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Sociedad Canibal. Capítulo 3.

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Kwisatz, 15 de Enero de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 343

  1. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    CAPÍTULO 3​

    No era el mejor vehículo del depósito, pero no dejaba de ser un coche. En otros tiempos felices quizá lo habrían tachado de tartana con ruedas. Pero funcionaba, y era más cómodo que ir a pie.
    Le costó unos minutos familiarizarse con los controles. Habían pasado años desde la última vez que tuvo la ocasión de conducir uno. Se le caló tres veces, y era consciente de lo cómico que resultaba verle avanzando a sacudidas.
    Por fortuna cuando llegó a la frontera límite del casco urbano su estilo ya había mejorado lo suficiente para resultar casi normal.
    Un enorme muro de chatarra y escombros rodeaba el perímetro de la ciudad. Tan sólo había cuatro salidas fuertemente custodiadas, una por cada punto cardinal.
    Un miembro de las milicias de la entrada le solicitó su documento acreditativo. Pese a tenerlo a mano, Luke no pudo dejar de sentirse algo nervioso. Las máscaras de gas de los milicianos le intimidaban. Les hacían parecer monstruos inhumanos carentes de expresión que lo escudriñaban como a una presa.
    Una de sus pesadillas recurrentes era que uno de estos milicianos lo confundía con un homínido y lo conducía preso a una de las granjas de cría.
    Tras unos tensos segundos, el miliciano levantó su brazo dando su aprobación y el enorme portón metálico de doble hoja que bloqueaba el paso se abrió.
    Ante sí se extendía una llanura de ruinas y polvo totalmente desierta. En realidad era un paisaje engañoso.
    Lo cierto era que entre dichas ruinas y a una distancia prudencial del muro había apostadas bandas de saqueadores que malvivían de asaltar los escasos convoyes comerciales que de vez en cuando atravesaban la región.
    Era una vida miserable y con una esperanza de vida muy corta. Pero de algún modo lograban sobrevivir, posiblemente debido a que tenían algún patrón dentro de los bajos fondos de la ciudad que aprovechaba sus hurtos para abastecer el floreciente mercado negro de la ciudad.
    Pero Luke no tenía la más mínima intención de contribuir a la prosperidad de estas bandas de saqueadores. Tan pronto como se consideró lo suficientemente alejado de la barrera cambió a una marcha más larga y apretó el acelerador hasta que la aguja del velocímetro señaló los 100 Km/h. Durante unos minutos una sonrisa de satisfacción visitó el rostro de Luke fruto de la euforia que la velocidad le hacía sentir. Por unos instantes llegó incluso a creer que si pisaba suficientemente a fondo el acelerador podía escapar de todo y de todos. De su vida, de su herencia, de aquel mundo opresor e inmisericorde con el débil...
    La ilusión pronto se disipó cuando percibió en la distancia las instalaciones de la Hammond Corporation.
    Conforme se aproximaba, Luke fue reduciendo paulatinamente la velocidad. En torno al complejo había una alambrada metálica rematada en su parte superior con alambre de espino. Grupos de mercenarios armados custodiaban la entrada y patrullaban el perímetro. Cualquiera que hubiera vivido en otro tiempo habría dicho que aquello parecía más una cárcel que un lugar de trabajo. Y en cierto modo no le habría faltado razón, pues en la práctica era ambas cosas.
    Había pocos empleados trabajando allí, pero sí muchos homínidos. Y de los más peligrosos. Debido a la naturaleza de su trabajo, los homínidos que trabajaban en fábricas estaban mentalmente más desarrollados de lo que era habitual en ellos. La carencia de medios tecnológicos producida por la Gran Guerra se había suplido en parte con una ingente mano de obra homínida especialmente adiestrada para las tareas sencillas del proceso productivo.
    Ingenieros reclutados por la Hammond Corporation se ocupaban de formarlos y coordinarlos en las distintas líneas de producción para maximizar los resultados.
    La factoría que Luke iba a visitar se dedicaba al ensamblaje de automóviles. El ritmo de producción era más pausado y metódico que en otras industrias. En este caso primaba la eficiencia sobre la productividad. No había mucha demanda de vehículos debido a la escasez de combustibles fósiles, pero aun así era una actividad estratégica y vital para la economía y la defensa de las ciudades. El trabajo debía ser meticuloso y ello requería tiempo.
    En cuanto logro superar el control de entrada a la fábrica abandonó el vehículo y esperó unos minutos junto a él hasta que vino a atenderlo el director.
    Se presentó como Henry Smith y le facilitó una placa identificativa para que se la colgara en la solapa. Medidas preventivas básicas para evitar cualquier posibilidad de que pudiera ser confundido con un homínido prófugo.
    Tras la escueta y fría presentación Henry lo guió hacia el interior del inmenso hangar que se erigía ante ambos. Una mole grisácea de más de treinta metros de altura y cientos o quizás miles de metros de extensión cuya monotonía sólo era interrumpida por ventanales altos situados a distancias simétricas entre sí, muchos de ellos rotos total o parcialmente.
    Dentro el aspecto no mejoraba. Líneas de producción atendidas por un ejército de homínidos ataviados con petos de mecánico grisáceos ocupaban la práctica extensión interior. Aún se podían ver restos de brazos robóticos del período previo a la Guerra diseminados por los rincones como si de elementos de decoración se tratasen.
    Arriba, estratégicamente situados en los pasillos metálicos colgantes, se apostaban regularmente guardias armados.
    Henry sacó a Luke de su ensimismamiento y le apremió a que le siguiera por unas escaleras metálicas a su despacho.
    Una vez allí Luke reparó en el escaso mobiliario. Dos sillas, una gran mesa, dos archivadores, una estantería y una pizarra. Aun así era un lugar privilegiado. Un enorme ventanal acristalado proporcionaba una magnífica visión del interior del hangar en su totalidad. Muy apropiado pensó Luke, digno de un faraón de los que hablan los antiguos libros de Historia.
    Henry fue el primero en sentarse y Luke lo imitó. El director le ofreció algo de beber, pero Luke rechazó educadamente la invitación. Una vez acabadas las cortesías llegó el momento de hablar:

