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Reinos y héroes (en redacción)

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por silveriddragon, 30 de Junio de 2023. Respuestas: 4 | Visitas: 455

  1. silveriddragon

    silveriddragon Poeta fiel al portal

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    Los reinos emergen, crecen y desaparecen en un ciclo histórico. Solo las leyendas de los héroes prevalecen por que inspiran a todos.

    Del libro de los Primordiales


    I

    Yuna (o como se escribía en transliteración occidental Yoon-ah) había estado conectada a su laptop mientras su gato daba vueltas en busca de atención. Estaba aburrida por que nadie en esa ciudad parecía comprenderla. Se sentía sola.

    En Londres había mucha gente asiática trabajando para un banco de Shangai pero también para muchas otras consultorías de finanzas. Eran gente con un buen poder adquisitivo pero había un problema. Les costaba un poco adaptarse al modo occidental y eso podía ocasionarles un sentimiento de aislamiento.

    Yuna no venía propiamente de China, si no de Corea. Hablaba un inglés fluido y había intentado hacer amistades inglesas sin éxito. Al final terminó formando parte de un grupo de asiáticos con el mismo problema.

    Publicaba en sus redes sociales fotos de sus libros, citas literarias en inglés y fotos de ella por la ciudad. Pero no mostraba su rostro. Quizás el sentimiento de no pertenecer la hacia sentirse insegura de su apariencia aunque ella era atractiva a su manera.

    Le gustaba comprar joyería, ejercitarse y salir a comer a restaurantes caros.

    En una de esas salidas, en un restaurante céntrico estando en una mesa individual le llamó la atención una publicación en una red social. En la publicación un hombre misterioso tenía la palma de la mano abierta mostrando una pastilla amarilla acompañado de un mensaje en letras blancas - la gente que está lista para tomar las oportunidades es la que estará adelantada, hay una nueva era.

    La curiosidad creció al abrir el perfil y notar que el sujeto en cuestión tenía poco tiempo de estar en esa red social. Como estaba distraída no notó que un hombre bien vestido con traje elegante se le había acercado. Sus rasgos occidentales, piel morena y lentes no le restaron atractivo cuando ella lo miró. Llevaba una rosa roja en la mano que le extendió. Le habló en español.

    - Perdóneme señorita, no pude evitarlo. Es decir, no suelo hacer esto de verdad, no lo hago con nadie. Pero es que usted me ha gustado mucho. Por favor no piense mal solo me he sentido como un tonto al verla. Por favor acepte esta rosa a cambio de su número de teléfono.

    El discurso hubiese tenido un mejor efecto si Yuna hubiese sabido español. Como no era así, ella simplemente contestó en un torpe español que recordó de sus visitas a Madrid - No entiendo.

    El hombre no se rindió. Le sonrió ampliamente y con su mano firme le acercó la rosa hasta dejarla en la mesa de forma delicada y después sacó su teléfono celular. Comenzó a escribir su número y se lo mostró señalando a sí mismo con la palma abierta y después hacia ella como si se lo entregara.

    Yuna se sintió halagada. Ningún hombre occidental había tenido la iniciativa de acercársele con ninguna intención fuera de lo laboral. El hombre esperó a que ella copiara el número en su teléfono y después ella no le escribió el suyo. Lo que hizo fue escribirle su usuario dentro de una red social. El hombre la buscó y en ese momento se hicieron amigos dentro de la aplicación. La ventaja es que en dicha red social el servicio de traducción estaba disponible para todas las publicaciones. Eso facilitaba las cosas para ambos.

    Él le dijo su nombre - Francisco. Ella lo repitió como - Fudan-cesco o algo parecido. Ella le dijo su nombre -Yun-na repitió él.


    II

    En una oficina de tantas dentro de un edificio corporativo en una avenida comercial está el CEO de una empresa muy preocupado. Su hija no mejora a pesar de los tratamientos para su enfermedad. Una niña pequeña no debería de sufrir tanto. Tiene que hacer algo, ojalá pudiera existir una manera de minimizar el dolor que siente esa niña de siete años.

    Trata de calmarse. Su padre le había dejado el mando de esa empresa apenas unos seis meses atrás. Su ritual matutino consistía en darse diez minutos para preocuparse, listar sus pendientes y después iniciar su día. Recientemente le habían asignado a una asistente ejecutiva muy bonita que su padre recomendó.

    El CEO Gianni Positano tomó la foto de su hija Ella y la guardó en su cartera. Siempre quería tenerla cerca aunque fuera de esa manera.

    Cuando la asistente entró, Gianni la vio por primera vez. Ella usaba un vestido negro muy holgado. Le daba una apariencia extraña por que su figura era delgada y podía decirse que era de estatura superior al promedio. Sin embargo, y a pesar del vestido podía adivinarse que tenía un cuerpo agradable a la vista. - Si mostrara un poco más de piel tendría el mundo a sus pies. - pensó Gianni - pero debe ser una mojigata.

    Sus dudas se disiparon cuando ella comenzó a hablar de manera lenta y entrecortada

    - Bu-.. bue... buenos di.. di días..

    Gianni trató de disimular una cara de desilusión. Aunque para los italianos esto es muy difícil ya que suelen ser más francos y abiertos. Su padre le enseñó que para hacer negocios a veces hay que ser amable con las personas aunque no te agraden.

    - Buenos días señorita....

    - Te.. tengo su age... agenda lista pa.. para el día de hoy pre.. pre-- presidente Gianni..

    - ¡Excelente! Revisemos que juntas tenemos a continuación.

    Gianni se levantó de su escritorio y caminó saliendo de su oficina mientras su asistente lo alcanzaba casi corriendo detrás de él.

    - Juu--- jun... ta a las 8 en la sa... sala 4. Pro... proveedores de ace... aceros...

    - Muy bien. Vamos pues a la sala 4.

    En el ascensor Gianni miró de manera descarada y abierta a su asistente como evaluándola. No de manera lasciva si no tratando de adivinar si su tartamudeo era un impedimento físico o mental. Su padre tenía eso en contra. Tenía un corazón de pollo y contrataba gente con impedimentos o con problemas económicos. Eso le había servido en el pasado por que la gente lo quería pero ahora su padre no estaba y Gianni tenía que lidiar con esa gente.

    La asistente bajó la mirada como apenada y mirando fijamente la agenda que llevaba en brazos. Después de un rato usó la misma agenda para taparse el pecho de manera insegura.

    Gianni notó el gesto y dijo : - No, por favor. No se sienta así. No era mi intención.

    La asistente levantó los ojos tímidamente - Pres... presi... presidente Gianni. Ya... yaa... lle... llegamos.

    La puerta del ascensor se abrió mostrando a la asistente retraída y a Gianni con gesto incrédulo. No había más que decir así que siguió caminando rumbo a la sala de juntas.

    Antes de entrar tomó aire. Y se dio cuenta de que no tenía ni idea de que se iba a hablar en la junta con los proveedores. El acero que usaban para sus productos era de las pocas cosas que le habían preocupado antes de ser presidente. En cambio él se había fijado más en la contabilidad y las finanzas. Nada de la operativa.

    Entró tratando de reflejar seguridad. Saludó a todos los integrantes de su equipo de atención a proveedores.

    Cuando le hicieron preguntas directamente para tomar una decisión se quedó en blanco. Hizo un poco de tiempo contando una anécdota de su padre. En ese momento su asistente le extendió un papel que decía - Andrómeda es un mal proveedor. Gente mal. No la acepte.

    Esas palabras parecían redactadas por un niño de primaria, no por una asistente ejecutiva. ¿Cómo había sobrevivido su padre con una asistente así?

    Pero decidió confiar. No aceptó la oferta y se levantó del escritorio alegando que tenía otra reunión muy importante que requería de su presencia.

    Salieron de la sala y fueron directamente al ascensor en el que iban nuevamente solos.

    Esta vez Gianni miró fijamente a su asistente con una auténtica curiosidad intelectual. ¿Lo había salvado o lo había condenado?

    - Señorita, dígame. ¿cuántos años trabajó con mi padre?

    - Cu... cu... cuatro..

    - Nunca la llevó a juntas de negocios a los clubes y fiestas o la hubiese conocido antes.

    - No.... no... no... puedo ir a esos lu... lu .. lugares.

    - ¿por qué?

    - Me mi...mi.. miran mal..

    - Ya veo. Son unos idiotas. De ahora en adelante será mi mano derecha. Usted y yo vamos a ir a todas las reuniones sean aquí o en otro lugar ¿entendido?

    - ¿Qué?... ¿por qué?

    - Por que señorita, usted tiene algo que no he visto en ninguna otra asistente. Y además la necesito, usted sabe del negocio mucho más que yo.

    - ¿pu--- pu... puedo negarme?

    - Si quiere negarse a un aumento en su salario, adelante.

    Ella lo pensó. Estaba endeudada. Con su madre hospitalizada por un mal crónico había pedido préstamos que no podía seguir pagando.

    - No.. no...no... Acepto...

    - Muchas gracias señorita. ¿Cuál es su nombre? necesito llamarla por su nombre. Así todos la respetarán aunque no sepan quien es. Llamarla asistente se me hace impropio.

    - Ni... Ni... Nicolleta.. Soooy Nicolleta.



    III

    Valefky era un matón de poca monta pero bien preparado para su negocio, Era un prestamista que se cobraba por las buenas o por la malas las deudas. Esa tarde estaba afuera de las oficinas del corporativo esperando en su motocicleta. Llevaba ropa más o menos decente. Un pantalón de vestir y una camisa roja pero encima una sudadera.

