Recuerdos de una nostalgia oprimida

Volvieron esas noches de antes, en las que te poseí pero no entre mis brazos, sino entre vacíos sueños de los que no ansiaba despertar.
Volvieron los recuerdos que jamás quise que regresaran, por la sencilla razón de que tendría que plasmarlos en líneas y conjuntos de palabras que no pasarían mas allá de esto, es decir, solo líneas y confusas letras.

La verdad es que te puedo tener cuando lo desee, o por lo menos eso es lo que creo. Extraño esos momentos en que con tus labios rozabas mi rostro y me acariciabas con ese aliento que de ti brotaba por la pasión liberada.

Que cobarde de mi parte que solo por métodos poéticos y quizás un poco abstractos tenga que decir las cosas. Peor aún, las divulgo a todos, menos a ti.
Son hermosas palabras que van apareciendo una tras otra, pero que se van destruyendo de forma elegante para terminar en un equívoco manojo de letras, que irán amontonadas una encima de otra para luego ser desechadas por otro escrito que lo más probable a futuro vendrá.

Todo esto es una tortura auto-impuesta, pues aunque diga que se irá pronto, la necesitaré nuevamente solo para provocar ese placer que lentamente se transformará en sufrimiento por no tenerte aquí.

Ahora solo me queda poder desnudarte, pero solo a través de los recuerdos que tengo de tu cuerpo en mi mente. Supongo que ellos nunca se irán aunque sean remplazados por otros más fuertes.

Solo me queda esperar el día en el que me pertenecerás y yo te perteneceré para envejecer juntos y decirnos lo mucho que nos amamos. Lástima que queda esperar ese día.
Ese día está lejano, muy lejano, pues yo se que te quiero pero, ¿Sabrás tu eso? Lo dudo, porque estas palabras nuevamente quedaran en un silencio obligado y así no podrás oírlas por más que traten de gritarte.

Me despido para dar paso a la realidad que es donde vivo. Adiós bellos recuerdos y nos veremos en otra ocasión o cuando la nostalgia lo amerite.