Retroceso III

Te fuiste.
como se van las letras, las palabras, las heridas,
te fuiste con todas las cosas,
con todo lo que no teníamos, hasta un mar te llevaste en la mochila,
en los ojos unas montañas, en el alma toda mi alma.

Te fuiste para que me quede solo, para que me conozca mejor,
para que saqué las uñas de la tierra,
para que con lágrimas alimente el jardín, las flores, el inútil rencor.
Te fuiste, y ya no duele tu nombre, es mas a veces no lo recuerdo,
y es menos cuando el timbre tembloroso de mi voz lo pronuncia.
Huyendo a medianoche por los ojos cerrados es que descubro lo irremediable:
no te voy a encontrar, no te voy a buscar.

Te fuiste, una tarde, una mañana cualquiera, no recuerdo,
te fuiste y el teléfono dejo de existir, los horarios, las esperas dejaron de vivir.
Los besos, la sal del sudor, el cuerpo que mutaba en hembra de hebras felices,
el ocaso de los astros en nuestra mirada,
todo se fue porque te fuiste.
Y todo eso, y todo aquello que me guardo me pone tan feliz.

Te fuiste y no hay mordiscos,
no hay plantas carnívoras en la almohada,
ni musas enloquecidas en los dedos,
te fuiste y los animales en celo son solo animales en celo,
y la sangre en los abrazos es solo sangre sin los abrazos...

Te fuiste, como se ira un día la vida,
y no me importa que las guerras y las galaxias se acaben, se vayan,
si yo ya me he marchado,
si yo no te he terminado de querer...