    Cuando vio salir en un auto elegante al CEO le dedicó una mirada cínica imaginando una vida llena de lujos por que su papá le había dado todo en la vida. No soportaba a ese tipo de gente. Los niños mimados le daban escozor en la nuca. Inmediatamente comenzó a rascarse.

    Después volteó a la puerta principal por la que iba saliendo una mujer que le gustaba un poco pero no se atrevía a decirle lo que sentía por que se le hacía extraña. Ese tartamudeo... si tan solo no tuviera ese tartamudeo. Por lo demás le importaba poco que no fuera inteligente.

    Había planeado todo desde mucho tiempo atrás. La orilló a endeudarse, a pedirle préstamos impagables. Una vez que ella estuviera ahogada en deudas iba a aparecer como el día de hoy, como el salvador.

    Se acercó a Nicolleta quien lo vio llegar desde el otro lado de la calle con su aire duro y cínico.

    - ¡Eh Nicolleta! ¿Cómo está mi clienta favorita? ¿tienes el dinero que me debes?

    Ella con un gesto atribulado contestó - Lo lo.. lo conseg... conseguiré.

    - ¿ah sí? ¿cuándo? No puedo esperar mi reina. Todos los días los intereses suben y mi paciencia se agota princesa. - dijo esto mientras miraba con cierto gesto de deseo las manos de ella.

    - Déja- déjame. La pró... próxima semana tendré el dinero.

    - Muy bien Nico... Pero sabes. Hay una manera de que tu deuda se salde. Si tú quieres acompañarme a dar una vuelta . Tú y yo, una botella de ron, y después vemos que pasa. - y la tomo de la cintura con mucha confianza - Tú di mi reina y este hombre será tuyo. Nadie más te dirá cosas feas mientras me vean. Yo te cuidaré mi princesa.

    Nicolleta lo miró con asco y se apartó de manera brusca. - No... No.. ¡No! Mi madre ... voy voy a verla hoy.

    - ¡Entonces te llevo Nico! Tengo que cuidarte. Si no quien me va a pagar todo lo que me debe.

    - Valefky...

    El matón se sorprendió de que Nicolleta no tartamudeara esta vez. - ¿Qué tienes mi reina?

    Nicolleta sollozó y dijo - Voy voy a ver a mamá... Dé .. déjame.

    - Quiero ser amable contigo Nico. Pero si no quieres eso me gano por ... sentir cosas...

    - Co... co... co..sas... Tú... no no no me gustas...

    - ¿Ah? Así que si sabes a que me refiero cuando te digo que me gustas. Creí que no te daba la maceta para eso. - Terminó la frase sonriendo con altanería. - Bueno, ahora que ya lo sabes, solo tienes que decir un sí y todo este hombre es tuyo Nico. Espero tu respuesta...

    Valefky se fue con toda su presencia arrogante y arrancó la moto mientras Nicolleta caminaba sobre la acera para alcanzar el autobús.



    IV

    Nicolleta iba muy triste en el autobús pensando en todo el dinero que debía y no sabía como pagar. Se sentía desconsolada, desolada, sola, sin nadie que le ayudara de manera desinteresada. A su padre no lo recordaba y cada vez que iba a visitar a su madre tenía que mostrar una cara de despreocupación para que ella no se sintiera mal de todos los cuidados que le daba.

    Su madre se había esforzado toda la vida por darle una buena vida a su hija que tenía una discapacidad intelectual de nacimiento. Podía comprender a la gente y sus necesidades pero no podía entender números, procesos complejos o leer por más de treinta minutos continuos.

    Ella sin embargo era empática. Le dolía mucho lo que le pasaba a su madre. Quería evitarle dolor. El doctor le había advertido que solo un milagro la salvaría y que el dinero que se gastaba en el hospital podría ahorrárselo si la llevaba a casa a que le diera una muerte digna. Nicolleta no quiso hacerle caso. Era su madre. Su madre. La persona que más la quería.

    El hombre que iba sentado a su lado vio como se le resbalaban las lágrimas mientras miraba hacia afuera por la ventana y solo se aclaró la garganta mientras le ofrecía un pañuelo.

    Ella lo tomó agradecida y se limpió mientras el hombre se bajaba en la siguiente parada.

    La mujer se miró reflejada en la ventana y se dijo a sí misma - ¿Qué me ve Valefky? Todos los que me han gustado huyen al ver lo tonta que soy. Y los que no, lo hacen después del primer....

    Se estaba autocompadeciendo de manera muy lastimosa. Hiriendo su orgullo propio. Algo se había roto en ella hace mucho tiempo. No se veía a sí misma como una persona casada o siquiera con un novio. El padre de Gianni la rescató de una vida de miseria.

    Y ahora sub hijo seguía el mismo camino. Le daba una limosna.

    Odiaba eso. Quería ser más fuerte, decidir sobre su futuro. Ser como esas personalidades a las que ayudaba. Ser una empresaria. Ser alguien respetable.

    Al llegar a su parada lo hizo aún con la cabeza en las nubes. Quería tantas cosas pero en el momento lo que importaba era su madre.



    V

    Yuna había perdido la cartera de ese cliente por un error cometido por su jefe. Eso era algo tan frustrante. Lo peor es que tuvo que decir ante sus superiores que la del error había sido ella coaccionada por su estúpido jefe.

    La cartera incluía inversiones en una empresa minera en México y otras tantas en edificios comerciales en Italia. Ahora se había manchado su registro. Temía que no iba a recibir su bono anual y que no sería incluida en el premio de su gerencia que consistía en un viaje todo pagado a México.

    Se estaba lamentando de ello cuando recibió un mensaje de Francisco a través de la red social.

    - Buenos días, ¿Cómo está mi persona favorita en todo el mundo?

    Quería distraerse un poco, pero tenía mucho que hacer documentando la pérdida de la cartera. así que no contestó de inmediato.

    - Bien, aunque podría estar mejor.

    - ¿Y qué podemos hacer para que tu día sea mejor Yuna querida?

    - Si pudieras conseguirme un cliente con inversiones fuertes en un mercado emergente sería genial.

    - Déjame ver que puedo hacer...

    - No, no... ¡estaba bromeando! No te preocupes.

    - Hay un conocido que está buscando quien maneje sus inversiones y le ayude a ampliar sus horizontes, ¿estás interesada?

    Conseguir un cliente con ese perfil era muy atractivo. Podría ayudarle a mostrarle a sus jefes que no había perdido el toque.

    - Ok. ¿tú me contactas con él? ¿Cuál es su nombre?

    - Lorenzo Positano, casi dueño de un consorcio italiano.

    - ¿Casi?, ¿Qué quieres decir?

    - Está a un paso de ser el CEO. Cuenta con ello.


    VI

    Gianni jugaba con su hija al ajedrez. La niña era muy despierta y le fascinaba toda clase de juegos de destreza mental y de estrategia.

    - Ella, ¿cómo? ... ¿me has ganado por tercera vez?

    - Si papá. No cuidas tu posición, mira...

    Y Ella tomó las piezas para mostrarle a su padre como había imaginado las posibilidades que tenía su padre de ganar.

    - ¡Eres muy distraído papá! Jejeje..

    - O ya veo. Eres muy buena Ella. Cuando seas grande vas a ser una muy buena CEO.

    - Tú eres el CEO papá. Siempre vas a serlo.

    Miró las manitas de Ella con esperanza. Soñaba con un día verla dirigiendo la empresa. Tenía que ver su sueño hecho realidad.

    En el cuarto de hospital la enfermera le pidió salir un momento para revisar algunos monitores y hacerle un chequeo general a Ella,

    Así Gianni fue caminando por los pasillos de manera tranquila. Tenía sed y fue hasta una máquina expendedora en la recepción.

    Justo al tomar la botella escuchó la voz inconfundible de su asistente que hablaba con una enfermera.

    - Ma... Ma... mamá le du.. due... duele... Ha... ha... haga algooo.

    - Señorita, ya hicimos lo posible. Más calmantes le harán más daño que bien. ¿por qué no mejor sube y la acompaña? En un rato el doctor irá a revisarla.

    - Ma ... mam... mamá... - repitió Nicolleta con voz triste y se fue sin voltear atrás.

    Gianni se quedó intrigado. ¿Qué le pasaba a la madre de Nicolleta?

    La siguió hasta el cuarto donde ella cuidaba a una señora de edad avanzada conectada a una máquina. El solo ver aquello conmovió a Gianni quien pensó en su hija Ella. Años atrás la niña estuvo en la misma situación, conectada a una máquina y con la zozobra de saber si se recuperaría o no.

    Nicolleta estaba apoyada con ambas manos cuando su teléfono portátil sonó. Ella miró la pantalla y contestó visiblemente molesta.

    - Va.. Va.. Valefky... una se... sem.. semana. No ...no... lla... lla... mes. - y colgó crispando ambas manos con furia.

    Nicolleta demostraba carácter. También orgullo e inteligencia emocional.

    Le gustó eso de su asistente.


    VII

    Una semana después Nicolleta y Gianni fueron a jugar golf con el tío de Gianni, Lorenzo.

    Lorenzo Positano, hermano de su padre había fundado la empresa junto con su padre unos treinta años atrás. La habían hecho crecer, establecido alianzas y generado miles de pequeñas empresas a su alrededor. Tenía influencia en la empresa como director de recursos materiales y técnicos.

    Lorenzo sin embargo nunca pasó de ese puesto debido a que la gente prefería al padre de Gianni.

    Después de jugar un poco y debido al calor comenzaron a caminar tranquilamente bajo una arboleda.

    - Las mujeres deberían de quedarse en casa a atender a sus maridos - soltó Lorenzo sin más al ver a Nicolleta batallar con los palos de golf.

    - Los tiempos cambian tío. Hoy en día las mujeres pueden dirigir una empresa si lo desean - contestó Gianni sin más defendiendo a su asistente.

