1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Revelación

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por necros73, 5 de Marzo de 2007. Respuestas: 0 | Visitas: 446

  1. necros73

    necros73 Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    9 de Febrero de 2007
    Mensajes:
    2.113
    Me gusta recibidos:
    231
    Género:
    Hombre
    Revelación
    ( 7/VIII/00)​


    Soy: subjetividad, solipsismo, partícula individual.
    ¿Somos?
    Improbable, si no es que imposible, insalvable distancia entre “dos sujetos”,
    dos sentimientos,
    dos formas distintas de percibir y crear ( ¿ o recrear? ) al mundo,
    a las circunstancias,
    al lugar que cada uno ocupa con respecto al sentir del otro.
    Estoicismo puro; Epicteto:
    “Lo que depende de nosotros es libre por naturaleza, y no puede ser impedido ni forzado de ningún hombre, y, al contrario, lo que no depende de nosotros es servil, despreciable y sujeto al ajeno poder”.
    La preocupación, la felicidad de mi persona es cárcel, límite, todo aquello que esta fuera de la frontera impenetrable de mi conciencia, escapando al ¿control?, ¿certeza? De mis actos.
    No puedo influir, preocuparme o incluso crear aquello que el otro “yo” ( aquella la que amo) percibe o siente. El vínculo entre mis acciones y sentimientos dependen “exclusivamente” de mí.
    Sé lo que siento.
    Sé el porqué lo siento.
    Pero es solo un “saber” que me abarca a mí.
    No puedo llorar y esperar que mis lágrimas influyan en el animo del “otro”, pues es ese “otro” el que escapa al ámbito de mi persona.
    Entonces todo se resume a un “yo” incomunicado a lo externo, cuyo ámbito de libertad se reduce solo a aquellos aspectos que su inmediatez le permite.
    Yo siento.
    Yo amo.
    Yo temo.
    Yo; yo “pienso, luego existo” toma un cariz importante. “Afuera tú no existes solo adentro” canción que se refiere a ello sin las pretensiones filosóficas o existenciales que busco, o que tal vez nunca había querido aceptar como cierto, siempre tratando de ir más allá de mi yo para intentar brincar esa distancia que separa a mi patético “yo” de las personas que me rodean.
    Es por ello que irremediablemente todo esta condenado al fracaso en la medida en que estos actos y sentimientos son míos y por ello intransmitibles.
    Pero si ese “yo” es todo lo que soy, Cioran y su filosofía giran entorno a la pretensiosa necedad de un “yo” que se sabe infalible, que crea utopías por medio de una razón a todas luces endeble.
    “Lo que sé arruina lo que deseo”, ciertamente el saber, mengua, corta, limita, desgarra al sentimiento y no se diga al ámbito sexual – existencial.
    “Saber” consuelo pendejo que no se diluye ni convence en la penumbra de un bar que huele a orina de gato.
    Esa pretensión por abarcarlo todo: Dios, amor, al otro “yo”, todo ello en vano.
    Somos dos.
    Distintos,
    diferentes,
    insalvables.
    Dos tumbas cavadas prematuramente,
    dos soledades,
    un vodka tonic,
    un abismo entre mis acciones, que buscan plasmar, demostrar mi sentir y el “real” efecto que dicho sentimiento puede causar en ese “otro yo” tan amado, tan escurridizo, tan desesperadamente mudo, ciego, sordo, a los lamentos ahogados de mi sentir: “Hoy te quiero, el día de mañana… esta muy lejos”, esa mi única verdad, mi envenenada certeza. “Nosotros los de entonces, jamás fuimos, por lo tanto jamás seremos” (Neruda siendo revolcado por Cioran).
    “Las cosas que se van no vuelven nunca”, será por que “nunca”, en realidad, se termina de ser, de plasmar, de existir fuera de mí.
    Un mosco se posa en el mantel lleno de agujeros de cigarro y la música patéticamente melosa del radio no hace sino acrecentar la atmósfera decadente de este momento.
    Esta es mi verdad, al fin revelada: Soy. Ella es.
    No hay manera de ser dos, de unificar, salvo gramaticalmente mi sentir y su sentir.
    Somos autistas del amar, ensimismados en mil mentiras, utopías, ideas que al fragmentarse nos arrastran al fango primordial, donde lentamente nos ahogamos, ya sea en la mundana monotonía existencial o en algún etílico vicio.
    Salud amada mía, estás aquí y jamás “sentirás” este mi amor, pues tú no eres yo, por lo que hablarte de mi pasión es como describir al ciego la calidez del azul con meras palabras, o al sordo las múltiples reverberaciones de una melodía.
    Es, amada mía, escribir bebiendo un vodka tonic, en una mesa con el mantel quemado por cigarros desconocidos en un bar que huele a orín de gato.
     
    #1

Comparte esta página