Simpatía por la persecución

Tus amarras no tienen otra opción
que apretarte las muñecas,
tus cuerdas vocales morirán temprano
rebotando contra éstas cuatro paredes,
escaparás de esta noche a las noticias vespertinas.

Aquella sonrisa inocente me fascinaba
¿por qué no me sonríes ahora?
chocando tu piel con la mía
a ver si te hago llorar y no gemir
y terminas de conocer a mis afiladas manos.

La máscara del secuestrador es mi propio rostro,
atrape una mosca que no quería volar,
seré de lo más dulce mutilando a mi princesita,
maquillándole sus promesas rotas con sangre,
la historia de su ombligo me delatará,
pero yo la haré callar golpeándola con caricias
porque yo no soy un enfermo asesino
y ella no es la victima inocente.

Lo pálido en tu rostro no cambiará
si me pides suplicante que te deje volar,
tu alma en mí quedará tatuada
sin atajos que logren desentumecer tus piernas,
éste cuchillo que te presento
necesita con anhelo tu sinceridad.

Los clamores del captor son los míos y me flagelan,
soy la oscuridad en la feminidad de su cadera,
si quiere dormir yo seré su almohada de concreto,
le daré de comer en la boca cucharadas de mezcalina,
mientras ella duerma yo le susurraré que la amo,
porque no quiero hacerle daño, que se gane mi olvido,
¡me ayudará a ayudarme a mi mismo!
a no teñir sus rojos en mis lágrimas.

Le embarraré de todos mis errores
el dolor es por su propia culpa,
olor a gas entre los dos
bien dopados y abrazados,
mi pasión en no dejarla ir.

Antes de salir el sol eras otra mujer
poniendo en duda al hombre con la soga,
tus palabras no eran de amistad
nosotros no fuimos amigos sino silenciosos,
yo no quería caminar sólo mientras soñabas.

Mucho antes de este roce entre tú y yo
vernos no era sano para ninguno de los dos,
esperar no robarte para no herirte
la ansia en tus ojos jamás ausente,
mis amarras tampoco tienen opciones:
si te libero gritarás que te capture otra vez.

¿Qué hace mi corazón vistiéndose de verdugo?,
¿qué siente una chica segura de no volver a casa?,
el amor ha sido una píldora de prisiones y rehenes,
perdí el control de su desesperación ante su mordaza,
acaricia mi pecho mientras me desplomo,
y yo estoy aterrado ante sus sentimientos,
porque fue ella quién se dejó raptar
enamorada de mi mirada en las sombras.​