    - Ja... Ese es el problema de su generación. Los roles ya no se distinguen. No sabes si el hombre debe de proveer o la mujer y quien cuida de los críos.

    - Tío, eso depende de cada pareja, ¿no lo crees?

    - Ahhh... progresista como tu padre. ¿Cómo va el acuerdo con Andrómeda, nuestro proveedor de acero?

    Gianni notó el cambio de tema a la fuerza. - Tío Lorenzo. No lo aceptamos. Hay mejores proveedores.

    - ¿Pero qué pasa por tu cabeza sobrino? Andrómeda es más que un proveedor, es un socio comercial. Si rompemos la alianza nos lloverán demandas por incumplimiento de...

    - ¿De acuerdos por debajo de la mesa? - inquirió sarcástico Gianni.

    - No, ahh.. - dijo con fastidio Lorenzo - son acuerdos establecidos de palabra con las alianzas. Tú no sabes de eso aún sobrino.

    - Sí que lo sé Tío Lorenzo. Has estado vinculando a la empresa con proveedores de acero que cambian de razón social cada cierto tiempo.

    - ¿De verdad? ¿Me estás acusando de establecer alianzas fraudulentas?

    - Hace rato hiciste menos a mi asistente. Déjame decirte algo Tío Lorenzo. Quien descubrió todo esto fue mi asistente.

    - ¿Esta palurda?

    Gianni no soportó esa frase y tomó de la camisa a su tío. - Se llama Nicolleta...

    - Ja... ya veo. Sobrino. Te gustan lentas para hacerles lo que te venga en gana.

    Nicolleta tomó del hombro a Gianni. - No... no... no... CEO. Los ve ... ve rán ... ma... ma.. mala ima..ima gen de la empresa.

    Gianni soltó a su tío y se fue caminando molesto mientras Nicolleta lo seguía con dificultad.



    VIII

    Valefky tomaba una cerveza en ese día de calor. Saboreaba cada gota de ese líquido ámbar que le sabía a gloria.

    Mientras lo hacía con cada trago se imaginaba estar al lado de esa mujer morena con cabello largo que comenzaba no solo a gustarle. Comenzó a imaginarse que tenía uno o dos niños. Un niño y una niña. Ambos parecidos a ella. ¿Qué le estaba pasando por la cabeza?

    El rudo Valefky al parecer quería sentar cabeza y formar una familia. Una que pudiera proveer y cuidar.

    Los llevaría a vacacionar en una camioneta a todos a una playa del sur o por qué no recorrerían los Alpes. Dicen que las vistas son de pocas tuercas.

    Había pasado el plazo y usaría su última carta. Nicolleta no juntaría el dinero así que la presionaría para que renuncie a su trabajo y se quede con él. Nada más. Así de simple. Le prometería cuidar de su madre para envolverla aún más.

    Se levanto de la mesa y dejó el pago junto con una propina generosa.

    Caminó un tanto hasta ver en una pantalla de televisión exhibida la pelea esperada de "la máquina Draco" contra su primer oponente extranjero. Iba a apostar obviamente en contra de Draco. No le daba buena espina que subiera tan rápido de categoría. Tampoco quería perderse la pelea.

    Eran cerca de las 6 de la tarde. Así que tomó su motocicleta y se dirigió a las oficinas donde trabajaba su futura esposa.


    IX

    Nicolleta estaba sollozando en la sala de juntas a un lado de la oficina del CEO. Gianni no la encontraba por ningún lado así que tuvo que buscarla mientras la llamaba a gritos.

    - Ahh... señorita. ¡Al fin la encuentro! ¿Qué pasa? ¿No se habrá tomado en serio lo de mi tío o sí? Esa gente que no entiende de la gente, solo de dinero. No deje que eso la moleste. Eso no es digno de la asistente del CEO.

    - No.. no..no.. es .. es eso...

    - ¿Qué pasa entonces?

    - Ma... ma ... mamá...

    Gianni lo comprendió sin que dijera nada.

    - Lo siento Nicolleta. De verdad, lo siento. La vi en el hospital cuidándola. Vaya al hospital . No se quedé aquí. Vaya.

    - ¿Puedo?

    - No lo piense. Vaya, aquí no se caerá la empresa por un día que me quede sin asistente.

    Así ella se fue caminando en automático a la salida mientras Gianni suspiró pensando en que haría si Ella tuviera la misma suerte que la madre de Nicolleta.


    X

    Nicolleta bajó esperando encontrar un taxi lo más pronto posible, cuando en su lugar vio llegar a Valefky en su moto se desesperó. - No ... no... no... tengo tu ... tu ... tu dinero...

    - Calma Nico, calma. No me debes nada. ¿Vas a ver tu madre? Sube, te llevo.

    Nicolleta lo pensó. No confiaba en ese hombre rudo y de malos modos, pero estaba en apuros.

    Entonces recordó que había olvidado su bolso en la oficina del CEO. tenía que regresar rápidamente.

    - Bo... boo... bolso... Lo... lo... lo olv... olvidé.

    - Ahh... tranquila preciosa. Ve por él y te espero aquí. No iré a ningún lado.


    Nicolleta caminó hasta la entrada y pasó por los torniquetes. Marcó en una terminal el piso de las oficinas del CEO. Cuando abrió las puerats el ascensor ella notó mucho silencio. Como si todos se hubiesen detenido solo porque ella entró.

    Al llamar a la puerta del a oficina de Gianni, éste no contestó. Mordiéndose los labios abrió la puerta.

    Lo que vio la dejó helada.

    Gianni estaba doblado hacia atrás sobre su escritorio como si alguien lo hubiese sorprendido de frente. Tenía clavada tres dagas y sobre el escritorio estaban muchos papeles regados.

    Nicolleta corrió para ver si aún seguía vivo y en el proceso de revisarlo se manchó las manos de sangre. Justo estaba a punto de salir cuando alguien entró también a la oficina gritando.

    - ¿Qué has hecho?

    - Yo... yo... yo... na... na... nada..

    - ¡Asesinaste a mi sobrino! ¿Por qué? ¿Por deudas no es así? Ese matón que está en la entrada del edificio es un prestamista. Subiste por dinero y te sorprendió mi sobrino ¿no es así?

    - No ... no... no... yo ... yo... yo ... no.. no lo hice.

    Lorenzo sonrió sarcástico. - ¿y quién te va a creer niña tonta? ¿Te creerán a ti o a mi?

    Nicolleta se asustó con aquello. Primero lo de su madre. Ahora esto. Sus nervios estaban destrozados.

    Lorenzo rio desquiciado. - Irás a la cárcel tonta. Y yo seré el nuevo CEO gracias a ti.

    Nicolleta corrió mientras la risa de Lorenzo resonaba - El destino quiso que fueras tú la culpable. Pensaba culpar a alguien más, pero tú eres perfecta.

    La mujer tomó el ascensor y bajó nerviosa. Pasó los torniquetes temblando y al ver a Valefky lo abrazó. -Sa-- Sa... Sácame de aquí

    - ¿Qué te pasa Nico? Parece que viste un fantasma.

    Unos guardias se acercaron y Valefky entendió la situación de manera amañada, con la experiencia que da vivir en las calles de mala muerte. Soltó a Nicolleta y los enfrentó a golpes derribándolos aunque recibió primero dos o tres puñetazos en el proceso.

    Después tomó a Nicolleta para salir corriendo por las puertas de cristal. Decidió no tomar su motocicleta y en cambio sacó una pistola y amagó a un director que estaba saliendo del estacionamiento.

    - ¡Bájate niño mimado! Mi futura esposa no se va quedar en esta pocilga.

    Valefky le pidió a Nicolleta que manejara mientras el se subió al asiento del copiloto.

    - Tranquila Nico, tranquila. Tu maneja y yo disparo a todos los que se pongan punkies.

    Se fueron a toda velocidad mientras las sirenas de algunas patrullas se escuchaban a lo lejos.

    Recorrieron la ciudad hasta llegar a un puesto de vigilancia. Los policías que los venían siguiendo se les iban acercando. - No te detengas Nico. Estos nos quieren tronar, pero yo soy más vivo.

    Nicolleta siguió acelerando subiendo ahora a las montañas por caminos sinuosos. - Mi princesa, yo sé que tu no hiciste nada. Esos mugrosos de traje siempre se lavan las manos con nosotros los que nacimos en cuna que no es de oro.

    - No...no... no.. no hice nada.

    Las patrullas les pidieron detenerse o si no comenzarían a disparar.

    - ¡Me lleva! Esos policías son corruptos. No pueden disparar. Los mandaron para tronarnos si o si.

    El primer disparo le dio al retrovisor derecho. Valefky respondió dandole a un faro frontal.

    - ¡Bam! Jejejeje.. eso los va a espantar.

    Nicolleta se iba poniendo más y más nerviosa. - Tranquila mi reina. Aquí estoy yo para protegernos.

    Disparó nuevamente y le dio al conductor de una patrulla que se volcó a un lado del camino.

    - Yahaaaaay... le dí... faltan cuatro.

    El intercambio de disparos los fue dejando sin faros, sin retrovisores. Valefky fue ponchando llantas esperando que no hicieran lo mismo.

    Cuando solo faltaba una patrulla por descarrilar Nicolleta notó que seguía una vuelta muy cerrada. Dio un volantazo sin frenar y sintió como la parte trasera del auto se iba alejando del centro de gravedad. Se aferró al volante con ambas manos.

    Valefky supo que iba a pasar así que soltó la pistola y abrazó a Nicolleta con todo su cuerpo. mientras el auto se derrapó completo hasta llegar a rebasar el borde del camino que iba a un precipicio.

