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Reflexiones frente antes de limpiar un inodoro

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Cris Cam, 29 de Marzo de 2019. Respuestas: 2 | Visitas: 337

  1. Cris Cam

    Cris Cam Poeta adicto al portal

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    Reflexiones frente antes de limpiar un inodoro

    Debe ser por eso, algo debe significar, por alguna causa nunca los he visto transparentes. Quizá exista alguno diseñado por Andy Warhol o Salvador Dalí, pero no aquí. Aquí son todos clásicamente blancos, ninguno tiene color a marca de tomates, ni reloj con gusto a elefante. Lo que si una variedad inmensa de modelos digna de algún museo. Claro cuando haya museos de gente pobre. Y a Bordieu sólo le dieron los huesos para estudiar la fotografía o las ollas enlozadas.

    Este es un trabajo de hombres. Cuando se trata de uno, y siempre que la retícula del azulejo no rebase la línea de los ojos, alguien, vaya a saber quien haya sido el pelotudo ese, dijo que es trabajo de mujeres, como el hacer hasta 4 camas, cocinar hasta tres pollos y llorar dos teleteatros. Luego de lo cual, están los valet, los chefs y los dramaturgos. Pero no cuando tenés una línea en punto de fuga como lápidas de un cementerio militar. Trabajo de hombres. Como si los oficios tuvieran sexo, el arte fuera para los ángeles y el trabajo únicamente para todo aquel que diga: Sí, renuncio. Que si han perfeccionado el sarcasmo es aquí. Renunciás al demonio y todas sus obras? Sí, renuncio. Jurás defenderla hasta dar la vida? Sí, juro. ¿Aceptas a Juancito como tu legítimo esposo; amarlo y respetarlo, hasta que la división de bienes los separe?.

    ¿Que otra cosa sino? Generaciones de muñecas han pasado por aquí. Ácido muriático, guantes de látex, Ayudín, Puloil, Coca-Cola, Mc Donald, Geniol y Gillette. Occidental y cristiano. Welcome home.

    Aquí es distinto. Supongo que para minimizar el esfuerzo, para lo que debieran hacer cuatro lo haga uno y los otros tres que salgan a quemar cubiertas. Dos bañeras, tres duchas, 8 mingitorios y cuatro inodoros, todo por el módico espacio de un cinco por cuatro. En el pabellón femenino las cosas son un poco más complicadas, por eso de la famosa intimidad femenina, dicen, bah, otra cosa que no entiendo.

    Lo primero que me enseñó Julián, que no se llama Julián, sino Inocencio, pero para evitar cargadas, se hacía llamar como su poeta urbano preferido, Julián Centeya, que tampoco se llamaba así, pues era un judío del este, que sino se ponía un nombre nacional argentino no le daban permiso de hablar de tango, orillas, miseria, putas y todas esas cosas que les pasa a los pobres a la orilla de cualquier puerto; fue que nunca mezcle detergente con lavandina porque unos vapores de no sé qué mierda, te hacen mierda las fosas nasales, siendo que a mí lo que me hace mierda mi delicadísimo olfato, es el olor a mierda que dejan estos loquitos escapados de algún burdel de Centeya o un cuadro de Brueghel.

    Las caquitas tienen también una condición insoslayable, que no se que querrá decir, pero a los médicos de por acá les gusta decir en lugar de decir: no tengo la menor idea; su nivel de flotación, textura, color, que son un índice de condición social. Los pobres y las chicas delicadas coinciden en un nivel de flotación superficial, los unos por exceso de gluten, mucho arroz y polenta, y estas salvado, yogur, cerales y cuanta fibra de dieta presente Sprayete. Como cuando a mi prima Haydee, que pesa 52 kilos pero quiere llegan a los 48, le cambiaron las galletas de arroz por un trozo de Telgopor, y terminó diciendo que era mucho más sabroso. Sólo la gente que come como la gente logra un sorete consistente y pesado, con sobra de proteínas suficientes como para alimentar a un chico de Formosa durante dos días. Lástima que ninguno sea un Dalai Lama como para que le cocinen los excrementos, y sus sumisos súbditos, se lo coman como ostias durante las ceremonias.

