Siguiendo el rastro de Pitufina.

Nos gustaría ser Coca-Cola.
Para salir en la prensa rosa.
Paseando por la alfombra roja.
En los festivales de cine de Cannes o San Sebastián.


Pero Sprite sólo quita la sed.


Y así es el orden de Melquisedec:
Sacerdote, profeta y rey.
Para crear palabras, metáforas y terapias.
Abriendo el oído, para disfrutar de la Música.





Y no estar más sordos que una tapia.


Abrimos los ojos, para distinguir el lenguaje no verbal,
consistente en los gestos, y las miradas.
El tono de la voz, y el ademán.
¿ Qué siente este compañero ? En un momento dado...


¿ Es pastor que acompaña a sus ovejas, por el prado ?


¿ Será perseguido, por pintar Graffity, en los muros ?
¿ Está pasando un apuro ?
¿ Su vida transcurre por una callejuela angosta ?
¿ Va en fila india, por el lecho marino, en procesión ?


Como las langostas...


He de ser transparente.
En el Mare Magnum de gente.
Y además, variopinto. Diverso...
Como la loción cremosa, que mantiene el cutis, terso.





Yo las mimo. Después de todo, soy descendiente de Moctezuma II.


Ni rey del mambo, ni emperador del mundo.
Simplemente, azteca.
Aunque peregrine a La Meca, en Arabia Saudita.
O a Pekín, en China. La gente no cambia...


Así es cómo Eva, en el Edén, luego se llamó Pitufina.


Bien fogosa que es...
Si la embadurno de harina.
¡ Zarina !
Me tira de la oreja. ¡ Eso duele !


" Lo que dices son pamplinas. "