Señor, tu paz

Señor, tu paz.​

Tu paz, Señor, aquella que dejaste,
¿dónde se encuentra? ...
¡si existe por doquier la guerra!
Y esta se alimenta del dolor que causa,
que genera, las ansias de poder del malo.
Aún entre pueblos que son como hermanos,
aún entre aquellos que en tu nombre dicen:
¡tomémos las armas, si la paz queremos!
¡hagámos la guerra, por vivir felices!
¡hagámos la guerra, por no ser esclavos!
Falacias son todas, y en ese derroche,
que dicen genera sinfín de trabajos,
se pregunta un niño: ¿y yo que les hice,
para que me dejen así mutilado?
Y una madre llora en la Nochebuena,
que en vez de regalo recibe a su hijo
en un cofre oscuro, que le da la Patria
con una medalla prendida a su pecho
por ser tan valiente, por ser tan humano,
que otorgó su vida para que los otros,
los que aquí quedamos, vivamos felices,
abramos regalos sin tener temores
de que caiga el techo en nuestras cabezas,
y tengamos todos la paz que dejaste...
¡porque hacemos guerras que llevan tu nombre!​