Sacrificios

Negros y densos nubarrones
rodeaban el torreón mayor
de la inhóspita abadía.

A lo lejos, en el aire,
crepitaban
rayos eléctricos.

Son dos torres difusas
entre vapores sulfúricos;
en el bajo foso circular
las aguas petroladas
hierven, burbujeantes.

Sin rastro de un ser humano.
Sólo alimañas por las paredes
serpientes en los pasillos
acompañan la morada.

Hay en la bóveda central
una extraña ceremonia:
en alta y maciza piedra
un niño se agita, asustado.

Ya el puñal sube y baja
abriendo en dos
el tierno pecho.

Se ha cumplido el mandato.
Unas sombras se resuelven,
van como almas en pena.


¡El cuerpo descuartizado
es ahora un ángel hermoso:
centellas multicolores
rodean su testa
cual viva corona..!

 

Una macabra escena de cómo se puede crear un ángel... en un rito tan oscuro y perverso, que es como si la noche hubiese parido al sol...

Muy buen escrito, me encantó. Saludos,