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Sociedad Canibal. Capítulo 11.

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Kwisatz, 13 de Febrero de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 316

  1. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    CAPÍTULO 11​


    La habitación de Mike no era muy distinta de las otras que había podido ver antes por los pasillos.
    No obstante tenía algo que ninguna de las otras tenía, una estantería llena de libros y un pequeño escritorio antiguo pero en buen estado de conservación. Esos eran todos sus lujos.
    Mike tomó asiento en la silla del escritorio e invitó a Luke y Jane a que hicieran lo mismo en el colchón que hacía las veces de cama.

    - Os pido disculpas por el sermón de antes. No sé si habréis podido palpar la tensión, pero estamos pasando tiempos difíciles en la colonia. Más difíciles de lo acostumbrado, quiero decir. Aquí todos los tiempos son difíciles.
    - No tiene nada de qué disculparse. Su ira estaba más que justificada si todo lo que me ha contado es cierto, y no lo dudo. Solo me pregunto cómo sabe todo eso que me ha contado. Yo he vivido toda mi vida en la ciudad y nunca había oído a nadie cuestionar la versión oficial difundida por los Guardianes de la Ciudad. Por otro lado también me gustaría saber a qué se debe que estén pasando unos momentos tan difíciles. Quizá podría ayudaros de algún modo. Ahora o muy pronto seré un paria.
    -Si sé todo esto es porque no he sido toda la vida un mero comebichos.
    - ¿Comebichos?
    - Sí, así es como nos llaman despectivamente los habitantes de la ciudad. Por si no lo habías deducido ya, nuestra dieta principal se compone de insectos y otros macroinvertebrados como los gusanos. Tenemos varias granjas dedicadas a la cría de estos animales. Es lo único que ha sobrevivido a la catástrofe.
    - Entiendo… Pero acaba de decirme que no siempre ha sido un comebichos, ¿a qué se refiere?
    - Yo no nací en esta colonia. En realidad fui criado y educado en una de las facciones más selectas que existen. No sé si has oído hablar de Project Tomorrow, PT para abreviar.
    - No, la verdad…
    - PT es una sociedad de científicos cuya meta es recuperar los conocimientos y la tecnología del pasado. Yo fui uno de ellos, y mis padres también lo fueron y los padres de mis padres…
    - Una tradición familiar.
    - Exacto. Mi familia en particular se dedicaba en concreto al estudio de nuevas variedades de cultivos hidropónicos capaces de sobrevivir en estas condiciones tan desfavorables.
    - Parece una actividad muy noble, ¿cómo acabaste aquí?

    De pronto una amarga sonrisa se dibujó en el rostro de Mike y su mirada se perdió en el infinito mientras contestaba a la pregunta formulada

    - Hace ya… ¡Ja!, casi he perdido la cuenta… Cincuenta y cinco años ya… Nací en una granja experimental a unos cientos de kilómetros de aquí. Como ya te he contado todos los miembros de mi familia eran científicos del PT, como yo mismo lo fui al alcanzar la edad adulta. Recibí una esmerada educación. Aprendí los principios básicos de todas las disciplinas científicas, lenguas, historia, literatura… Mis padres querían que continuase sus estudios sobre los cultivos hidropónicos. Pero mi mayor pasión eran los viejos libros de zoología. Me fascinaba el hecho de que hubo una vez que existieron otros seres vivos tan distintos de nosotros. Muchas veces fantaseaba con que era un explorador que descubría en algún lugar recóndito alguno de esos animales que se creían extinguidos.
    Teníamos un terrario en la granja, donde criábamos hormigas. Recuerdo pasar las horas muertas contemplándolas.
    A mis padres no les entusiasmaba la idea de que uno de sus vástagos dedicara tanto tiempo a un asunto que ellos consideraban trivial y me reprendían constantemente para que tomara ejemplo de mi hermana mayor, Verónica, que seguía con aplicación los pasos paternos.
    A pesar de todo yo continué en secreto mis estudios del reino animal, y en concreto de los macroinvertebrados conforme fui creciendo, dado que eran los únicos seres vivos de los que se tenía constancia de su existencia.
    La vida transcurría sin altibajos. Nunca nos faltaba el sustento. De algún modo obteníamos un suministro constante de comida liofilizada de los tiempos anteriores a la guerra.
    Y de vez en cuando hacíamos catas de los frutos y hortalizas que cultivábamos en los invernaderos experimentales.
    Algunas veces todavía viene a mi memoria el frescor y la textura crujiente de los tomates…

    Mike se quedó un par de largos minutos en silencio como en un trance. Luke y Jane lo contemplaban ensimismados, intentando imaginar las sensaciones que relataba.
    De pronto Mike volvió a la historia, pero el tono de su voz se había vuelto de pronto más duro y grave

