiante,
su perfume fúnebre danzante,
entre viento y mareas
que manejan su crudo espíritu.

¡Humano de miles de luchas,
de guerras, palabras, versos,
de notas que forman música,
humano de dichas, de penas
de limitantes y oscuras pinturas!
la vida que era sueño
que se había sembrado en tierra dura,
y se tritura la dulzura, la tenue semilla
que crece junto a la que fue tuya.

Despiadado, mira el cielo ennegrecido
cubiertos de sombras, de tinieblas,
cielo reflejo de esta Tierra
que quiere seguir enseñando
a tus placentera existencia
mientras otro a tu lado
se dobla y lento se quiebra.

Ya no hay luz ni en las estrellas,
ni agua en los ríos y mares,
no tienes contigo nada
y nada contigo traes;
corroes la vida ajena
y oro sacas de esas entrañas.

Omites leyes y convenios
que son en la mente oscura
conjunto de vaciedades,
letras de un impedimento
para explotar las verdades
que nacen del egoísmo,
que provocan necesidades.

Lamento una y otra hora
la inspiración necia y absurda
que escribe al son de lágrimas
con roto papel y seca pluma,
la vida que lleva dentro
un corazón desolado
es alma que tristemente
se corrompe por engaño,
que deja atrás el “nosotros”
para encomendarse a lo suyo…

Humano de mil batallas,
de mentes tan cambiantes,
sentidos que van y vienen
para mutilar extremidades
de la minoría pensante,
aquella que abraza y grita
que el mundo muere de hambre,
que quiere tener un cambio
igual que mi corazón anhelante…