Reflexión 64

Siempre al malo, lo bueno, le hará mal,

siempre al bueno, lo malo, le afectará,

una mala acción,
no se debe de corregir con maldad,
sino el bien dejará de existir,

una buena acción,
no se debe de agradecer,
lo que se hace por convivencia,
dignifica, cuando no se negocia,

una mala acción,
tiene que ser comprendida,

todos obramos con saña
cuando la impotencia,
el miedo,
o la tristeza,
nos sobrepasan,

entre mares de inconformidad,
la tristeza, es,
un llamado del herido,
hacia un cielo que lo ha de contener,

porque toda paz, es dejadez,

el odio es una herramienta duradera

cuando se odia con fundamento,

la nobleza de los valores
no sería noble
sin cordura,

sencillez, la del caído,
que a pesar de poder olvidar,
elige, sabiamente, la reflexión,
aún sin poderla compartir,

agudo es el dolor,
de un silencio incómodo,
abrupto es el ardor,
cuando no se calma esa necesidad,

hablar no significa no escuchar,

no escuchar, significa no aceptar,

cuando la vida no se acepte,
dejaremos de buscar,

porque nada que no se vive,
es digno
de anhelar encontrar.

 

El poema explora la tensión entre el bien y el mal, la comprensión y el juicio, el dolor y la esperanza. Invita a reconocer que las acciones humanas nacen muchas veces del sufrimiento y la impotencia, y que responder con bien al mal es lo único que preserva la dignidad y la posibilidad de una convivencia genuina. Nos recuerda que la verdadera sabiduría no está en el olvido ni en el castigo, sino en la reflexión serena y en la aceptación compasiva de la vida, incluso en medio del dolor. Así, solo lo vivido con conciencia es realmente digno de ser buscado.

Saludos cordiales