Sigue ahí

Nada ha cambiado, sigue ahí, gritándome, flojo pero con intensidad, en mi cabeza, escondida, pero lo suficientemente presente como para que la escuche y consiga dolerme.

Sigue ahí, que es más bien aquí, en mí, en lo más profundo de mis pensamientos, siempre atenta a mis actos y pasos en falso. Como animal salvaje, dispuesta a atacar cuando menos me lo espero para devorarme y hacerse de nuevo dueña de mi ser.

Parece que no le vale que siga sin quererme, que no haya conseguido aceptar los cambios, que siga teniendo miedo a tantas cosas sin cavidad en mis principios, que siga mirándome en el espejo con odio o me caiga una lágrima con mi mero reflejo en un escaparate. No le vale, al parecer, si no es con ella, y por eso vuelve.

El ego y autoestima que a mí me falta, es por la apropiación que ha hecho de ellos, y aquí sigo yo, vacía, mas una vez más, junto a ella. Directora de mis emociones, pensamientos, dolores y sentimientos, jueza de mis acciones y guía de mis planes.

Ha vuelto, si es que alguna vez se fue, para quedarse nuevamente hasta consumirme. No es algo nuevo, pero sí algo con lo que no esperaba tener que reencontrarme tan pronto.

Y aquí se ha plantado, y aquí empieza de nuevo mi tortura.

Suerte y próspera vida, si es que aún queda algo de ésta en mí.