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Saber que no me estoy vendiendo.

Tema en 'Poemas Generales' comenzado por lapoesiaataca, 25 de Mayo de 2007. Respuestas: 0 | Visitas: 452

  1. lapoesiaataca

    lapoesiaataca Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    7 de Abril de 2007
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    Escribir
    ahora por un tiempo,
    de mares
    y veleros,
    de pasos
    en la alta noche,
    de grillos,
    de perros,
    de una terrible soledad.
    Y no me estoy vendiendo.
    No compraran
    a mi canto,
    ni con halagó,
    ni con moneda,
    ni con otro apremio,
    ni con otro premio.
    Ni con otro grito,
    ni otra bandera
    ni la sangre derramada
    en cualquier mañana…
    por lo que digo.
    Y digo.
    Esta mañana
    y aquella ventana,
    el sol,
    la hoja,
    el árbol,
    el pájaro,
    el grito,
    el amor herido
    de muerte
    a las tres de la mañana,
    y unos pasos que se alejan,
    y el amor herido
    grave
    a las ocho y media
    de otra mañana
    y unos pasos
    que se alejan.
    Se van
    se retiran,
    vuelven,
    combaten,
    chocan contra el dique
    de lo vivido,
    gritan,
    bostezan,
    caen,
    murmuran,
    abrazan
    y gozan
    y gritan tu nombre
    a cualquier hora.
    Y se que no me estoy vendiendo.
    Y no podras
    comprar
    lo que no te di.
    No hay
    suficiente dinero.
    Y un brillo en los ojos,
    un paso,
    tu tacón inquieto
    en la esquina,
    y en los labios
    el gusto
    de mi piel.
    Un aroma,
    un tú aroma,
    un sabor,
    una piel,
    mi mano,
    el espacio
    que busca
    tu rosa
    de los vientos
    para seguir buscando.
    El vientre,
    un viento
    brutal,
    de la cintura,
    trepa vientre arriba,
    se aferra,
    se trepa más,
    se bambolea,
    se toma
    con sus manos
    de alientos
    y vida,
    a esa línea
    en tu vientre
    marrón,
    plena,
    mía,
    tallada
    a beso y caricia
    trabajosamente mía.
    Ulula,
    sopla,
    entre tu seno,
    se convierte
    en aliento,
    en mi aliento,
    en pezón,
    en marrón,
    en beso,
    en unos pasos a las dos de la tarde
    y el amor
    estaba herido
    de muerte.
    Y aun así
    no podrías
    comprar
    ni mi dolor,
    ni el próximo
    grito,
    ni mi amor,
    ni el próximo dolor,
    ni el canto,
    ni el verso,
    ni el beso,
    que yo dibuje
    en el aire
    inmenso de tu labio.
    Un labio,
    otro,
    un beso,
    una lagrima
    partiendo tu mejilla,
    un suspiro,
    la música
    alta
    te busca
    el alma,
    te busca
    el sexo,
    el pie
    y la media,
    el mantel
    soñando
    un domingo
    y un buen día
    señora,
    y un buen día
    señor
    de todos los días,
    y el encontrar
    y el encontrarme
    y mis brazos,
    en tus brazos,
    un abrazo.
    Y el amor moribundo
    a las seis de la tarde
    te nombro,
    hilvano
    una mueca
    y en la asquerosa
    vidriera social
    una comedia
    gritaba
    amor
    y odio
    y mentira
    y fe
    y traición,
    y sexo.
    Y supe de pronto
    que no me estaba
    vendiendo.
    El amor
    no podía morir,
    ha muerto,
    porque no voy a morir,
    he muerto
    y te has ido,
    no estas,
    estas entre
    otros olores
    y brazos
    y palabras
    y susurros,
    y el canto
    se rebela.
    Se alza
    en sus pies
    inseguros,
    levanto
    mi mano,
    abrazo el aire,
    rompe
    el silencio,
    el oropel,
    el eco
    dice amor
    y amor el grito.
    Y no estas comprando
    mi pecho,
    ni mi voz,
    ni mi hoy,
    ni mi ojo,
    ni mi lengua,
    ni mi dolor,
    ni mi placer,
    ni mi historia,
    ni una mi alma
    que nunca tuve,
    ni mi próximo abrazo,
    no tienes con que.
    Digamos
    un paso
    y otro,
    una silueta
    que se esconde
    en la esquina
    más próxima
    cuando te busco.
    Y la bandera
    de tu pelo
    libre
    en la prisión
    de la mano.
    Sin broche,
    por el aire
    libre.
    No esta en venta.
    No los puedes pagar.
    Te lo regalo
    con este manojo
    de rosas
    amarillas
    y rojas
    y blancas
    y negras
    con aroma
    de mi tiempo.
    Que importa ya,
    quizás
    solo un tiempo.
    Angustiante,
    perentorio,
    terriblemente
    injusto,
    completamente
    mío,
    tuyo.
    Saber que no me estoy vendiendo.
     
    #1

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