Saltos de Fe.

Querida(o):

Cuando un amigo se te acerca, subrepticiamente, y te susurra al oído aquellas cosas que se andan diciendo sobre ti, a la vez que te insta a cambiar su percepción, probablemente él tampoco sea la excepción. Caminar por el pabellón de los ‘vivos’ invariablemente siempre constituirá una especie de salto de fe, pues cometeremos un millar de errores y manifestaremos no menos agravios tanto contra los demás como contra nosotros mismos, aunque, qué más nos queda?: quedarnos en cama durante el día entero, aunque por experiencia propia, déjame decirte no funcionará en absoluto, te volverás parcialmente loco y lo único que conseguirás es minar la fuerza que te queda, esa que está destinada precisamente a tomar acción en el mundo.


No temas. Muévete. Avanza sin prisas pero sin pausas realizando aquellas cosas que te vuelvan saludable, fuerte y vivaz. Acepta el dolor inherente a todo humano, que es aquel que nace de la sensación insoslayable de encontrarnos totalmente solos y desconectados a nivel profundo con nuestros pares, pues, permíteme decirte que ellos, en modo alguno, constituyen una excepción ante aquel sentir. Es más, quizás sea precisamente aquel vacío existencial que todos compartimos la característica que en verdad nos hermana mas allá de lo estrictamente superficial y pasajero.


No huyas del amor, abrázalo con intensidad sobrehumana, sin retirarte de esa formidable experiencia de unión y disipación temporal, simplemente porque temes apegarte demasiado al objeto de ese amor. Se trata de una de las experiencias de simbiosis más extraordinaria e intensa por la que podamos pasar, y que en mi opinión todo debiésemos experimentar, al menos una vez durante nuestras fugaces vidas. Quiero decir, ya tenemos experiencia de sobra relacionándonos superficial, juguetona y desinteresadamente con los demás como para salir huyendo justo cuando se nos comience a dar el otro extremo del espectro relacional: la complicidad, el compromiso, la intensidad y la verdadera intimidad. Es cierto, el tiempo quizás lo disipe, pero nunca sabrás si quizás no habría sido así, y probablemente no surja nuevamente una oportunidad así… ni en 20 vidas.


No huyas del dolor. Es el sufrimiento lo que te permitirá conectarte, en especial, con aquellos que no conoces en profundidad. Al sufrir, surge en todos nosotros una apertura y sensibilidad especial que nos permite empatizar con los padecimientos de los otros, pero también, valorar sus anhelos y esperanzas. Así como no puedes explicarle el concepto del color a un ciego, tampoco podrás comprender ni ponerte en el lugar de otros a menos que experimentes sentimientos y sensaciones, como mínimo, parecidas. El gran daño que ocasiona crecer en un ambiente en que se nos priva de sufrir es que llegado el momento, incluso un mínimo sufrir nos desarma completamente, huimos de él y en ausencia de su experiencia, nos volvemos hedonistas, frívolos y crueles. Solo ve como se comportan las elites dominantes y tendrás una noción bastante precisa sobre aquello que trato de expresarte.


No pediste nacer, pero ya estás aquí. No pediste vivir, pero… ya estás aquí. Puedes optar por morir, pero ese deseo surge directamente de algo sobre lo que nunca tuviste control: nacer. Por tanto estarías actuando, aún, basado en precisamente aquello de lo que tratas de huir. Jijiji!. Lo siento, este es un condenado dilema y, francamente, no queda más que reír desafiantes ante el absurdo.


Amada(o), ante un universo indiferente, surge una posibilidad deliciosa. Podemos crear nuestro propio sentido dentro del caos. Ser héroes al enarbolarnos firmes y valientes, actuando en base a lo que hemos definido como correcto, a pesar de los implacables y continuos embates de un mundo que sigue su propio curso, al margen de aquellos a quienes deba arrasar para seguir, como si nada, con su eterno rodar mecánico e imparable. Ríe desafiante, no pierdas la bondad, no huyas del amor, haz aquello que te vuelva sano(a), fuerte y feliz.


Y como todos los círculos se cierran y todos los procesos capitalizan, permíteme volver al comienzo, a la vez que te propino un puñetazo ontológico para luego gritarte a todo pulmón: NO TEMAS! (o mas bien dicho, no actúes basado en el temor)

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Hasta que la muerte me arrebate.

Vrnt.​

Ps. ¿No serás de quienes esperan que este frio e indiferente universo recuerde y celebre la fecha de tu cumpleaños, no? Si la respuesta es afirmativa, olvida todo lo dicho anteriormente… imprímelo en roneo y utilízalo como papel sanitario.​

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