Sin borracheras.

Ahí estaba ella, aleccionándome otra vez.
Poniéndome de rodillas, para decorar un papel blanco inmenso.
La obra de mis manos rezuma colorido.
Esa terapia artística me ayuda a conocerme a mí mismo, como el niño que fui, y sigo siendo.


La amo, y juntos, respiramos profundamente.





Cerramos los ojos y evocamos algún recuerdo, recientemente vivido.
Dejamos nuestros problemas, afuera del aula.
Dentro de una mochila imaginaria. Nuestras cargas pesadas.
Nuestros problemas.


Nos liberamos, y sacamos afuera, lo que llevamos dentro.


Me salen trazos redondeados, y a veces, rectilíneos.
Relleno las áreas con líneas paralelas, o tramas espiraladas.
Me invento corazones y olas del Mar, bolas y pirámides, huevos...
Añado letras del alfabeto. Nada nuevo, bajo el Sol.


Eso es Amor-Bondad y Amor-Sencillez. Lejos del alcohol...

 

Ahí estaba ella,
aleccionándome otra vez.
Poniéndome de rodillas,
para decorar un papel blanco inmenso.

La obra de mis manos rezuma colorido.
Esa terapia artística
me ayuda a conocerme a mí mismo:
Soy como el niño que fui
y sigo siendo.


Breve pero intenso. El niño que todos llevamos dentro debe salir y regalarnos un momento de humildad quizá... un momento de inocencia. Un saludo

 

Esa terapia era desconocida para mí.
Se llama expresión creativa.
Consiste en que la obra del paciente, no es ni buena, ni mala. Ni bonita, ni fea. Simplemente, suya.