    No por acá, no hay transustanciación alguna, sino más bien, gusto por lo sólido y lo líquido, mucho pan, nada de vino, flan casero, leche con mate cocido, fideos, Procelac, Ibuprofeno, Valium, Lotrial, Melatol y mucho, mucho Halopidol. Y nadie abre la boca, hasta que te la abren de prepo y las Renomé verdes, azules, amarillas y blancas comienzan a desfilar sin opción a esconderlas debajo de la lengua, hasta que se les pegan en el fondo del esófago. Es así que las cacas salen como el arco iris que se forma por el aceite sobre el agua y es difícil arrancarlas hasta con el estropajo de alambre.

    Este, sorete por ejemplo, porque hay que decirlo de una buena vez, aquí la desidia de estos imbéciles es absoluta, siempre debo venir yo a limpiar esta mierda seca y nauseabunda, taponada con los Crónica de días atrás y zumbada de verdes moscas relamidas, ¿y todo porque?. Porque a estos hijos de puta no se les antoja, verificar los tanques para que los pobres alucinados tiren la cadena y no les pase como a Rubén que se agarrota el brazo derecho tirándola y tirándola, esperando que su secreto se lo lleve el diablo, porque él sabe bien que cagar es anticiparse lentamente a la entrega final. Este tereso, decía, es de Juarge, que parece ser extranjero, que habla en la lengua de los varios tiempos, como cuando dice: el fuesen un solucionadamente para las enanoso, o cuando se endereza un poco: cuando yo estaba saliendo ya habían jugado a la Ana y Cata, aunque esta discutía mucho con aquella; y lo sé positivamente porque la hoja con la que se limpió es la 433 del Quijote, que cuando llegue a la 734 recuperará la cordura, pero dice que mucho no le va a durar.

    Si hay algo que pocos saben, un secreto que me pasó Julián, que sabía mucho de homeopatía, es que los inodoros tienen una gran sabiduría, y no es para menos, en que otro momento existe el minuto de reflexión. Antes se acostumbraba meditar debajo de una higuera, o mientras se desgranaban las espigas con los dedos pulgar e índice derecho. Hasta el esclavo tenía el derecho de poner los brazos en jarra para ver caer el sol. Esas eran esclavitudes de otros tiempos. Ahora es otra cosa, 10 horas de bozal, dos horas de saber a quien el desodorante lo abandona o quien no lo usa para no sufrir semejante decepción; hamburguesas frizadas, hacer el amor, si tenés esa excepcional dicha, que algunos llaman coger pero que no es lo mismo. Pero antes, enterarse, porque si no lo hacés, mañana cuando el jefe te pregunta, ¡guay, que no sepas!, que país esta siendo invadido por los yanquis, el precio del dólar, y por ende, cuanto le costó la Ferrari a quien salió en la tapa de Caras. Después, si los gemelos no se te acalambran en el trayecto, tener la paz de sentarse, aflojar el esfínter, sacarse el palo con rosca marca registrada que tuviste metido durante todo el día, y soñar despierto, mientras tus ojos miran como esas dos cucarachas juegan a la batalla naval en tu cerámica italiana, y esta es, justamente, la máxima prueba de valor: dejarlas y disfrutar de ese vaciamiento o tomar la pantufla y arrojársela, cosa que divierte a las cucarachas que saben que su única opción de muerte es que vos te tengas que levantar con los lienzos cruzados sobre las rodillas, porque desde donde estás nunca les vas a acertar.

