Sin esfuerzo de brazos

Sin esfuerzo de brazos, como quien brinda,
rompo una cadena de hierro y cromosomas.

El sol de invierno, otra vez, cae, rosa pálido,
en los aleros, desde la tarde.

He dejado de calzar los zapatos que heredé,
me he esforzado en perder todos los botones de mi camisa,
por un roto de mi pantalón se asoma
un secreto trenzado de sabiduría y olvido.

Ya no quiero convencer a nadie, de nada,
pues el desenlace de cien cuentos ha cambiado
el gesto de la boca en un niño incrédulo.




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Bien dicho, después de todo lo más dificil de lograr es convencer al incrédulo de uno mismo.

Intteresante escrito, mis más sinceras felicitaciones. Jaherus

 

Gracias, Jaherus por leerme.