    - No temas Nico... no temas.. yo te cuido princesa...

    El auto dio vueltas y vueltas hasta que Valefky se golpeó la cabeza desmayándose pero sin soltar a Nicolleta.

    Al llegar al final del precipicio Nicolleta sangraba pero Valefky estaba destrozado,


    XI

    Esa noche nadie quiso bajar a recuperar los cuerpos. Los policías habían cumplido con deshacerse de la mujer. Iban a reportar hasta el día siguiente "el accidente". Una pareja iba ebria y se salieron del camino por que iban a alta velocidad.

    Un conejo salvaje se acercó curioso a ver el auto pero saltó al escuchar ruidos. Eran pasos de un hombre que caminaba por un lado de la loma. estaba completamente encapuchado y se escuchaba que cada paso lo hacia firme pero con dificultad.

    Revisó a Valefky. Después a Nicolleta. Ella respiraba y le curó las heridas.

    Prendió una fogata y ahí se calentó de comer mirando las estrellas.

    Después de un rato buscó en sus ropas un saco pequeño del cual extrajo unas pastillas de color amarillo.

    Fue hasta donde estaba Nicolleta en el asiento del conductor. Le dio las pastillas y agua.

    Ella tosió. Se sentía muy rara, como si estuviese y no estuviese.

    El hombre entonces se fue por donde llegó. Sin mirar atrás. Mientras Nicolleta soñaba.

    Era un caballero cruzado combatiendo contra otro que vestía con ropas del imperio romano. Ambos peleaban pero no se herían. Hasta que una mujer vestida de negro le daba una copa al caballero cruzado.

    Sintió miedo al ver el rostro de la mujer. Era ella, con un gesto triunfal, como quien obtiene su venganza.

    Nicolleta despertó con las pupilas completamente dilatadas mientras sentía arcadas muy fuertes. Las manos le temblaban sin control y su espina dorsal se convulsionaba.

    Su cabeza giraba sin control mostrándole imágenes de su pasado. El rostro de su padre indiferente y el de su madre cariñosa. Valefky protegiéndola aún en peligro. Y lo comprendió. El amor surge de pronto y puede cambiar el destino del desvalido, del solitario, del que vive sin esperanza.

    Sintió un hormigueo en sus piernas mientras su razonamiento se aceleró. Planes, y más planes, posibilidades, conocimientos de las situaciones. Estrategias, movimientos. Batallas. Se enseñó a si misma mil formas de ganar una partida de ajedrez, después comenzó a filosofar.

    Solo somos seres humanos cubiertos por sueños y tormentas internas. Las emociones nos dominaban, ergo las emociones debían controlarse. Sus manos temblaban ahora con más fuerza al comprender tantas cosas. Y empezó a hablar en voz alta, se sorprendió de su vo ahora segura y sonora.

    - En un mundo interconectado, hemos olvidado que deben de conectarse los corazones antes que las carteras...

    Salió del auto mirando a Valefky y dedicándole una mirada de compasión. - Me protegiste sin esperar nada a cambio. Un día te prometo que tu muerte no será en vano Valefky.

    Se miró las manos y notó que alguien había dejado comida y agua cerca de una fogata. Comió y comió mientras su cabeza seguía razonando. Números ahora, cuentas. Cifras. Después sociología y criminalística. Todo con suposiciones, como quien construye un sistema desde cero.

    Al terminar de cenar se sintió mejor. Ahora era una nueva mujer. Recordó la trampa de Lorenzo Positano y sus artimañas para quedarse con el consorcio. También a la pequeña Ella que había quedado desvalida con la muerte de Gianni.

    Tenía que hacer algo

    Quería hacer algo.

    Justicia. Quería justicia.
     
    #1
    Última modificación: 3 de Julio de 2023
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  2. silveriddragon

    silveriddragon Poeta fiel al portal

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    XII

    Lorenzo Positano disfrutaba de la compañía de una mujer mucho menor que él. Unos veinte años menor quizás o más. La mujer lo complacía sirviéndole copas de vino mientras reían recordando los momentos que vivieron en su última escapada al lago Cuomo.

    El hombre recibió una llamada que lo puso aún más contento. La confirmación de que todo había salido según lo planeado. El inconveniente de no poder recuperar los cuerpos hasta el día siguiente fue mitigado con fotos del estado del vehículo.

    Era calculador. Había estado investigando a todos los que rodeaban a Gianni, su sobrino. Inclusive se había puesto de acuerdo con la policía para encerrar al culpable. Originalmente culparía a otro de sus sobrinos: Gabriele, quien era menor y también podría ponerse del lado de Gianni al haber estudiado en el extranjero. Odiaba como esta nueva generación quería cambiar las cosas. "No arregles algo que ya funciona" era su frase favorita.

    Ahora solo faltaba poner fuera de la jugada a Gabriele, un pequeño detalle. Pero se había quitado de encima el peso de Nicolleta, una mujer entrometida, a la que se le da un poco de compasión y se vuelve fiel como un perro. ¿Por qué los Positano eran tan dadivosos con sus dones? El poder se hizo para obtener todo lo posible. Cada quien debía ver por sí mismo.

    Se levantó de su asiento para ir a casa donde lo esperaba seguramente su esposa y sus hijos. Uno de ellos algún día sería el nuevo CEO. Los educaba de manera dura, inculcándoles los principios de ambición, de ser los mejores en su ramo.

    Subió a su coche satisfecho mientras en el asiento del copiloto su acompañante hablaba por teléfono con su agente de inversiones: Francisco Solano.

    - ¡Francisco! Confirmamos. Lorenzo es el nuevo CEO a partir de la semana próxima. Buscamos invertir en México, en mineras. Gracias. Esperamos tu llamada.


    XIII

    Nicolleta no pudo dormir. En lugar de ello se quedó tumbada mirando las estrellas a un lado de la fogata. Amaba ver esas estrellas desde niña y le daban mucha paz mientras su mente seguía trabajando a mil por hora.

    ¿Qué o cómo había cambiado tanto? ¿Por qué ella y no otra persona? ¿Qué tipo de persona preparaba una cena aunque fuera precaria en medio de la nada? ¿Qué haría ahora?

    Todas esas preguntas daban vueltas mientras organizaba sus ideas. No podía dejar que Lorenzo se quedara con el consorcio, pues seguramente Ella pagaría las consecuencias. Una niña abandonada a su suerte junto a su madre. Eso le recordaba su propia historia.

    Encontraría a la persona que le dio ese don nuevo y le agradecería después. Ahora debía arreglar la forma de que Lorenzo pensara que ella había muerto. Para vivir oculta al menos el tiempo suficiente para ejecutar un plan que ingenió.

    Sin sacar el cuerpo de Valefky se puso a rezar un rato dentro del auto. Agradeciendo que estaba viva y bien. Pidió por el descanso de ese hombre rudo y arrogante. Quizás no era tan mal tipo después de todo, solo que se dejaba llevar por sus impulsos. Con ayuda de un desarmador que encontró en la guantera logró hacer que las vestiduras se desgarraran un poco. Sacó la pistola y empezó a tirarle al tanque de gasolina hasta hacer que goteara. Con un balde semiroto fue regando la gasolina por aquí por allá.

    Una vez que sintió que era suficiente fue a la fogata y tomó una vara encendida. Trató de hacer que todo se quemara aunque fue imposible. Hasta que se le ocurrió que solo bastaba con que encendiera por dentro. Metió toda clase de ramas secas y finalmente lo consiguió.

    Era el fin de su vida pasada y el comienzo de una nueva. Pero amaba ver que no cometerían un error con el recuerdo de Valefky. Era mejor así. Un tipo rudo que protegió a alguien y no un prestamista que merecía morir por todas las malas artes que había ejecutado.


    XIV

    Gabriele Positano estaba en casa cuando alguien de la empresa llegó a avisarles de la mala noticia. Un director del área metropolitana estaba en las oficinas cuando se enteró de todo y le fue encomendado avisarles.

    Menos mal que Gabriele no fue a esa reunión con su tío. No sabía definirlo pero su tío Lorenzo no le daba buena espina. Era tan raro en su forma de ser con las demás personas.

    El padre de Gabriele era hermano de Lorenzo. A diferencia de él y del padre de Gianni se había interesado en las artes, así que la empresa no se le pasaba por la cabeza en lo más mínimo. Pero a Gabriele si. Había estudiado ingeniería y veía a la empresa como un lugar que podía ser renovado con nuevas tecnologías y procesos. Deseaba trabajar ahí y hacerla crecer como lo hicieron sus tíos.

    La última vez que vio a Gianni fue en una junta donde acordaron que sería una especie de Director Adjunto o Vicepresidente bajo la consigna de revisar los procesos de producción. Ahí vio a Nicolleta a quien conocía desde tiempo atrás. Siempre le hacia bromas como "Hoy no quedaré bien parado frente a Gianni por culpa de este sol que ve todo desde el cielo." Le gustaba verla sonrojarse ante ese tipo de comentarios. Sin embargo solo era un juego. Gabriele es ese tipo de persona que es amable con todos y sobre todo con las mujeres pero no se compromete con ninguna.

    Mientras iban camino a la casa de Gianni y su familia, Gabriele pensó en Nicolleta. La asistente se iba a quedar sin trabajo seguramente. A menos que... el nuevo CEO la aceptara.

    Y los estatutos de la asamblea de inversionistas eran claros en ese punto.

    Debían reunirse al día siguiente para designar a un nuevo CEO, quien automáticamente sería el vicepresidente en turno. Si Gianni había completado su asignación Gabriele sería el nuevo CEO, aunque podría negarse y la asamblea decidiría.

    Gabriele se asustó un poco. No se veía a sí mismo como un CEO. Aún no. Sin la ayuda de Gianni no estaba listo. ¿Quién podría apoyarlo igual que él?

