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Sangre, sudor y lágrimas

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Kein Williams, 23 de Junio de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 438

  1. Kein Williams

    Kein Williams Poeta fiel al portal

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    Hombre
    Ambos se amaban, estaban a 10 metros el uno del otro, pero a siglos de estar juntos. Ella la hija del terrateniente, él tan solo un caporal que le robó el corazón, aunque en realidad él se fue solo, se soltó de cada vena, de cada arteria, bombeó lo último que pasó de sangre y se fue así como quien va por unos cigarrillos luego de leer el periódico, o de tomarse un café en algún boulevard. Pero su pecho no estaba vacío, ¡No, claro que no! Tenía el corazón de él que había hecho exactamente lo mismo, quizás por eso es que se entendían tanto, quizás por eso es que se sentían uno. Habían luchado con el tiempo, desde que ella lo usaba como burrito de marcha, desde que él le arruinó el vestido de iglesia, tantas historias vividas, tanto sudor puesto en un trabajo que se pagaba con un plato de comida, el patrón tiraba migajas, pero no sabía que el golfo tenía para sí su bien más preciado. Tantas lágrimas vertidas por los azotes, por el hambre, tanto soportó hasta llegar a ser la mano izquierda, el que muerde la mano del amo. Tal vez en su momento sintió que traicionaba a quien lo alimenta, pero ¿Quién no gusta de ver el amor tan cerca? El amor tocó sus puertas y desde entonces la llevó en la sangre, fue su paz, fue perfecto. Nadie recuerda como empezó el sentimiento, quizás las cosas inexplicables son mejores sentirlas, vivirlas, poseerlas. Y ambos se vivían, estaban a escasos 10 metros, pero los rayos del sol estando a millones de kilómetros solo necesitaron minutos para estar a sus pies, ellos se pertenecen, ¿Quién dijo que lo que pusiste en el mundo es de tu propiedad? Los legados son continuidad, mas no pertenencias. El sudor recorre sus manos, tienen todo preparado para la noche, ya alistaron los cuatro mejores caballos, irán con rumbo al Sur, luego borrará el rastro y soltará dos caballos con rumbo oeste, y ellos seguirán su camino. Aunque está decidida ella está llena de lágrimas, ama a su familia, pero sabe que jamás aceptarían éste amor. Él la besa y besa su vientre, dentro hay una criatura que lleva su sangre, si ellos se enteran será el fin de todo, no tienen opción, deben marcharse.
    - Buenos días Señor, mis papás no están, puedo traerle un vaso de agua o si prefiere un poco de aguardiente que mi papá esconde debajo de la montura... shht no le vaya a decir a nadie.
    ¿Por qué llora señor? ¿Acaso dije algo malo? Ya sé, no le gusta el aguardiente. Bueno alguien como usted debe tomar lícores caros, pero nosotros somos gente humilde, aún así al estar aquí es nuestro huésped y es mi deber atenderlo
    - ¡Eres tan hermosa como tu madre! Mi niña, ¿Ella no te habló de mí? Yo, soy tu abuelo.
    Se necesitarían mil hojas para explicar las emociones que surgieron en ese lapso, la aceptación, el reencuentro. Él primero sintió rabia, luego tristeza, y ahora está ahí con ellos. Y así otra historia empezó.
     
    #1

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