Sobre los acentos y demás técnicas estilísticas.

¿Hay un momento en el que enroscarse en el artificio estilístico hace que el mensaje puro se difumine?
Quiero decir, por ejemplo, cuando hablamos de las acentuaciones de un Soneto mismo.

¿Cuán importantes pueden llegar a ser?
Siempre me he encontrado un poco encorsetado cuando escribiendo iba calculando todos estos golpes sonoros y demás técnicas sonoras.

No tengo problema en hacerlo así pero me vuelvo receloso del concepto inicial del poema y entro en una espiral en la que dudo si seguir perfeccionándolo o pensar más en la idea original que ha surgido.

Porque al final el camino a la perfección del poema es infinito y me he encontrado muchas veces que el mensaje inicial se difuminaba en pos de una perfección sonora. Es más, acababa poco satisfecho con esos poemas por muy enfáticos, sáficos o heroicos que fuesen.

Siempre me han hecho sentir mucho más las composiciones que estaban más fuertemente conectadas con el sentimiento, las que han emanado más directamente. Las que a priori tienen menos perfección suelen ser más puras.

Este debate lleva desde el inicio de los tiempos con nosotros, pero...
¿Cuánta es la cantidad idónea de obsesión estilística?
Supongo que la que cada uno quiera...
¿Se puede juzgar, pues, la calidad del poema únicamente por ello, o, en gran medida?

 

si yo no te estresso.. porque me estresas tú? No te entendi ni madres, cada región tiene su propio acento.
Nunca he ido a espa¶a pero una vasca me dijo que los gallegos no se que onda.. y aca con los gringos igual..
asi que canta con sentimiento y ... never mind