    En eso estaba cuando sus padres estaban hablando.

    - Hijo. Gabriele. No podemos creerlo.

    - ¿Qué cosa papá?

    - Gianni fue asesinado por su asistente.

    - ¿Qué? ¿quién? ¿Nicolleta? Oh... ¡debe ser un error papá!

    - Ten cuidado hijo. Caras vemos, corazones no sabemos.


    XV

    Estaba amaneciendo y los policías habían llegado al sitio del accidente. Bajaron con dificultad a revisar el vehículo donde notaron que estaba quemado por dentro. Un cuerpo calcinado tenía los restos de las ropas de una mujer.

    Hicieron el reporte mientras un inspector fumaba nervioso. Habló por teléfono:

    - Si, si... si... ¡ya le he dicho que si! Un cuerpo calcinado, hay restos de una blusa quemada y un pantalón. No tengo pruebas pero tampoco dudas. El trabajo está hecho Sr. Positano. Por la tarde uno de mis hombres pasará por lo acordado.

    Colgó buscando a uno de sus subordinados.

    - ¡Eh, tú! Haber... ¿no han encontrado el otro cuerpo?

    - No inspector.

    - Debió salir disparado mientras daba vueltas el auto. Iba disparando a diestra y siniestra contra nuestros compañeros. No se preocupen en buscarlo. Quiero que todo se archive. Nada de análisis forense, nada de papeleos. Yo hablaré con mis superiores. Lo importante aquí era la mujer.

    - Inspector. ¿no está siendo descuidado? El hombre pudo haber sobrevivido. Según nuestros compañeros de la policía de la procuraduría se trataba de un hombre rudo, que debía dos muertes, amañado debido a los barrios que frecuentaba.

    - ¿Te preocupa ese tal Valefky? ¡Vamos, ven! - Dijo caminando hasta el borde del precipicio. - Simplemente nadie sobrevive a esa caída. Y lo que es más, a un auto dando vueltas sin cinturón de seguridad menos. Debió salir del auto.

    - Eso... justo eso inspector. Si salió del auto y no está su cadáver...

    - Estás muy nervioso. Ok... ok.. ok... Levanta una ficha de búsqueda para Valefky en los alrededores. Si no aparece en una semana pues lo damos por muerto. Al igual que esa niña lerda.


    XVI

    Nicolleta había caminado toda la mañana hasta llegar a un pueblo a las orillas de la carretera. Hacía calor y las ropas de Valefky no ayudaban por que le quedaban grandes. Tuvo que ajustarse bastante el cinturón pero la camisa se la dejó fuera que le quedaba como una especie de sudadera.

    No tenía dinero, ni tarjetas, tampoco su teléfono portátil. Aún así se sentía con ánimos de seguir caminando. Al parecer lo que sea que le haya sucedido le daba fuerzas. Se sentó a la orilla del camino viendo hacia un lado y hacia otro cuando notó que por el camino venía una especie de monje benedictino con su ropa característica pero tenía la capucha puesta a pesar de que hacia calor. No se le veía el rostro.

    Ella lo miró curiosa pues parecía ir ligero. Cuando estuvieron frente a frente el hombre le habló de forma clara con una voz grave y profunda aunque se notaba que ya tenía unos años encima.

    - Nicolleta, toma. - y le entregó un sobre amarillo tamaño carta.

    - ¿Qué es esto?

    - Dinero y un celular.

    Ella abrió el sobre y encontró el dinero suficiente para sostenerse por al menos un mes - ¿Quién eres?

    - Nadie, no soy nadie. Pero tú, Nicolleta eres quien me ayudará.

    - ¿Ayudarte, por qué tendría que ayudarte?

    - Por que yo te arranqué de los brazos de la muerte.

    - ¿Tú? ¿por qué lo hiciste?

    - Quiero que me ayudes. Te di una droga que te hace más inteligente. Buscaba a alguien en quien probarla.

    - ¿Eso significa que te debo la droga?

    - No. Lo que quiero es que me ayudes a mejorarla. Todos los sujetos de prueba perdieron el contacto con la realidad al tomarla. Pero tú, tienes algo diferente. Sobreviviste y además llegaste caminando hasta aquí.

    - ¿Qué pasa si no te ayudo?

    - Probablemente morirás como los otros sujetos de prueba. Busca la forma de mejorarla y también te salvarás a ti misma. - entonces sacó un frasco y se lo entregó. - Son suficientes para que las veas y las analices. Ten cuidado Nicolleta. Te estaré viendo.

    Ella lo miró desconfiada - ¿Esta droga qué es lo que hace?

    - Acelera tus procesos de pensamiento una y otra vez en ciclos intermitentes.

    - ¿puedo usarla para mi beneficio?

    - ¿Qué pretendes hacer?

    - Hacer que Lorenzo Positano no sea el CEO.

    - ¡Bah! Mientras consigas mejorar la droga puedes hacer lo que te plazca. Aunque... Espera... Sería divertido....

    - ¿Divertido?

    - Si. Un juego de ingenio. Tú estarás contra Lorenzo. Yo podría estar a su favor. Solo es un juego. Veamos que pasa Nicolleta. Si ganas el juego te daré lo que quieras.

    - ¿y si pierdo?

    - Bueno, tienes mucho más que perder. Al parecer te importa mucho ese tal Lorenzo Positano. Si pierdes tu orgullo estará herido. ¿no es así? Eres una mujer decidida, puedo leerlo en tus ojos. Si pierdes serás mi esclava para siempre.

    Entonces el hombre se fue caminando por el mismo camino por el que llegó sin voltear atrás mientras Nicolleta fue detrás de él. Parecía un lunático, pero si tenía razón, al menos le debía la vida a ese sujeto.

    - Nicolleta, no me sigas.

    - ¿a dónde vas?

    - A ver ese tal Lorenzo Positano.


    XVII

    Gabriele miraba a la gente llegar a esa especie de reunión donde todos hablaban de temas de la empresa, de las acciones en la bolsa, del clima y hasta de la calidad del servicio. Nadie recordaba a su primo Gianni.

    Esa atmosfera le daba escalofríos. Le recordaba lo fríos que pueden a llegar a ser las personas de negocios. Así que mejor se levantó para ir a ver afuera. Desde la calle podía verse como iban llegando en sus carros, camionetas blindadas y elegantes. Una de ellas era un vehículo con aspecto militar, de carrocería cuadrada, llantas anchas pero alargado, como si fuera una limosina. Los vidrios estaban ahumados.

    La noche había caído. Mucha gente sin embargo no se iba, quizás con la esperanza de recibir noticias del consorcio y de la decisión de la asamblea.

    Por la tarde Gabriele había asistido a la reunión con un desgano increíble y descarado para ellos. Era como si los estuviera insultando al negarse a asumir el cargo de CEO. En realidad estaban reflejando su hastío por tener que sesionar para elegir a un CEO.

    Se negó aludiendo falta de experiencia. Solo eso. Y ellos trataron de convencerlo de aceptar.

    Gabriele caminó unos pasos hasta que la limosina se detuvo y de ella bajó el chofer con una nota:

    - Señor Gabriele alguien quiere hablar con usted. - dijo el chofer al entregarla

    La nota decía: "Preciso comunicarle mis intenciones de apoyarlo como nuevo CEO. Su siempre amiga Nicolleta"

    El hombre no podía creerlo. ¿Cómo se le ocurría ir ahí? Pero... ¿Era de verdad Nicolleta? Podía ser cualquier persona tratando de secuestrarlo o algo así.

    Miró a través de uno de los cristales ahumados y vio como se iba aclarando lentamente para revelar a una mujer morena con un vestido negro alzando una copa. Era ella, era la asistente de su primo.

    El chofer abrió la puerta y subió pues quería hacerle muchas preguntas.

    - ¡Nicolleta! ¡Pero, qué alegría verte! No sabes lo que andan diciendo de ti. Te acusan de algo estúpido. De que mataste a Gianni. Por Dios. Si yo sé que eres tan noble como linda. Vamos, cuéntame eso de que me apoyarás como CEO.

    Ella lo miró con una intención distinta. Pudo leer en sus ojos algo diferente. Es decir, era la misma mujer pero no la misma personalidad.

    - Gabriele, mi muy querido y estimado Gabriele - dijo ella. Esta oración con una voz firme y sonora dejó al hombre atónito. - Te quiero mucho amigo. ¿Confias en mi si te digo que yo no hice nada de lo que me acusan?

    - ¿Oh.. Nico.. Nicolleta? ¿De verdad eres tú? Suenas y te ves...

    - ¿Diferente? - sonrió ella - Mi vida ha cambiado. He despertado Gabriele, de un sueño para ver la crueldad de la gente. Quiero hacer algo para evitar que siga este camino hacia la locura.

    - Por Dios, te oyes... no sé... ¿Dónde está la dulce niña que se sonrojaba con mi presencia?

    Nicolleta le extendió una copa - Esa niña ahora quiere darte el trono del imperio. Sé el CEO.

    - No, no, no.... Todos quieren que asuma una responsabilidad para la que no estoy listo.

    - Con mi ayuda podemos hacerlo Gabriele.

    - ¿por qué?

    - Porque si no, tu tío Lorenzo será el nuevo CEO. Eso no debe ocurrir.

    Gabriele la miró con detenimiento como tratando de leerla.

    - ¿Lo odias Nicolleta? ¿Te hizo algo? ¿Te tocó? Si lo hizo, soy capaz de ir y...

    - ¡No! Hizo algo peor. Tu tío Lorenzo fue quien mató a tu primo.

    - ¿Qué? Mi tío... puede ser antipático. ¿Pero matar?

