Salirme del rebaño

Me gustan los corazones de papel

que arden fácilmente,

me gustan las miradas que no se apartan, que se sostienen...


nunca entendí

cuando la zarza en llamas

me habló,


como quieres que escriba un bonito poema

si tengo la alegría pero me falta la pena,


dándole forma a las nubes, contando mis olivos,

haciendo eco en el pozo del olvido,


que no soy tu perro andaluz,

aunque en mi ventana

nunca faltan las flores,


ya nada me interesa

a un minuto de tu enajenación,


sólo la simplicidad de la palabra

al alcance de mi mano

escrita

en un papel cualquiera.