Sin Amistad

Si quieres destruir una entrañable amistad

con destreza e innegable efectividad,

no debéis esperar más

para emprender el camino que transitarás.


EL secreto es tripartito

ha sido refinado por medios de carácter infinito.

Todo lo que precisas es una imparable convicción,

y sin demoras indecisas entrar manos a la acción.


DISTANCIA es la clave

e implementarla con desplante.


Aléjate de sus objetos,

de esos amuletos que refuerzan vuestros nexos.

Aléjate de las remembranzas dulces y halagüeñas,

reemplázadlas con quehaceres cotidianos,

frecuenta gente y lugares que te sean extraños.


Ten nuevos amores circunstanciales,

diviértete despreocupadamente y dadles tintes sensuales.

Ve ficciones infantiles que pregonan relaciones inestables,

para luego ir e intentar reproducirlas con amantes y demases.


Ignora el llamado de la amistad incondicional,

o en su defecto tratadla con desenfadada negligencia estacional.

Mantenedla guardada en algún olvidado cajón en un armario,

por si en el futúro te podrá sacar de algún apuro.


Evitad estar a solas con tu propio ser,

evade todo aquello que te pueda retraer.

La tarea es olvidar el vínculo más intenso,

para prevenir desengaños y algún recurrente e inquietante desvelo.


Así en momentos de inevitable vulnerabilidad,

debes revelarte ante cualquier sentir que te revele la calamidad.

Si el dolor se vuelve intolerable,

métete en el cuerpo la sustancia que relaje,

siente el placer y olvida lo que evades.


El misterio lo resuelve una trilogía nominal:

No verse.

No tocarse.

No cuidarse

Trío proverbial.


Y en todo ello el tacto y la piel no es lo relevante;

es una actitud de ser y una manera de velarse.

En que el estío lo hace fácil,

mas lo invernal no incide ni un instante.


No quieres ese arte,

aquel de presentarse vulnerable

ante aquel que escoges como una revelación inexorable.

Es un proyecto de carácter argumental,

en que la vida es explorada con manos entrelazadas ante el abismo:

no se dejarán caer ni ante el mismísimo infinito.


Siempre conociendo el precio tal valentía,

uno que nace del miedo ante el dolor de la partida.

Seguid la solución manifestada como trío;

al no querer sufrir y solo disfrutar en este nicho.

Relaciones pasajeras y divertirse como niños.

Extinguir el hambre de infinito,

solo jugar algún despreocupado electivo.

Madurez al diablo y materialismo exacerbado,

Y así al dudar de lo que has hecho,

lo respaldes con ‘logros’ y algún ‘hecho concreto’.



Y así podrán pasar las décadas,

hasta que un intenso malestar de soledad

y un asco irrumpa con gran intrusividad.

Será el momento,

de llenarte de perfumes,

y atavíos coloridos.

Olvidar sollozos imprevistos.

Decirte en voz alta,

que los sentimentalismos

son para tontos repletos de idealismos.





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Parece una receta de cocina.