    - Y yo iba a ser la siguiente - dijo Nicolleta con un gesto amargo.

    - ¿Quieres venganza Nicolleta?

    Ella tomó una fresa y la mordió lentamente. - No.. - sonrió coqueta - quiero justicia.


    XVIII

    Lorenzo Positano estaba en su casa con su familia preparándose para ir a la oficinas del consorcio. Se puso su mejor traje a la medida y el reloj de edición limitada. Su esposa le sonreía como anticipando el momento en el que sería nombrado CEO.

    Iban en una camioneta junto con sus hijos. Hablaban de unas vacaciones en España para la próxima semana.

    Cuando llegaron a las oficinas notaron cierto aire tenso. La gente veía a Lorenzo Positano y murmuraban entre sí. Algo iba mal.

    También notó que al llegar al piso donde estaba la asamblea sesionando se escuchaban gritos dentro de la sala,

    Entró mirando a los accionistas y directores manoteando unos hacia otros. Estaban divididos.

    - ¿Te has olvidado de las alianzas estratégicas en el norte de África? No hubiesen sido posibles sin la ayuda de Lorenzo.

    - No.... no.. estamos hablando del futuro de la empresa, no del presente. El CEO debe planear a más de 5 años.

    - Y un niño como este ... caprichoso que antes nos negó su aceptación..

    - Silencio caballeros... Hagamos de esto un debate y no un mercado. Por favor.

    - Yo digo que le demos una oportunidad.

    Lorenzo no comprendía que pasaba. Se suponía que solo iba a recibir su nombramiento.

    - ¿Qué es lo que pasa? - dijo finalmente con autoridad

    Al fondo de la sala Gabriele se levantó - ¡Tío Lorenzo! Cambié de opinión. Si quiero ser el nuevo CEO.

    Lorenzo trató de disimular su descontento. - Sobrino... mi sobrino querido... ¿no te habías negado ya a ese puesto eh? ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

    - Esto..--- dijo Gabriele mostrando los planes de atención al área tecnológica de la empresa. - no estoy de acuerdo. Hay tantas cosas que se pueden hacer. Mejorando la base, la producción, podemos mejorar todo, progresar, avanzar hacia el futuro.

    - Pero si todo va bien sobrino. Necesitamos mejor establecer alianzas, hacer fuerte presencia en otros países. Expandir nuestros horizontes, a América....

    - Bueno... pero la prioridad no es esa tío. Si no podemos innovar las otras empresas nos irán quitando mercado. ¿ya olvidaste el incidente en el mercado japonés?

    - Eso fue un problema por un affair..

    - Aún así. Eso demuestra que los japoneses nos están estudiando, nos van a aventajar si se los permitimos. Hay que innovar tío.

    Lorenzo había caído en la trampa. Estaba discutiendo con sus sobrino. En lugar de apoyarlo o darle un puesto menor con esa responsabilidad. Y esto dividió a la asamblea.

    - Sobrino... las alianzas nos darán el colchón que necesitamos si perdemos mercado.

    - Eso nos dará un colchón pero no nos dará ventaja..

    La asamblea los vio discutir y de inmediato comenzaron a deliberar entre ellos.

    - Caballeros. Para eso son estas sesiones. Podemos discutirlo. Podemos votarlo y tomar una decisión - dijo uno de los accionistas con aire flemático.

    Lorenzo cayó tarde en su error,

    Estaba a punto de perder su posición.



    XIX

    Yuna estaba aterrada. Su familia acababa de llegar de visita a Londres y la habían visto de lejos de la mano de Francisco quien se despidió de ella dándole un beso que algunos podrían llamar demasiado simple.

    Su padre le habló con severidad. - ¿Quién es ese occidental Yuna? ¿A eso vienes a Londres, a divertirte con esta gente tan distinta a nosotros?

    Su madre estaba sentada llevándose las manos a la cabeza como si estuviese mortificada.

    - Mira a tu madre, ¡le has dado un disgusto! ¿Cómo piensas arreglar esto Yuna?

    - ¿Esto es mi culpa?

    - ¿Entonces de quién?

    - Soy una mujer mayor de edad. Trabajo para vivir aquí, no le pido nada a nadie.

    Su padre se contuvo de darle una bofetada. - Yuna, ¿Qué te pasa hija? Razona un poco. Los occidentales te han metido en la cabeza sus ideas. Tú debes casarte y tener una familia. Nada de andar jugando por que si.

    - Pues eso. No estoy jugando. Amo a Francisco.

    Su padre y su madre se miraron estupefactos.

    - ¡Hija!

    - ¿Por qué no puedo?

    - ¿Qué dirán nuestras amistades? ¿Y tu novio, que dejaste en Corea?

    - ¡Seung Min-oh se quedó por que no quiso venir conmigo! ¿Iba a quedarme allá solo para complacerlo?

    - Si, hija. Ese era tu deber como su futura prometida y esposa.

    - ¡No! Tengo sueños y anhelos propios padre.


    - ¿Y qué harás entonces? ¿mezclarte con los occidentales?

    - Amar, papá, amar...

    - Ahhhh... esta niña me da dolores de cabeza. Ven a casa con nosotros, allá entrarás en razón.

    - Aquí es mi hogar.

    Su padre se puso de mil colores y su madre también. - ¿Así serán las cosas ah? Entonces desde hoy no tengo hija. - y se fué muy enojado mientras su esposa corría tras él.



    XX

    Nicolleta tenía mucha sed. Demasiada. No comprendía que le estaba pasando. Bebía agua pero la sed no se iba. Comenzó como la sed necesaria por la época en Italia y España. Después de un litro de agua se preocupó.

    Decidió beber algo con electrolitos o minerales. Aún así la sed no se iba. Miró un rato al horizonte y un mareo se manifestó. Luego una pequeña alucinación. Veía al hombre de capucha negra riéndose de ella repitiendo la frase "Nada ni nadie es para siempre".

    En un pequeño laboratorio montado por ella misma en un edificio abandonado se sintió muy sola. Con la alucinación un temor indescriptible la asaltó.

    Sus manos temblaron al tratar de anotar los síntomas en una libreta. Completó su reporte con una especie de recomendación para ella misma. "No puedo hacerlo sola, necesito que alguien me ayude, que alguien me vigile si se presentan de nuevo las alucinaciones".

    Se alejó del instrumental y se acostó en el piso esperando a que los síntomas desapareciesen por sí mismos, aunque esto era una conjetura. Podría pasar también que esto empeorara llevándola a la locura.

    Se durmió después de sentir más intensamente el mareo.

    Afuera un mendigo se había acercado a husmear pues había visto que estaba abandonado el edificio. Buscaba donde quedarse para pasar la noche pues iba de una ciudad a otra.

    Al entrar vio una escena de lo más rara. Una mujer muy bien arreglada. Maquillada con tonos obscuros, una bata de laboratorio. Dormía respirando con dificultad mientras sudaba como si tuviese fiebre.

    En unas mesas había instrumental químico y biológico. Muchos esquemas, anotaciones en unas pizarras.

    El hombre vio a Nicolleta pero tuvo miedo de verla morir.

    La levantó llevándola hasta una cama. La miró largamente. No sabía que hacer. Solo se le ocurrió hacer tiras unos trapos y ponerlos en su frente.

    Al asegurarse de que al menos respiraba más tranquila, se separó de la cama buscando comida. La tripa le pedía algo de comer. Fue hasta una especie de alacena llena de enlatados. Abrió unas latas y comió directamente del bote.

    Una vez saciada su hambre y viendo que la mujer mejoraba decidió dormir. Estaba cansado de caminar. Se acostó a un lado de Nicolleta en la cama. Por un instante le cruzó al idea de abrazarla y acariciarla. La idea se esfumó al reconocer en ella algo que hace mucho tiempo el hombre tuvo a su alcance. El calor de una mujer que amaba. Le dio la espalda y se durmió.


    XXI

    La asamblea había estado toda la tarde sesionando, lo cual los había desgastado sobremanera. Algo que se supone iba a ser una junta tranquila en la que solo se daría el nombramiento de Lorenzo Positano como nuevo CEO ahora era algo parecido a una discusión. Luego uno de los accionistas bromeó diciendo que tenía un tercer candidato, un hombre misterioso capaz de unir a la familia Positano.

    Los demás recibieron con hastío esa broma. Al terminar la tarde decidieron que al día siguiente se escucharía nuevamente la posición de Gabriele y de Lorenzo. Acto seguido se haría una votación.

    La gente de más experiencia estaba más a favor de Gabriele, mientras que otros querían a Lorenzo debido a sus negocios.

    Gabriele salió del edificio un poco preocupado. Se suponía que Nicolleta le marcaría para enterarse del resultado de la reunión. Sin embargo ya había transcurrido un buen rato desde que comenzó la reunión y aún no le marcaba. Tuvo la sensación de que algo no iba bien. Pero, no sabía como contactarla.

    Esa mujer le había dado mucha información acerca de la empresa, de los contactos de Giani, de los directivos e inclusive de Lorenzo. ¿por qué no se presentaba ella como candidata a CEO?

    ¡Ah sí! Estaba acusada de un delito, uno muy grave. Deshacerse del anterior CEO.

    Cuando le preguntó por su tartamudeo ella solo le dijo que se había tratado con un buen médico. Luego Gabriele le preguntó por la ropa lujosa que llevaba. Nicolleta solo le dijo que había heredado de una tía lejana. Eso le hizo sospechar, pues sabía del origen humilde de la mujer.

    Decidió sin embargo confiar. Algo en ella era muy firme, como si ella fuese incorruptible, como si quisiera hacer lo correcto sin importar las consecuencias.

