Sociedad Canibal. Capítulo 13.

CAPÍTULO 13​

Cruzaron lo más discretamente posible, bien avanzada la madrugada, el umbral de la puerta oeste de la ciudad.
Frank en persona, con tres vehículos llenos de sus mejores hombres armados hasta los dientes, emprendieron rumbo hacia la base de Ed el desollador.
Llegaron a su destino con las primeras luces del alba tal como habían planeado. Querían evitar la oscuridad para eludir una poco probable, aunque posible, emboscada.
Encontraron a Ed de pie esperando en la entrada en ruinas de lo que fue su fortaleza. A su diestra se situaba su lugarteniente, Loco Jim.
Los coches disminuyeron paulatinamente su velocidad hasta quedar inmóviles a unos escasos diez metros de donde estaba Ed.
Casi de inmediato las puertas de los vehículos se abrieron y de esos salieron una decena de hombres armados que se desplegaron ágilmente cubriendo los flancos.
Una vez comprobado que no había amenazas, como era previsible, Frank surgió del vehículo más grande situado en el medio.
Lentamente caminó amenazante hasta la posición de Ed, seguido de dos de sus hombres.
Ed por su parte esperaba impasible a Frank sin mostrar atisbo alguno de nerviosismo.
Cuando estaban a dos metros escasos de distancia Frank detuvo el paso y tras mirarlos despectivamente durante unos instantes se dirigió a ellos

- Debería hacer honor a tu apodo y hacerme una fea alfombra contigo. No sirves para más.
- Está bien, puedes intentarlo – respondió Ed desafiante. Si estaba nervioso lo disimulaba muy bien.
- Lo haría de buen grado, pero antes me gustaría saber unas cuantas cosas.
- ¿Como por ejemplo?
- ¡¿Cómo mierdas puedes cagarla con un encargo tan sencillo?!
- Tu hombre nos traicionó.
- ¿Mi hombre? ¿Te refieres a ese desgraciado que os envié?
- El mismo.
- O sea, a ver si lo he entendido bien… Os mando a un pringado y él solito se las ingenia para vencer a una banda entera y escapar indemne con lo que es mío. En cuanto conozcan la noticia el resto de bandas vais a ser historia.
- Que vengan si tienen cojones. Aquí los estaremos esperando.
- Déjate de huecas bravatas y dime dónde está ella, o no hará falta que venga nadie a dar cuenta de tu pandilla de patanes.
- Encontramos la moto en la que huyeron.
- ¡Oh, vaya! ¿Algo más que deba saber?
- Estaba escondida en una montaña de heno en el granero de una granja abandonada. Tras registrarlo a fondo encontramos una trampilla sospechosa que daba a un sótano. Tenemos nuestras sospechas sobre dónde pueden estar ocultos.
- ¿Y bien?
- Antes quiero que garantices que no tomarás represalias contra nosotros.
- Creo que no estás en posición de exigir, ¿no crees?
- Quizá. Pero sin mi ayuda no creo que encuentres a esa homínida que te es tan querida. Nadie conoce este territorio como yo.

Frank estaba tan furioso que por unos momentos valoró la idea de olvidarse de Christie y darse un baño de sangre con aquel cabrón presuntuoso. Pero le vino a la mente la imagen de ella en aquel vestido de noche, tan sensual… ¿Qué probabilidad tenía de volver a encontrar una homínida ni remotamente parecida?

- Está bien. Para que puedas enmendar tu error y veas mi buena fe, te voy a encomendar la búsqueda. Si resultas exitoso restituiré generosamente tus pérdidas. Pero me la traerás de una pieza, y a él…. A él también me lo traerás vivo. Ya me encargaré yo de que sufra…
- Como gustes. Aún así necesitaré cierto material para llevarla a cabo.
- Hay que reconocer que las tienes bien puestas malnacido… De acuerdo. Habla con mi asistente.