Reflexión 92

No deberíamos de existir,
así como todo astro se apaga,
los días son ilusorias maneras
que tiene el cielo de advertirnos
de toda esta oscuridad que es espacio,

¿qué importa vivir?
si todos nos vamos a morir,

hacer lo que uno puede,
creer que uno puede decidir,
creer que uno no está ya predestinado,

hacer lo que uno quiere es positivo,
así debería de ser,
hacer el bien, y desear el bien,
luchar por un mundo decente,

no hay mal que perdure,
ni el bien tiene un poco de suerte,
las circunstancias nos hacen hacer
lo que uno no debe,

y aún entre esa adversidad,
la disparidad de toda dualidad
nos hace creer que tenemos una solución
que en verdad nunca existió,
ni existirá,
todo es ilusión deforme,

cuantas verdades hundidas,
cuanta incertidumbre que daña,
la peor herida es la que no cierra,
la que no se puede curar,

en mi muñeca, la eternidad,
en tus adentros, todo vacío,
¿cuándo vamos a entender
que el dolor no se busca?
el dolor es toda existencia,

¿cuándo vamos a aceptar
que se nos niega toda eternidad?

porque somos insignificantes,
y nuestra insignificancia nos hace creer
que poseemos riqueza abstracta,

nuestro pensamiento, es en sí,
algo que no nos describe,

nos describimos egoístamente,
porque carecemos de valor,

somos mentiras efímeras y envenenadas.

 

Quizá, al final, no somos más que fragmentos de una historia inconclusa, escritos por una fuerza indiferente que no nos explica su propósito. Hemos confundido conciencia con grandeza, y dolor con castigo, sin ver que simplemente somos: sin garantías, sin eternidad, sin respuestas. Habitamos una ilusión que se disfraza de sentido, construimos ideales sabiendo que se desmoronarán. Pero tal vez, en el acto de pensar, de cuestionar, de mirar el vacío a los ojos, haya una chispa de dignidad. No porque seamos eternos, sino porque a pesar de no serlo, elegimos seguir hablando.

Saludos cordiales