    Lorenzo alcanzó a Gabriele justo antes de que subiera a su auto mientras su chofer lo esperaba listo para arrancar.

    - ¡Sobrino! ¿De verdad vamos a jugar este juego?

    - Tío, no es un juego. Quiero ser el CEO tanto como tú. No le veo nada malo a intentarlo.

    - Gabriele, no es un puesto fácil de llevar. Mucha responsabilidad, muchos enemigos... Ya ves lo que pasó con la asistente de tu primo..

    - Nicolleta murió también. En condiciones muy raras.

    - ¿Qué tiene de raro? Huía de la policía junto con su cómplice.

    - Ajá. Su cómplice... no lo sé tío. Ella no parecía ser de esas personas que andan por ahí con tipos rudos que traen pistola.

    - ¡No la conocías bien Gabriele! - río Lorenzo - no me digas que te gustaba la muchachita.

    - Pues.. si tío. Me gustaba. Por que era buena y noble en un mundo profano y lujoso como en el que nos movemos.

    - ¿Profano? Suenas diferente sobrino. ¿Estudiar en el extranjero te dio el derecho de criticar nuestros negocios?

    - No tío, me dio el derecho de estudiarlos. Y lo que encontré no me gustó nada. Hay acuerdos sin documentar.

    Lorenzo se puso tenso. Ahora estaba como al principio, frente a un sobrino que se le oponía y además que sabía de sus tratos turbios. En respuesta suspiró e hizo un gesto de duda.

    - ¡Hasta mañana sobrino! Mañana será otro largo día.

    - Tío Lorenzo, hasta mañana.


    XXII

    Nicolleta despertó al día siguiente cuando le llegó un mal olor. Era el de una persona sin bañarse en días. Un dolor de cabeza le hizo recordar lo que le había pasado el día anterior

    En la cocina improvisada al otro lado del laboratorio vio a un hombre calentando comida enlatada y pan. Ella se mostró curiosa y cautelosa. El hombre traía ropas raídas, sucias y malolientes. Cuando el hombre volteó a verla, ella se le quedó mirando con sus ojos cafés, una mirada profunda.

    - ¿Quién eres?

    - Mi nombre, ja... ya lo olvidé. Te vi ayer tirada en el suelo y no sabía estabas muerta. Tuve miedo.

    - ¿Me cuidaste?

    - No. Solo te puse trapos en la frente. La fiebre se fue.

    - ¿Qué haces?

    - Nada, el desayuno.

    Le llevó el plato hasta la cama. - Come - le ordenó.

    - ¿Cómo te llamas?

    - Oh que la canción con esa pregunta. No lo recuerdo o no lo quiero recordar.

    - Pudiste llevarte las cosas de valor. ¿qué clase de persona eres?

    - Eso mismo me pregunto yo... ¿quién eres mujer de bata?

    - ¿Cómo debo llamarte?

    - ¡Eres muy terca! Ashh,,,, Está bien. Llámame Roderic.

    - ¡Roderic! ¿Qué quieres de mi?

    - Nada, solo estoy de paso.

    - ¿nada? Dinero, comida, ...

    - Comida si... dinero no... estoy harto de que me presionen por dinero.

    Nicolleta notó que era un vagabundo pero se expresaba bien. ¿cuál sería su historia?

    - Así que ¿quién eres mujer de bata? ¿Una química o una bióloga?

    - Ninguna de las dos.

    - Jajajaja... que buen chiste... He visto tus anotaciones. Son estudios de química y biología. También medicina.

    - Roderic... ¿cuál es tu IQ?

    - Jooo... ¿por que haces esa pregunta?

    - Estoy buscando un asistente. ¿estarías dispuesto a hacer experimentos conmigo?



    XXIII

    Lorenzo Positano estaba fumando tranquilamente en el balcón de aquella habitación de hotel. Cuando sintió como alguien pasaba por la puerta que separaba la habitación de ese espacio.

    Él pensó en el cuerpo de su amante ya de por si hermoso, acentuado con la ropa que recién le había comprado. Esperó a escuchar su tono de voz insinuante.

    En lugar de ello escuchó la voz de un hombre, una voz profunda. - Lorenzo Positano....

    El hombre de negocios volteó un tanto asustado turando el puro nervioso. - ¿Qué diablos? ¿quién es usted?

    - Quiero ayudarlo. Es todo.

    - ¿Ayudarme? Ja... ¿Usted? Está ocultando su rostro detrás de ese hábito de monje. Déjeme ver quien es.

    - Aún no... Señor Positano. Quiero ayudarlo. Sé que toda su vida ha buscado a gente como yo. Una persona diferente. Sé que cuando ve a los ojos a los demás lo que encuentra es miedo de tomar lo que les pertenece o lo que podría ser suyo.

    - ¿es usted de la mafia o algo así?

    - No. Trabajo solo. Bueno,,, casi solo. He conseguido recién a una ayudante gracias a usted.

    Lorenzo se acercó al hombre encapuchado - ¿Cómo me ayudaría usted?

    - Quiere ser un CEO.

    - Muchas personas saben eso...

    - Pero también quiere eliminar del camino a sus oponentes. No quiere más sorpresas, ¿no es así?

    El hombre de negocios lo miró dubitativo - ¿Y cómo lo haría usted?

    - Me desharía de su sobrino Gabriele... De una forma inteligente.

    - ¿Lo borrará del mapa?

    - Algo más elegante. Todos tenemos un vicio, una adicción. Si no la tiene, la fabricaré. Y usted tendrá el campo libre.

    - Y ¿qué quiere a cambio?

    - Quiero su planta de medicamentos en el norte.

    - ¿Una planta de medicamentos? No. Es demasiado.

    - Entonces no tendrá mi ayuda.

    - Yo puedo solo, no se preocupe.

    - Si cambia de opinión - dijo el encapuchado - siempre puede avisarme con Yuna.

    - ¿Yuna? ¿quién es Yuna?

    - La va a conocer pronto Lorenzo Positano. Muy pronto



    XXIV

    Roderic se metió a bañar a regañadientes. Aceptó solo por que fue una de las condiciones que le impusieron para quedarse hasta la noche.

    Quería descansar. había caminado por días y ahora que tenía comida y un techo quería aprovecharlos un tiempo más. Iba de camino al norte donde buscar trabajo en época de verano o al menos donde los turistas le pudiesen dar más limosnas.

    Confiaba y no confiaba en esa extraña mujer de mirada profunda y voz sonora. Era una mandona. le gustaba decir que debías hacer y que no, como hacerlo, a qué hora y por si fuera poco también bajo que condiciones. Era como tener una esposa que no era tu esposa.

    Su esposa...

    La recordaba. Si ella estuviese ahí le diría que era un blandengue por dejarse manipular por una completa extraña. Pero ... había algo en Nicolleta. Parecía alguien muy inteligente y le había dado mucha curiosidad lo que leyó en sus anotaciones acerca de bioquímica, su especialidad, la que estudió cuando era una persona "normal".

    Era un estudio muy profundo sobre la reacción del cerebro a ciertas sustancias y como modificaban la conexión sináptica en ciertas regiones a nivel cerebral y muscular. Algo peligroso pero fascinante.

    Al terminar de bañarse escuchó los pasos de la mujer maquillada como una gótica pero con bata blanca. Algo disonante para él.

    - ¿Roderic ya lo pensaste? ¿Me ayudarás?

    - ¿Quieres decir que si te dejaré hacer experimentos con mi cerebro?

    - Puedes convertirte en un genio. - dijo ella en un tono anhelante.

    - También puedes matarme...

    - No, no te matará.

    - ¿Cómo puedes estar tan segura?

    - Porque yo tomo las pastillas.

    - ¿Y quieres que te crea?

    - Es tu decisión. Y si me ayudas podemos volvernos tan inteligentes que nadie nos detendrá jamás.

    - Buscas tentarme. Hace mucho que mi ambición se apagó mujer...

    - ¿Qué puedo darte a cambio?

    Roderic lo pensó mientras jugaba con las hojas de la investigación. Cada que las releía encontraba un nuevo detalle, algo que llamaba poderosamente la atención. Nicolleta lo notó. Sabía que estaba interesado.

    - ¿Viste el enlace generado por estas moléculas? Esto podría matar a una persona, pero no lo hizo contigo. ¿Por qué? - dijo Roderic casi en un susurro.

    - No lo sé. He probado a investigar si hay alguna relación con mi dieta, pero es muy común.

    - ¡Nicolleta! - dijo al ver su registro de peso, talla y afecciones.

    - ¿Qué pasa?

    - Tú estabas diagnosticada con un problema relacionado a un síndrome que te provocaba espasmos en el habla.

    - Si. ¿qué tiene de interesante?

    - Tomaste medicamentos de adolescente para tratarlos...

    - Si, pero no funcionaron.

    - Eso es lo que tú crees.... Todo medicamento tiene la probabilidad de alterar nuestro cuerpo. En tu caso te dio una especie de protección en esas sinapsis. ¡Oh por Dios! Eso es... si... la sustancia activa generó nuevas condiciones. Si... tenemos que estudiarte Nicolleta...

    - ¿Eso qué quiere decir?

    - Que no tienes un asistente Nicolleta. Tienes un doctor que va a estudiarte para encontrar como funciona esta droga....


    XXV

    Yuna estaba cansada, muy cansada. Ese día de trabajo había sido muy, pero muy difícil. Mucha documentación y sobre todo entrevistas.

    Francisco lo notó y para relajarse la llevó a un pub con un ambiente un poco más privado. Bebían tranquilamente sin platicar por un rato para darle espacio a recomponerse. Cuando finalmente sintió que la cordura volvía a ella, Yuna le agradeció por conseguirle la cuenta en Italia.

