Sale a la calle

Sale a la calle, sin mirar nada ni a nadie
las piedras le hieren, no parece importarle
descalza la tienen, atada de manos y talle
su cabello despeinado... al aire.

Escucha gritos y bocinas a su espalda
su mirada ausente, extraviada
solo un objetivo en su mente: encontrarle
ignora los ojos que en su figura se detiene.

En su mente tiene su amor desaparecido
eso la sostiene, y entre tropiezos sigue su camino.
Le cuesta mantener el equilibrio...
más no importa, hoy llegará a salvo destino.

No comprende el porque del alboroto
muchas voces se extienden en su entorno
ella las ignora y sigue a su antojo,
llegará con él, de éste u otro modo.

Besos ardientes, brazos de muro
ojos de ébano, labios como ninguno
su amor la espera, eso lo tiene por seguro
se irán juntos, al otro lado del mundo.

Lanza un grito y alguien la sujeta
personal del hospital:
enfermeros e intendencia
la levantan en vilo y sin más la inyectan.

Los mira cansada, sin pasión en la frente
ella ha llegado al encuentro de la muerte.
Ha triunfado... su corazón se detiene,
es libre, sino de cuerpo, sí de mente.

Un pseudo doctor declara cansado:
“Veinte horas, muere el paciente”
le cierran los ojos y aflojan las ataduras.
Ellos saben poco. Ella es libre en las alturas.