Sabores... Aromas...

Tengo que matar
este amor que me tiene muerto,
esta herida con la estaca de tu olvido,
este tiempo de luces desorientadas,
el registro de tu piel inescrupulosa,
el sedimento con enojo
de carguero insaciable,
las horas con ayuntamiento de sueños;
debo legalizar la pena de muerte
contra tu belleza irreparable,
desembarcar los truenos
y desembocar esta fantasía de corazón atribulado;
me tengo que morir
con lejanía de juventud
en el reparo de tu audiencia,
desatar el asesino porvenir de las horas en duda,
confabular contra mi memoria obtusa,
padecer como la porcelana
en una cena rota, aminorar la tregua,
desmoldar el mimbre del tiempo,
supurar el opio de tus ojos, acaecer el pudor
del verano entumecido contra tus piernas,
desalojarme de ti con tu presencia
de sombras cardinales, matar la ira,
envolver el llanto y depreciar la piel
que fecunda la ligereza del ancla
con que me arrastras insoportablemente;
me debes el espanto durmiente
de estos sueños que te visitan,
me debes la impotencia de la tierra fértil,
la caducidad del agua bendita, la ironía del esmero,
me debes los alicates del orgasmo
contra la antología de tu sombra que mata,
me debes el cielo subterráneo, la tiza de las olas,
la melancolía del semen, la perforación de los tactos,
la residencia del apetito, los sabores,
la cama con helecho de aromas,
me debes la vida entera
que te robas con azúcar
dejándome diabético frente a tu ausencia…

 

Hermoso, hermoso, un gran trabajo, espléndido, estupendo.