RÈquiem de un asesino

Sangras, te quejas, te duele, sucumbes
es hora…
No hay vida para ti,
Solo muerte, desesperación y una pizca de desasosiego*
en la ubicuidad de las horas
con el solitario reloj de pared, inerte
Ese ser misógino que te mira*
con atisbos inherentes de un mal presagio.
Ya pronto te irás.
No piensas nada, solo yo pienso.
Tú sencillamente te lamentas, gimes.
Yo decidiré tu fortuna
en el azar de los contiguos eximios segundos
Las parcas rondarán, te mirarán, te juzgarán
más bien, aquellas heridas no dejan que pienses con claridad
Quejidos, llantos, una que otra súplica.
No te irás, ya no...
No hay escape
A penas podrás ponerte de pie*
Mientras tratarás de competir con el mundo efímero de tus sueños
si los tienes…
Al fin y al cabo, en el inframundo,
Solo yo te espero...*
Piensas en cuervos muertos y yo,
en el hedor putrefacto de un miembro gangrenado,
en un pájaro descompuesto.*
Cuánto tiempo gritarás ?
Te preguntarás: porque...?
No, no es personal.
Ni mucho menos una incongruencia*
o alguna absurda venganza.
En la alegoría innegable
de la irremediable desesperanza
has vertido tu dolor en mi.
Te sellaré los ojos con dos monedas.
y caronte se ocupará de los preparativos
Te llevará, ríos y mares
Nunca conociste el mar !
Sólo tendrás que desinhibirte,*
desencontrarte con tu propia desdicha
De nada sirve…
No ruegues.*
Ese gesto es una obscenidad a mi clarividencia
Es tu momento, es tu turno
Y dejarás de cavilar y lloriquear*
Tu condición, deplorable...
Te asestaré, sí, lo haré!
Se acabó.
Aunque me pregunto,*
me preocupas entrañablemente
Qué haré con tu inhumación...?