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Se sintió raro

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Asklepios, 16 de Febrero de 2021. Respuestas: 1 | Visitas: 349

  1. Asklepios

    Asklepios Digamos que a tientas

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    Se sintió raro en cuanto se despertó pero fue recuperar esa proyección que siempre a todos se nos dibuja en cuanto uno se asoma al día y es tocado por la luz, que se supo y sintió equilibrado. Inmediatamente, su sombra le pidió disculpas: que no pudo evitarlo, que tuvo que ausentarse para resolver un grave problema… Como fue algo tan excepcional y tan, tan breve, no le dio importancia y pasaron el resto del día como se debe. Él a lo suyo y ella cumpliendo con su estar cuando la naturaleza lo requería en cada momento y de la manera adecuada. En el fondo creo que se convenció de haber imaginado todo, que sólo fue un sueño raro. Y ahí se quedó todo.

    Los meses siguientes su vida transcurrió sin sobresaltos ni complicaciones dignas de ser mencionadas. Todo lo que aconteció, pasó con total normalidad hasta que un día…

    Sucedió también en cuanto despertó. Su sombra no estaba, no era en él como debiera estar unida a él como siempre. No supo por qué, le resultó imposible ponerse en marcha. Nada pudo hacer durante un interminable tiempo. Tras pasar así varias horas, poco a poco fue capaz de activar su cuerpo y empezar a hacer algunos movimientos que, si acaso, tan sólo le sirvieron para aliviar su desesperación ante un suceder tan extraño.

    Decir aquí que, en el momento que la sombra de uno decide no seguir, decide dejar de estar con uno, la vida se hace algo casi imposible. Posiblemente esto pueda parecer una estupidez, que no es para tanto. Seguro que también se pueda decir que para nada es un problema el saber de la ausencia de la propia sombra para continuar con la vida de forma natural. Él en su día fue de la misma opinión pero ahora que lo experimentaba no podía negar que la cosa cambiaba y cambiaba mucho. Cambia todo de una manera radical.

    Lo más curioso que tienen los casos como éste, - para nada era ni el primero ni el único. Se tiene conocimiento de muchos otros-, es que aun siendo conscientes de ese no estar de la propia sombra en uno, el hecho de tal ausencia es algo que se produce de forma instantánea y siempre inesperada lo que provoca en uno un primer desajuste violento e incomprensible que no es peor a los momentos posteriores que se van desencadenando. La intensidad de la extrañeza que se siente va in crescendo hasta que se empieza a experimentar la pérdida de la definición de la propia presencia. No es que se pierda masa ni peso, se pierde identidad. Palpita en uno una extrañeza que no es de uno pero que, al mismo tiempo, es parte nuestra.

    Muchos recuerdan los gestos de alivio con los que algunos acompañaban las declaraciones relacionadas con los instantes de paz que para ellos llegaron a ser esos ratos que pasaban inmersos en la oscuridad total. Eran breves treguas siempre agradecidas. Pero también decían que tenían que tener mucho cuidado ya que la total oscuridad no resultaba ser siempre tal oscuridad. Y era en esos momentos no del todo ciertos, no del todo verdad y sí engañosos cuando la realidad del dolor y el sufrimiento alcanzaban sus niveles más altos.

    Llamativas, cuando menos, siempre han resultado las declaraciones en las que confesaban llegar a echar de menos de forma consciente el natural despliegue que toda sombra hace sobre el cuerpo, el volumen del que depende, cuando la inclinación de la luz la hace necesaria para poder delatar a esos volúmenes con los que jugar y sobre los que facilitar se desplieguen las perspectivas, pilares de la llamada tercera dimensión.

    Todos aquellos que han tenido la ocasión de vivir este tipo de experiencia, todos, sin excepción, antes o después se han planteado la siguiente pregunta: “Y ahora, ¿qué hago, qué puedo hacer?” Y es una pregunta a la que jamás se ha podido dar una respuesta. La evolución de este tipo de casos jamás ha sido la misma, ni en su modo ni en su duración pero, afortunadamente, todos sin excepción han tenido un idéntico y afortunado final: el regreso, la recuperación lenta y paulatina del modo de vida que cada cual disfrutaba antes de tener tan singulares vivencias aunque, eso sí, con un efecto secundario común a todos: un periodo, más o menos largo según el caso, de irregularidad en el sueño que, por sorprendente que parezca, algunos han llegado incluso a agradecer.

    Es este mundo, un mundo de luces y sombras que, ¿desde siempre?, se enfrentan, se complementan, se niegan mutuamente en tensión eterna, se acarician en frontera de definición imposible. Luces y sombras por siempre inquietas, por siempre ingobernables más, por siempre bellas y necesarias.
     
    #1
  2. Guadalupe Cisneros-Villa

    Guadalupe Cisneros-Villa Dallas, Texas y Monterrey NL México

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    Estimado poeta me ha encantado su prosa, muy buena. Paso y dejo mi aprecio en un abrazo de colores,
     
    #2
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