Sin titulo aun.

De ese sentimiento que sientes fuego por dentro y hielo por fuera, de ese que sientes que todos están dándote la espalda, y que nadie acudirá nunca a un llamado de auxilio tuyo, de ese que tu sabes que pasara, pero es otro invierno que te ha dejado el alma revuelta y la duda en su esplendor. De ese sentimiento que ya no quieres escuchar nada en la radio y solo música instrumental, suave y donde las emociones fueron las que escribieron la música. De ese sentimiento que te deja helado el corazón al mismo tiempo que te arde en sufrimiento, de ese sentimiento que te ahoga de hunde en lo más profundo de la tristeza, sientes el hielo helado a tu alrededor y el viento congelando todo a su paso. El fuego ardiendo vorazmente dentro de tu alma, quemando toda esperanza que te quedaba, ves algo tan cerca, pero a la vez tan lejos. Recuerdas lo que viviste en inviernos pasados, recuerdas que un año el sentimiento era al revés y sentías un frio refrescante, recuerdas a esa persona y esas cosa que pasaron. Recuerdas el año siguiente a ese y vuelves a recordar la soledad, lo frio que es el viento y lo triste que es la noche. Recuerdas todo eso y te congelas aun más en el recuerdo. Recuerdas que personas se murieron y que personas nacieron, te alegra una cosa pero te entristece otra. Es estar a la merced del viento, si el viento triste y helado vira hacia el oeste, donde el sol se oculta, te veras obligado a ver hacia allá sin posibilidad no virar hacia el recuerdo. No se requiere tanto esfuerzo, es solo recordar algunas imágenes y tu solo harás lo demás. Le llaman melancolía o depresión, pero aun así, lo tuyo no tiene nombre, es solo tristeza, una tristeza profunda y helada, llena de viento que te lleva hacia el recuerdo, el recuerdo de algún vago y lejano recuerdo, como una ilusión, de algún invierno que no la pasaste solo. Es una tristeza hueca, por que cuando quieres abrirla para ver por qué te sientes así, no ves nada, no sabes la razón, simplemente esa ahí y existe, y piensas: “ya se calmara esto” lo cierto es que, el fuego que te mantiene helado por fuera y ardiendo por dentro, solo se aliviana un poco, y no sabes que pasara durante el resto del año, quien sabe cómo te la pasaras el próximo inverno, será igual que los últimos, de tristeza, recuerdos que solo te llevan a la nostalgia, y volverás a sentir el mismo fuego por dentro que te arde, quema toda ilusión que te hagas, y te hela el cuerpo, te congela cada célula de emoción, te congela el corazón, hace que se detenga y deje de palpitar, tal vez porque ya no hay razón por la cual palpitar, y en la incertidumbre de si volverá a latir o no, tu solo bajas la mirada, y te resignaras a recordar que volverá a latir por sí solo, y que hay dos opciones; o alguien vuelve a hacerlo latir, o el corazón en la soledad, mirara a ambos lados, a ver quien está cerca, no verá a nadie, más que un espacio oscuro y negro, y tendrá que volver a palpitar por sí solo, tratando de no ver ese espacio helado y vacio, negro y triste, lleno de recuerdos lejanos, y esperanzas rotas, aun así, festejas, festejas por un año más, una oportunidad más, pero sabes, muy profundo, que esta tristeza volverá, y lo peor es que, aun cuando alguien este a tu lado en otro invierno helado, tu corazón seguirá sintiendo ese triste aroma a recuerdo, recuerdo que es destruido por las llamas de la tristeza y que vuelve a surgir de las mismas cenizas que dejo, del mismo recuerdo, lo revive, solo para volver a quemarlo, e irónicamente, dejarlo congelado en la desesperanza y en el olvido, llegara un momento en que ni la otra persona será suficiente como para revivir el corazón, y aun que estés cerca de esa persona, volverás a sentir el vacio, y te preguntaras, ¿entonces que me falta? Y te darás cuenta que ese frio sentimiento solamente fue cobrando fuerza con cada invierno que pasabas acompañado. Para que entonces, ya ni tu propia compañía, pueda ser el motivo del resurgimiento, pero ahí no se queda, y entonces, pasado ya los muchos inviernos fríos, helados y despiadados con el corazón, ni siquiera, tendrás tu el propio ánimo para hacer latir de nuevo tu corazón, solo para encontrarte con la personificación oscura fría y huesuda de alguien que no esperabas en tu vida, y que aun que te fue avisando que venía, nunca creíste que fuese cierto, y entonces, lo inevitable ocurre, el corazón a dejado de latir, y tus sensaciones corporales, que ya estaban debilitadas, cesan por completo, tu actividad mental cesa, y tu mente queda absorbida en el centro de tu pecho, tu corazón, para salirse, y volver a experimentar los crudos inviernos. Y aun así, esto no es tristeza es solo realidad percibida, y sigue siendo una emoción, que así como sale de tu mente, tendrá que volver a disolverse en ella, haciendo esto, un ciclo sin fin, subiendo y bajando en la gran mansión maldita.

 

Triste y bello tu escrito, un agrado llegar a tu pluma.
saludos navideños.
Esperanzapaz