Sextina a los patéticos superhéroes

¡Menuda tontería el tal espíderman,
y qué decir del barbas hombre-lobo,
si me vomito al ver al supermán,
o a un triste mordisquito de vampiro
sorber la sangre como si fuera cosa
digna de un héroe, o de Superlópez!

¡El más mejor del mundo, Superlópez!,
que come telarañas del espíderman
porque no alcanza para más la cosa;
pasa tanta hambre como un hombre-lobo
al que le haya secado ese vampiro
después de perseguir al supermán.

Mi Superlópez no es el supermán,
que gana siempre todo. Superlópez
duerme de día como ese vampiro,
¡incluso en la oficina del espíderman!;
y, aunque quiere salir como hombre-lobo,
por la noche, ¡se duerme que da cosa!

Ya no quiero mentar a esa tal cosa,
que es piedra que ni rompe supermán.
La cosa es hombre, como el hombre-lobo.
También es hombre, y mucho, Superlópez,
¡lo que pasa es que tantísimo espíderman
deja soltero hasta lo más vampiro!

¡Y eso que vuela como ese vampiro!,
como aquellos que no aman otra cosa,
como si en su hilo se enredara espíderman,
o se partiera en dos el supermán.
Me luce traje y capa Superlópez,
y, si hace falta, ¡como el hombre-lobo!

De pelo en pecho, más que hombre-lobo,
y tan pajizo como ese vampiro.
¡Pero qué currante, oye, superlópez,
tanto, que quiso empecinar su cosa
al ver cómo ligaban los supermán!
Mas, no es él de desliar como el espíderman.

Ni el tal espíderman, ni el hombre lobo,
siquiera el supermán, o ese vampiro,
ni la cosa esa, ¡viva mi superlópez!

 

Lo cierto es que con Superlópez me reí bastante, como con Mortadelo y Filemón, que son mis antihéroes. Los otros, los espidermanes, me caen mal.

Gracias Luis. Un abrazo.