Sentada

Sentada tiré mi voz oblicua al fuego.
Mis labios de cartón hicieron una mueca incomprensible, y el polvo silbó.
Nada tembló.
Ni gota alguna, ni fe blancuzca, nadie.
Entonces, vino la luz…
Y te fuiste.

 

Volteo tus poemas en el buró
que se silencia sin tu voz,
en un cajón vacío de sueños
escribo tu nombre al revés,
en una página perdida.
Me detengo en solitario frente al balcón
para decir, una vez más que no sé olvidarte.



Un verdadero honor leerte en esta magna composición, de fortina en tus versos, belleza en tus líneas que pintan imágenes que se hacen perpetuas en tu alma, genial poetisa.

 

Versos cortos pero que encierran una profundidad extrema. A veces cuando la luz posee nuestro corazón, ya no ilumina nada.
Besos que te lleguen en silencio, estrellas a tu cielo.

 

pequeño poema, un gusto leerte.