Sin mirar atrás

Siempre encontré la luz en las aceras,
al cuarto más menguante de la luna enlutada,
Busqué sin tino el brillo de lo escondido,
y sin castigo, salí del laberinto.

Nunca regalé el secreto de lo vivido,
el as que de mi manga se cuela en tu vestido,
callo cuando el viento sopla en mi espalda
por si acaso, me busca el fracaso.

Y al llegar a puerto soltaré las amarras,
buscaré mi lugar a la sombra de una parra,
y cuando la calma inunde mi vida
el desasosiego, corroerá a mi propio ego.

A veces me pongo a pensar en la gente que ha pasado,
en lo que se convirtieron los pilares de antaño,
muchos siguen estando y a otros sin embargo
al paso de los años se marchitan en el inventario

Antes de encontrar la luz del cielo oscuro
surqué los cuatro vientos al rebufo de un segundo,
y cuando la tormenta ruge en mi espalda,
los aurigas me guían entre las rafias.

Y entre dos montañas levantaré mi guarida,
con la única certeza de la noche y del día
y cuando la soledad mate a mi alma
escurridiza, renacerá de sus cenizas.

Replica en la catedral la misa del alba,
mientras los borrachos van abriendo sus casas,
y desde mi ventana los hijos de la luna
y del sol, santifican su pan con el alcohol.

Llueve en mi tejado con goteras de engaños
tapadas con la argamasa que van dejando los años.
Pero en el balcón luce entre los geranios
el tibio color, de los que siguen luchando.

Y al final me quedaré entre estas cuatro paredes
y los sueños serán argucias de mi mente
y sin pena ni gloria buscaré entre la ropa
otro buen testigo, del deseo de lo vivido.

Y todo esto, sin mirar atrás.