    - Una noche llegó furtivamente a nuestra granja una familia. Aquella pobre gente llevaba mucho tiempo vagando en la intemperie y estaba en un estado de avanzada nutrición.
    Era una pareja de mediana edad con dos hijos, un niño y una niña, que no tendrían más allá de los cinco o seis años. Nunca llegué a conocer sus nombres pero aún recuerdo nítidamente sus caras.
    El caso es que descubrieron nuestro huerto experimental, y como era de esperar, al ver nuestras frutas y hortalizas supongo que imaginaron que eran un regalo del cielo, así que comieron hasta saciar su hambre.
    A la mañana siguiente el cabeza de familia llamó a nuestra puerta para darnos las gracias por la hospitalidad. ¡Qué gran error!
    Tendríais que haber visto como se le desencajó el rostro de rabia a mi padre.
    Montó en ira y con uno de los útiles de labranza empezó a golpear con saña a aquel hombre en frente de su horrorizada familia.
    Yo asistí paralizado por el horror al vapuleo. Si no hubiese sido por la intervención de mi hermana Verónica es posible que lo hubiera matado allí mismo.
    Finalmente expulsaron de malos modos a la familia que acarreó como buenamente pudo la maltrecho hombre. Nunca más supe de ellos.
    Mi padre se pasó todo aquel día maldiciendo todos los meses de trabajo perdidos, pero yo me quedé sumido en el estupor y la vergüenza.
    Finalmente reuní el coraje suficiente para plantar cara a mi progenitor y decirle lo que pensaba del asunto.
    Estaba claro que lo que había sucedido era un contratiempo para nuestras investigaciones, ¡pero habíamos evitado que una familia muriera de hambre!
    Mi padre me miró entonces con aquellos ojos llenos de decepción, como si fuera un completo estúpido. Me disertó largo y tendido sobre el objetivo de nuestras investigaciones, sobre el bien mayor, sobre cómo de provechosos serían nuestros descubrimientos para la Humanidad….
    Pero yo sólo podía pensar en aquella familia que habíamos enviado a morir al yermo.
    Aquella misma noche preparé un improvisado equipaje con todas mis posesiones y abandoné la granja, para siempre. No me despedí de nadie.
    Vagué durante mucho tiempo por este mundo devastado, y estuve a punto de morir en una ocasión. Tuve suerte de ser encontrado por una de las escasas caravanas comerciales que aún recorren estas tierras, y debido a mi excelsa formación logré hacerme un hueco en el grupo como contable y tesorero.
    Durante este período visité muchas ciudades y descubrí muchas crudas realidades. Hasta que sentí que la nausea se apoderaba de mí y mi fe en el ser humano se desvanecía.
    Harto de aquella vida deserté de la caravana, y vagué sin rumbo hasta que encontré una antigua cueva en la que me establecí como ermitaño.
    Fue allí donde me encontró esta pobre gente con la que convivo ahora. Iban allí periódicamente a recolectar el liquen que crecía en las partes más profundas de la cueva, que eran las más húmedas.
    Me acogieron sin preguntas y compartieron lo poco que tenían conmigo.
    Decidí entonces que dedicaría mi vida a ayudar a aquella gente. Quizá no evitaría la extinción de nuestra especie, pero al menos conservaría mi humanidad hasta el final.
    Con el tiempo se me ocurrió aprovechar mis conocimientos de entomología para crear granjas de insectos con las que alimentar a la colonia.
    Y todo mejoró sensiblemente hasta que Ed el desollador y su banda se percataron de nuestra existencia, y uno a uno fueron cazando a nuestros hombres, que eran los encargados de ir a recolectar las granjas.
    Ahora como podéis observar sólo quedamos ancianos, niños y mujeres, y nuestra situación es cada vez más desesperada.

    Un largo silencio sucedió a la historia de Mike.

    Una sensación de pesadumbre y desesperanza se había adueñado de los presentes, como si ya estuvieran condenados.
    Sin embargo Luke giró su mirada hacia Jane y la miró con intensidad. Ella le devolvió la mirada con esos cálidos y expresivos ojos color marrón miel que tenía. Recordó su vida anterior en la ciudad. Y también la soledad y la opresión. Todo a cambio de un poco de seguridad y algo que llevarse a la boca. En realidad, pensó, nunca había estado mejor. Por eso, rompió el silencio y dijo:

    - Te ayudaré en todo lo que pueda a mantener a flote esta colonia Mike ¿Qué opinas tú Jane?

    Ella sonrió por primera vez y a su vez sentenció

    - Yo también.
     
    #1

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