Santiago de Chile

Santiago de Chile



¡Cómo no quererte,
Santiago de mi alma!
Cuántas bellezas acunas,
¡Cuántas primaveras regalas!
Frágil, dulce, risueño,
vas contando a Chile
de lo que eres dueño.

Primero, te cruza la cordillera,
coqueta, enamorada,
como una novia de falda blanca;
y te sonríen desconocidos,
gentes de todas partes,
unidas por patriotismo.
¡Cuánto más me das
de lo que pido,
Santiago noble y querido!
De Quilicura a Lo Barnechea,
de Puente Alto a La Alameda.
Todas tus rutas florecidas,
invadidas por risas de niños,
guitarristas, poetas, mimos,
vendedores y vanguardistas.

Entre tu gente,
gauchos, huasos o europeos,
al llegar septiembre,
alzamos todos un pañuelo,
recitamos una paya
y nos ponemos un sombrero.
¡Cuánto te añoraré cuando me vaya,
Santiago, conocedor de mis secretos!
¡Es tanto lo que yo te quiero,
que de tu ofrenda no podrá alejarme
ni un amor, ni una muerte, ni un destierro!

 

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¡Qué belleza, Chile, hermanito!... ¡y qué belleza tu homenaje!.

Un abrazo que cruce la cordillera.