    - No es nada Yuna. - escribió Francisco en la red social por la que se comunicaban

    Eso hacía más llevadera la comunicación, aunque fuera difícil. Claro que ya habían aprendido palabras y frases simples en el idioma del otro, pero para dar un beso o abrazarse no hacen falta muchas palabras para pedirlo.

    - ¿Qué harás ahora? Tendrás que ir a Italia sola para entrevistarte con el nuevo CEO.

    - Iré.

    - Te acompañaría pero tengo problemas aquí con mis compromisos.

    - Tranquilo, puedo ir y regresar. Solo unas firmas. - y acompañó la frase con un emoticono sonriente

    - Un día te llevaré de vacaciones a Italia.

    - Iremos. Me gusta Venecia.

    - Pensaba en un lugar más al norte. Pero está bien.

    Se calmaron y sonrieron. Eran vistos por un hombre extraño vestido de negro. Pasó lentamente dejando caer un sobre en la mesa de ellos de manera disimulada mientras se daban un beso tierno y pausado.

    No notaron el sobre hasta que se iban a retirar del local. Yuna se lo llevó consigo pensando que lo había olvidado Francisco.

    Ese sobre iba a cambiar el rumbo de mucha gente para siempre.
     
    #2
    Última modificación: 10 de Agosto de 2023
  3. El nick

    El nick Poeta recién llegado

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    :eek::eek::eek::eek:Lluna???¿¿?¿ Yuna¿?¿?¿?¿ Yoouhna¿?¿?¿¿?¿??¿

    Nota, con respecto al capìtulo 1. jjjjjjj
     
    #3
  4. silveriddragon

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    XXVI

    Una niña de cabello largo que se peinaba unos rizos muy bonitos soñaba intranquila esa noche. Estaba muy triste desde que se enteró que su padre no iba a ir a visitarla nunca más.

    Los empleados de la casa y su madre la cuidaban pero aún anhelaba escuchar la voz de su padre. Realmente extrañaba escucharlo contar historias para hacer que durmiera después de los tratamientos a los que era sometida.

    Ella. Su nombre es Ella. La pequeña Ella Positano ahora se revolvía en su cama mientras apretaba los párpados y extendía los brazos sin control.

    Estaba teniendo una pesadilla. Dentro del mal sueño veía a su papá alejarse mientras un hombre encapuchado le mostraba unas pastillas.

    Despertó con los ojos llorosos y sudando. Al verse sola en ese cuarto de hospital se sintió mal. Necesitaba un abrazo, el contacto confirmante de su madre.

    Pero no estaba sola.

    En un rincón frente a su cama la figura de una mujer vestida de negro se acercó para consolarla. No se acercó abruptamente si no de manera pausada mientras hablaba.

    - Ella.... ¿estás bien?

    - Si.. --- dijo ella mientras extendía los brazos pues aún estaba adormilada y pensó que se trataba de su madre.

    - ¿Quieres que te abrace?

    - Abrázame y cuéntame un cuento como papá...

    - No sé contar historias...

    - Inventa una..

    Nicolleta no supo que hacer, así que sacó rápidamente el celular que le dio el encapuchado y buscó uno en internet.

    - Había una vez - comenzó - un hombre muy rico que tenía una hija muy inteligente a la que le gustaba leer. Su mayor tesoro eran los libros que había acumulado a lo largo de los años. Tenía libros en múltiples idiomas y con muy variada temática.

    Nicolleta continuó leyendo una historia en la que la protagonista crecía creyendo que las fantasías de los libros eran realidad, pero eso precisamente le daba ánimos para enfrentar la realidad.

    Al terminar la niña se había quedado dormida.

    Mientras la cubría para que durmiera bien le acarició el cabello. Esa niña le causaba mucha ternura pues era la hija de su último jefe.

    La quería proteger, pero también la quería curar de su mal. Pensó en un plan para usar las pastillas como tratamiento para su mal. Después de todo a ella la habían regresado casi de la muerte,

    Roderic disfrazado de enfermero vigilaba afuera con una mochila llena de fármacos tomados del dispensario. Se asomaba de vez en cuando solo para ver a Nicolleta contemplando a Ella.

    Él se sentía extraño al ver a la mujer y a la niña. Era como ver a su esposa. La esposa que perdió, que añoraba. Pero Nicolleta era mucho más que una mujer conformista que vivía en un suburbio. Era algo semejante a un espíritu rebelde, uno que quería buscar algo más allá de los placeres de la vida sencilla.

    Roderic fue un profesor de bioquímica muy prestigioso. Hasta que su obsesión por la ciencia le hizo perder el contacto con su esposa. Después cuando ella se fue, se arrepintió terriblemente llevándolo a una depresión profunda. Se alejó de los libros, de su familia y amigos y se volvió un vagabundo. No quería saber nada de la sociedad.

    Encontrar a Nicolleta fue una coincidencia que le estaba cambiando la vida nuevamente.


    XXVII

    Un hombre encapuchado estaba frente a Yuna. Un hombre cuya vestimenta de cuero negro la intimidaba pero la paralizó.

    Era de noche, y Francisco no estaba. Yuna había salido tarde de una reunión con unos clientes. Al intentar caminar unas cuadras para tomar el autobús se había topado al dar vuelta en una esquina con ese hombre extraño.

    - Yuna. Hablemos un momento.

    - ¿Qué quiere? ¿Dinero? - preguntó con nerviosismo.

    - Tranquila Yuna. Quiero darte lo que deseas. Quedarte en occidente con Francisco.



    XXVIII

    La junta de accionistas había sesionado en privado. Eran mucho y muy diversos sus intereses con la empresa. Sin embargo todos buscaban establecer un acuerdo acerca del rumbo que debería tomar la empresa y asegurarse esta vez de que esta misión y visión no cambiasen aunque el CEO tuviese que irse o dimitir.

    Un hombre de gesto serio y estricto habló con voz profunda - Quiero ver un futuro en el que esta empresa prevalezca más allá de un CEO. Una imagen independiente de las ideologías de los lideres. Hay que encaminarla hacia el futuro.

    Unos asintieron mientras que otros miraron con cierto gesto de incredulidad a esta persona.

    - ¿propones entonces la especialización?

    - No. Dividamos la empresa nuevamente en sectores. Reorganicemos conforme a la visión de futuro que queremos.

    - ¿esto no debería de hacerlo el CEO?

    - Así es. Solo asegurémonos de que esa organización refleje nuestros intereses.

    - Queremos a alguien joven y que dure en el puesto. Que rompa con lo establecido. Que haga propuestas pero... que también nos consulte cuando esté perdido.

    - Creo que entonces todos estamos de acuerdo, ¿no es así?

    - ¡El nuevo CEO será Gabriele Positano!



    XXIX

    Nicolleta y Roderic estaban experimentando con la droga.

    La analizaron, dividieron y mezclaron nuevamente con otros tantos compuestos.

    Pasaron noches enteras aplicándola como píldoras o inyecciones en conejillos de indias. Hasta que obtuvieron la respuesta.

    Se estabilizó. Lograron que el efecto se estabilizara.

    Nicolleta no quería morir y comenzó a tener alucinaciones cada vez más seguido. La sed que sentía comenzaba a iniciar.

    Roderic intentó detenerla, pero fue muy tarde.

    Vio como Nicolleta bebía la sustancia directamente del matraz sin diluir en una dosis pequeña.

    Al parecer no había ocurrido nada.

    Roderic se relajó y pensó que había fallado por que no calcularon bien la dosis para un ser humano.

    Comenzaron a cenar cuando Nicolleta sintió que se le nublaba la vista,

    Se tomó de la garganta mientras el mareo regresaba pero de una forma distinta. Ahora ante si aparecían luces brillantes que parpadeaban. No sentía dolor de cabeza.

    Sus manos cambiaron. Se le hicieron unas pequeñas marcas blancas.

    Roderic la contuvo como si se tratara de una nueva crisis.

    Mientras Nicolleta veía ahora con nuevos ojos el mundo. Al parecer había mejorado el efecto que la volvía inteligente y en el proceso también sintió algo en su psique.

    Cuando se recuperó y habló, Roderic notó casi de inmediato el cambio.

    - Querido Roderic...

    - ¿Estás bien? - dijo él, mientras analizaba las pupilas de ella - tu voz Nicolleta... Es diferente. La modulas diferente y ese acento no es el mismo

    - Ahhh... me siento... mucho mejor.. ¿sabes Roderic? creo que llegó la hora..

    - ¿La hora de qué? - preguntó Roderic notando un aire distinto en ella.

    - Nosotros podemos ser dueños de nosotros mismos. No debemos seguir las ordenes de esa persona.

    - ¿te sientes bien Nicolleta?

    - Jamás me he sentido mejor.. Ohh... acabo de tener una idea brillante.

    - ¿Qué idea?

    - Quizás no seamos los mejores por que no podemos soportar los efectos de la droga. Pero alguien muy fuerte... muy muy fuerte puede hacerlo. Su constitución física debe soportar una dosis mayor.. ¿has escuchado las teorías del superhombre Roderic?

    - Si, alguna vez en la universidad...

    - Busquemos a alguien que soporte la dosis suficiente para convertirse en ese superhombre. Y él será capaz de salvarnos de esta droga, de mejorarla como lo hemos hecho nosotros...

    - Nicolleta... ¿estás bien? hablas como si fueses.... no sé.... una mujer diferente.

    - Soy diferente Roderic. He despertado. Y quiero salvarme y salvarlos a todos.
     
    #4
    Última modificación: 12 de Abril de 2024
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  5. El nick

    El nick Poeta recién llegado

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    27 de Junio de 2023
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    like Silver, definitivamente tu obra tiene detalles que generan emociones. Feliz noche.
     
    #5
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