Se van a enterar, a partir de ahora.

Todos se habían puesto de acuerdo.
No dejaban lugar a dudas.
Seamos estudiantes vagos y lerdos.
Hasta que un dibujante nos sacuda.


Sesudos análisis, en prevención de riesgos laborales.


Pero el odio provoca en quien lo siente, accidentes domésticos.
De modo que crecía la inmundicia.
Desnudos de veteranía o pericia, y sin voz de la experiencia,
los alumnos del Universo empezaron a notar demencia estudiantil.


Y se cocían a fuego lento, con ajo y perejil.


Llegué a sus fronteras. Descubrí sus islas mágicas.
Le pregunté al Pecador de la Pradera.
Estaba pálido...
Me ofreció un poco de ron. Que es la bebida que todos gozan, por la dianética y cienciología.


Practicando con los dardos, la buena puntería.


En el nombre de la psicología, y de la ciencia moderna, para la salud mental.
Había un avance milenario, fundamental.
Y vi en la Humanidad, tesoros escondidos.
Eran virtuosos y estaban comprometidos.


Tenían, cada uno, una misión que cumplir. Curarse los traumas, para volver a competir.


Y en la carrera evolutiva, me llegó un emisario.
Era el correo del Zar: Miguel Strogoff, de Julio Verne.
Se sabía todo el abecedario. Y las cifras, hasta Infinito, podía contar.
Pero le habían dejado ciego, en su viaje, los mogoles.





Esos Trolls de Internet, que rezuman tanto odio.


Le limpié de tedio, hastío, plomo y sopor.
Dijo de mí, que soy gran dibujante y escultor.
Que yo puedo acabar con el Confetti.
Que es el Tutti-Frutti. El todo vale. El bazar chino de todo, a un euro.


¿ Acabar con el badulaque de Apu ? En Springfield, todos están felices, con el indio.





Miguel Strogoff, ¡ Recobra la vista !
Anda y vuelve a la novela de la que saliste.
Ya, me las apañaré yo solo, para darle a cada cuál, su merecido.
Pero encontré, en mi búsqueda, un ejército granado y florido.


Eran poetas que se movían entre el arte y el deporte. No habían perdido el Norte.


Ni estaban hechos pedazos; ni hechos fosfatina.
Les invité a que acariciaran mis obras.
La Realidad Virtual es mi hija, les dije.
Y todo es vibración, gracias a mí. ¡ Madrid ! Bendije.


Cada vibración cumple con su cometido, pues lo prometido es deuda.


Y vibración semejante atrae a vibración semejante.
Mi rostro, para esa gente desnutrida, era hermoso y apabullante.
Se fueron retirando, cada cuál, a su libre arbitrio.
Estaban cansados y fatigados, y tenían en sus viviendas, su sitio.


Volvíme a la mansión. Pues soy magnate. ¡ Cuate, aquí hay tomate ! Méjico, lindo y querido...