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Sociedad Canibal. Capítulo 12.

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Kwisatz, 13 de Febrero de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 301

  1. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    CAPÍTULO 12​

    Frank, como muchas veces hacía en la intimidad de su dormitorio, contemplaba aquel poster de antes de la Gran Guerra. Y se acordaba de ella.
    De sus increíbles ojos, de su pelo caoba, de su suave piel tostada, de su hermosa figura, de sus sensuales curvas… Y le invadía un sentimiento de deseo y rabia a partes iguales.
    Había estado enamorado platónicamente de Christie Sanders desde mucho antes de la adolescencia, cuando le regalaron en su duodécimo cumpleaños aquel poster de aquella película en la que ella salía llamada Tentación.
    En aquel entonces habría dado lo que fuera por conseguir una copia y poder verla viva en la pantalla. Prácticamente se obsesionó con la idea.
    Hasta aquel día en que cumplió la mayoría de edad y visitó por primera vez la fábrica de automoción, propiedad de la familia, como heredero oficial del imperio Hammond.
    Entonces la vio en la cadena de montaje, y a pesar del mono de trabajo, la suciedad y su pelo desaliñado reparó en su increíble parecido con el objeto de sus amores y calenturas adolescentes.
    Desde entonces, siempre simulando interés por conocer los negocios familiares, se las había apañado para visitar todo lo que había podido la fábrica.
    Con el tiempo consiguió meterse en el bolsillo al director de la fábrica, ese tal Henry Smith, a base de promesas, y a espaldas de su padre arregló encuentros furtivos con aquella homínida.
    Aún recordaba como si hubiera sido ayer su primer encuentro. Siguiendo sus indicaciones la habían lavado a conciencia y habían peinado su pelo hasta dejarlo como la seda. También la habían vestido con un vestido de noche que había conseguido agenciarse en el mercado negro a un precio exorbitante.
    Pero había merecido la pena… Quizá fuera sólo una homínida, pero vestida así parecía una diosa. La propia Christie Sanders rediviva.
    Ella apenas hablaba en sus encuentros y nunca se relajaba con él, pero a Frank no le importaba. Lo que ella no decía lo ponía su imaginación.

    ¡Cómo disfrutaba de aquel cuerpo…!

    De pronto alguien llamó enérgicamente a la puerta y lo extrajo de su ensimismamiento

    - Señor Hammond, ¿Da su permiso para entrar? Traigo noticias y son importantes…
    - Está bien, pasa.

    Louis entró sin más dilación y disparó las novedades.

    - Señor, la patrulla de vigilancia ha apresado a un miembro de la banda de Ed hace un par de horas en la entrada oeste de la ciudad, ahora está en los calabozos.
    - ¿Qué le traía hasta aquí? Quedé con Ed en que enviaría a uno de mis hombres para realizar el intercambio. De hecho no entiendo como aún no ha regresado. Era un encargo sencillo.
    - Creo que tiene que ver con ese asunto, aunque dice que no hablará con nadie salvo con usted. De momento he conseguido retenerlo, pero está previsto que sea enviado a una de las granjas de ganado.
    - Está bien, iré a ver qué tiene que decir. Adelántate tú antes y adviértele que como vuelva a mencionar mi nombre deseará no haber nacido.

    Louis, como buen lacayo, abandonó rápida y discretamente la habitación dejando a Frank absorto en sus pensamientos. Si Ed se había arriesgado a enviar a uno de sus hombres a la ciudad algo iba mal, muy mal. ¡Maldita sea! ¿Qué podía haber salido mal? Ese tal Luke era sólo una rata asustadiza salida de lo más bajo de la pirámide. Le había prometido un jugoso ascenso, mucho más de lo que podría aspirar. ¿Qué cojones…?
    Envuelto en un abultado abrigo, con gafas de sol y un sombrero de ala ancha Frank se personó de incógnito en las dependencias de la guardia de la ciudad.
    Sin mediar palabra con ninguno de los allí presentes fue conducido hacia los calabozos donde se le dejó a solas con el único preso en esos momentos, el hombre de Ed.
    Éste era de baja estatura, pálido y escuálido. Llevaba el pelo rubio ralo y sucio peinado atrás en una coleta. Se le veía nervioso.

    - ¿Eres Frank?
    - Cierra la boca escoria. Ahora dime por qué te envía Ed.
    - Es por la chica, la homínida… El intercambio salió mal.
    - ¿Cómo? Os envié las armas con uno de mis hombres tal como convinimos. ¿Es que a Ed se le ha olvidado nuestro trato?
    - No, no,… No fue Ed quien rompió el trato, fue su enviado, ese chico…. Luke.
    - ¿Luke? ¿Estás bromeando?
    - No, no, es la verdad, él atacó nuestra base a traición y huyó con la chica.
    - ¿Qué? ¡¿Qué?! ¡Es imposible! ¿Cómo va a poder ese…ese… pobre diablo hacer todo lo que has dicho?

    Frank miraba con extrema dureza al pequeño hombre que ahora parecía aún más pequeño encogido sobre sí mismo sin atreverse a contestar.
    Tras unos largos y tensos segundos, Frank se dio la vuelta y abandonó el pasillo del calabozo sin mediar palabra con el reo.
    Una vez fuera llamó a Louis a su lado y le susurró sus instrucciones

    - Quiero que envíes inmediatamente alguien a la base de Ed a concertar un encuentro para dentro de dos días.
    - ¿Qué hacemos con el prisionero?
    - Cortadle la lengua y enviado a una granja de procesamiento.
    - Sí, señor.

    Esta iba a ser la última oportunidad de Ed. O le devolvía lo que era suyo o lo aplastaría aunque su padre y toda la ciudad se enterase de sus deshonrosos tratos.
     
    #1

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