    Sí, los inodoros saben bien de reflexiones. Saben todos los nombres que cada uno les pone al jefe, la suegra, el colectivero, la cana o el ministro de economía, quienes siempre llevan un único apellido de casada, el cual coincide no por casualidad con lo que estás haciendo. Saben de los sueños incumplidos, esos que pergeñaste subido a una rama de paraíso en el fondo de la casa de la abuela, mientras veías pasar la Géminis V. Saben mucho más, en cuanto son los únicos que se mojan de lágrimas de la impotencia masculina, cuando no tenés con que comprar pañales, una rosa a quien siempre te espera o el entierro para tus viejos.

    Por eso, ahora que el efecto germicida del hipoclorito de sodio ha cumplido su sacrosanta misión, me gusta quedarme dormido apoyando mi cabeza en la cintura del número cuatro, escuchando los llantos de aquel loco que gime un pasado de enfermero, como si eso fuera glorioso, condenado por haber violado a una cuadripléjica, cuando en realidad el sólo disfrutaba con sus ojos, su cabello rubirrojo y su boca de letrina. No, no fue él, pero a la pregunta de si la amaba respondió que sí. Entonces nadie preguntó más, ¿quien otro que un loco así pudo haberlo sido?, ¿quien otro que no sepa que no se debe tener sexo ni con la madre, la hermana, la hija, la prima Alejandra, las Nereidas de Lola Mora y las criaturas que Dios a elegido excelsamente como expiación de nuestros pecados, aunque ellas mismas lo pidan, lo ruegen, y dale, no seas boludo?. No, no fue él, fue algún otro, que a quien le importa, que es el mismo dolor, que nadie le devolverá esos hermosos ojos verdes, ahogados con una almohada, que es lo mismo que dejarse arrastrar por el vórtice del agua en este fondo blanco, blanco como su sonrisa, tieso como sus manos. Quedarse a limpiar toda la mierda de este mundo, hasta que el sol caiga y sueñe con palabras soeces dichas por una boca fucsia, con su cabeza apoyada sobre el inodoro número cuatro.
     
    #1
  2. Pessoa

    Pessoa Moderador Foros Surrealistas. Miembro del Equipo Moderadores

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    Pues, mi querido compañero y excelente prosista, Cris-Cram: aparte de lo prolijo de tu extenso texto, con abundantes citas a productos sanitarios, detergentes y farmaceuticos, tu texto es una buena proclama utilizable por los movimientos feministas pro-igualitarios, para la crítica sana y constructiva de muchas de sus subalternas actividades. He indicado que tu texto es tal vez demasiado extenso; pero he intentado, y lo reintetaré con más tiempo, leer tu Mailén, en tu blog. Y me decido a omitir ese calificativo de "extenso" para este que comentamos. Bueno, sólo apuntar que además de Warhol y Dalí, de los que no me consta su producción de aparatos receptores escatológicos, sí está el famoso urinario de Marcel Duchamp, que también requiere su limpieza. Un cordial saludo y mi felicitación por tu magnífico aporte a la literatura del foro.
    Saludos cordiales,
    miguel
     
    #2
    A Cris Cam le gusta esto.
  3. Cris Cam

    Cris Cam Poeta adicto al portal

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    Gracias, Pessoa, homenaje, supongo, al gran poeta portugues, de quien comparto genes (mis abuelos paternos).
    Sucede, compañero, que cuando escribo, mayormente no me pongo límites, por lo que es cierto que dichos artistas no diseñaron inodoros, salvo que incluyamos el Mae West de Dalí, un hermoso sofá con la forma de la boca de la diva.
    En cuanto a Mailén, es la historia de una india ranquel en los tiempos del exterminio. O bien lo que pudo haber sido pero los Remingtons no dejaron.
    Más que novela, y para eso agradezco la crítica de un amigo, es un palimpsesto. o bien una novela con poemas y cuentos incluídos. Quien tenga el coraje de leerla y, quizá descalificarla, ese es su derecho, tendrá mi beneplácito.
    Un abrazo.
     
    #3

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