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Seismo

Tema en 'Tu Obra Maestra (en verso)' comenzado por Roderik, 15 de Octubre de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 863

  1. Roderik

    Roderik Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    14 de Septiembre de 2012
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    El 15 de agosto del 2007, el Perú fue
    conmovido por un fuerte terremoto que alcanzó
    los 7.9 grados en la escala de Ritcher
    provocando la destrucción casi total de las
    viviendas de Pisco, Ica, Chincha, Cañete,
    Yauyos y pueblos de Huancavelica. 595
    muertos, 318 desaparecidos y casi 320.000
    damnificados fueron el resultado del
    cataclismo.
    Es un homenaje a todas las victimas
    y a los que aun no ven una luz de esperanza desde aquella vez.


    Mi nación está de luto.
    El cielo llora y la lluvia se confunde
    con las lagrimas que enjugo

    La tierra ha movido la mesa
    y ha tirado violenta
    las cartas y las casas
    que la vida se juegan
    por unas míseras monedas.

    Han caído las piedras,
    se han torcido los fierros,
    se ha abierto una herida
    se y han quebrado aceras,
    vidas y carreteras.

    La muerte ¡Esa ramera que enluta!
    Ha arrancado mis flores de raíz
    se los ha llevado de los parterres
    ¡Ha hecho un cementerio de mi país!

    Tenemos el alma partida en mil tristezas,
    una por cada herida,
    una por cada ausente,
    una por cada sobreviviente
    que sufre su herida, su vida y su
    ausencia.

    15 de Agosto
    18:40 hora de Perú
    Tiembla la tierra
    Frente a mis costas las placas se enfrentan
    se acomodan, una sobre otras, se
    barajan.
    Los Dioses juegan
    con la vida de los hombres o
    es la sabia respuesta
    de la herida naturaleza.

    En Pisco las mujeres rezan,
    pero la fuerza es ciega
    y no oye el ruego de clemencia,
    destruye los templos,
    dispersa los abalorios,
    apila los huesos,
    silencia los rezos,
    La iglesia no se mueve
    corre los cuerpos,
    los íconos se parten
    pero intacto se mantiene
    en su cruz, el Cristo de Luren,
    con su rostro negro
    mirando inerte, pero triste,
    otra vez la muerte
    en el sur del Gólgota
    que de nuevo lo azota.

    El Perú se estremece.
    Huyen de sus hogares, hombres y mujeres.
    Las madres cargan con sus hijos,
    los hijos cargan
    con sus juguetes, se salvan,
    los que pueden
    Otros prefieren morir juntos.
    Abrazados, para no sentir la muerte.

    Tres minutos largos.
    Tiempo suficiente para que el espanto
    retuerce los rostros y el alma inquiete
    Corren los miedos más rápidos
    que las pisadas, huyen en busca
    de los queridos, de los hijos
    indefensos, de la madre que protege.

    Tres minutos diferentes
    Se mueven los trastes
    en los trabajos,
    los vidrios rechinan,
    en los edificios, los ascensores
    se resisten a ascender,
    las escaleras generosas se repletan de nervios, los
    puentes se mueven como serpientes, las
    carreteras se parten en dos,
    los cerros se espantan y cautos
    no echan más piedra a la hoguera,
    y el mar cómplice se retira
    y amenaza con furia traicionera,
    se arrepiente y baña y advierte,
    y para muestra un botón de lo que puede:
    Me inunda mi Pisco, Puerto querido.
    Solo los amantes no advierten
    el telúrico movimiento del hemisferio,
    juran que les salió fuerza
    extraordinaria de sus deseos tan fuertes
    como para hundir hoteles y derribar paredes.
    La mujer agradece a Dios la sacudida.
    El hombre admira de la mujer
    sus espasmos. Ambos
    acuerdan otra cita, pero
    ya no encontrarán albergues para su lujuria:
    piedra sobre piedra quedaron
    repletos de fantasmas infieles.

    Al siguiente minuto del desastre,
    a los que poco tenían,
    todo se les arrebata.
    Todo ha quedado bajo escombros,
    los libros y los hijos,
    las ollas y las esposas,
    los cuadros y los hermanos

    Disparate
    Con su rostro compungido
    como siempre que a otros les ocurre el
    desastre,
    sale el presidente a pedir calma
    a los que no la tienen
    ¡Felizmente -dice- sólo ha sido un susto
    y no hay muertos en mi gobierno”,
    Como tampoco hay hambre
    mientras devora sus banquetes
    e hincha su estomago de convites,
    como no hay protesta
    en su hogar donde se perdonan las ofensas,
    como no hay deudos entre sus allegados
    que descansan en Palacio.
    Mejor es silencio y un informe exacto
    de los desastres.

    Solidaridad extraordinaria
    El dolor duele en todas partes,
    El Perú reacciona como un solo cuerpo,
    quebraron el fémur y el alma se entristece,
    llora el ojo y la mano se extiende.
    Al siguiente día de los sucesos
    miles entregan lo que tienen y lo que carecen:
    el agua de sus vasos,
    el pan de sus dientes,
    el abrigo de su frio, la luz de sus linternas,
    las canicas de sus hijos, los abalorios
    de las abuelas. Todo vale en estas
    emergencias, hasta las hematíes
    que corren por sus venas.

    También llegan generosas ayudas
    de los pueblos hermanos: medio sueldo
    de Evo, los médicos del Caribe, los aviones
    bolivarianos, el canto de divos, Juan Luis,
    Gianmarco, Alejandro, Amaya,
    y un préstamo del banco que lo endosaremos al
    responsable del estropicio
    ¡Que Dios se lo pague!

    Son miles los hombres, las mujeres
    y los niños que llegan a dejar
    un grano de esperanza, dos granos
    de solidaridad, tres granos de amor
    y se apila más alto que los escombros
    la ayuda solidaria. El milagro de amor ronda
    sobre las ruinas:
    los ciegos miran, los tullidos andan,
    los sordos oyen, los mudos
    gritan, se ponen de pie
    los caídos, la indiferencia no existe, sólo
    un par de ladrones que no olvidan sus fechorías
    y pescan ganancias en el revuelto río del
    gobierno. Y un muerto que barniza su sepulcro
    donde otros levantan esperanzas.

    Todo ha terminado… Nadie sabe…
    Todos predicen, nadie acierta..
    pero es el inicio del principio..
    nace un recién nacido, señal de una nueva vida.
    Tampoco dejo de escribir
    ni de llorar por tanto amor y tanta tragédia
    servida en un baso de pisco
    que lo bebo de a pocos o de un solo sorbo
    para curar el espanto de tanto estropicio.


    Roderik
     
    #1
    Última modificación: 15 de Octubre de 2012

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