Ser contra el tiempo

Ya treinta, cuarenta, o cien años
vividos no son suficiente.
Un suspiro repetido,
un cierto sentido
descubierto;
desmedido de tono,
desmedido de hambre.
Patrocinio de suspiros
en venta,
de palabras superpuestas,
de sentir sin saber para qué.
Sólo queda pararse de la cama,
ir al baño y arreglarnos, comer algo,
existir permanentemente sin nada
imaginando permanentemente todo.
Ya no es suficiente.
Caminar de la vida a la muerte,
regresar montados
en la lágrima
al ojo.
Reparar la mente.
Acariciar, dulcísimo,
el miembro del tiempo,
llorarlo,
interrogarlo.
¡Preguntarnos!
De la edad de la razón,
esa otredad
unánime de los años,
esa cualidad hundida
en nuestra sangre,
sin saber o sabiendo,
sin sentir o sintiendo,
toda una vida que camina
para atrás.
No es suficiente.
Sólo queda cerrar la puerta
y retroceder.
Bajar las cortinas
de la tarde,
volver del ayer
al antes de ayer,
cumplir años de menos,
rejuvenecer,
andar en coche,
mamar del seno,
Nacer,
y luego, sólo luego,
vencer sin miedo,
lo que quisimos ser.

 

Preciosura de poesía, una belleza fantástica y maravillosa.

 

Te felicito, poeta. Me gusta esa poesía cotidiana, de la calle, del puente, del trabajo, de la vida. Recibe un abrazo desde la pequeña Venecia.