    - He sido informado de su visita y del propósito de la misma. No conozco todos los detalles, pero sé que debo colaborar con usted todo lo posible.
    - Entonces sabrá que estoy aquí buscando el paradero de un homínido de sexo femenino en particular.
    - En efecto
    - Naturalmente se sobreentiende lo absurdo que sería preguntar por su nombre.
    - Un chiste, desde luego. Y bastante viejo, por cierto. A no ser que nuestro código alfanumérico interno pueda resultarle de alguna ayuda en su búsqueda.
    - Capto la ironía. De todos modos si pudiera facilitarme una descripción física del sujeto o pudiera aportarme algún documento visual...
    - Entiendo, pero es complicado. Verá, aquí en la Hammond Coorp. llevamos un control exhaustivo de nuestra plantilla homínida. Sin embargo, como usted mismo puede comprobar, el número de unidades es elevado y está en constante cambio. Ya sabe, bajas por defectos y accidentes. El registro visual requiere una tecnología demasiado sofisticada y cara para algo tan mundano.
    - Ya. Pero algo podrá decirme al respecto, ¿no?
    - Claro que sí. De cualquier otro modo no estaría en estas instalaciones. No hacemos muchas visitas guiadas, no sé si me comprende.
    - Totalmente
    - Bien. Yo no puedo ayudarle directamente, pero sí puedo conducirle a la persona que más sabe sobre ese homínido en particular, el ingeniero supervisor de la línea de producción donde trabajaba, Harold Baker.
    - En ese caso creo que deberíamos concluir esta breve e improductiva charla y dirigirnos a ver a ese tal Harold Baker.
    - Por supuesto, de inmediato. No quiero que se ofenda, pero esta pequeña charla formaba parte del protocolo de bienvenida. Tenía que asegurarme de que era correctamente identificado y de que la descripción encajaba con el informe que me había sido remitido desde las oficinas centrales.
    - ¿Un informe sobre mí?
    - Algo así. Sabemos de su condición especial. Queremos evitar cualquier malentendido durante la visita a nuestras instalaciones. Ya me entiende.
    - Creo que sí, y no me gustan las implicaciones.
    - Aquí estamos para informarle Luke, no para que se sienta a gusto.

    De esta forma tan tajante el director Henry Smith dio por finalizada la presentación y le invitó a abandonar la oficina detrás suyo, mientras Luke aún intentaba asimilar el desprecio subterráneo al que había sido sometido.
    Bajaron las escaleras metálicas de la oficina y caminaron por angostos pasillos entre las diversas líneas de producción siguiendo una raya roja dibujada en el suelo.
    Finalmente llegaron al puesto de trabajo del homínido fugitivo en el que se encontraba en una posición rígida de espera un hombre joven que no llegaría a la treintena que no debía ser otro que el mencionado Harold Baker.

    - Este es Harold Baker -dijo Henry Smith al llegar-, nuestro supervisor jefe de la línea de producción 5A. Harold, este es Luke, el responsable de Asuntos Homínidos que te avisé que vendría.
    - Encantado, Luke.

    Sus palabras parecían contradecir lo que su lenguaje corporal denotaba. No extendió su mano para saludarlo.

    - Lo mismo digo. Y ahora por favor, vayamos al meollo de la cuestión.
    - Adelante pues.
    - Veamos, antes le he preguntado a Henry por una descripción física del sujeto que trabajaba en este puesto de trabajo en particular. ¿Qué puede decir de él?
    - Bueno, normalmente no suelo prestar demasiada atención a ese tipo de detalles. Me preocupo principalmente de que estén correctamente identificados y de llevar al día su ficha de rendimiento. No obstante, este sujeto en particular era especialmente... –una sombra de rubor cruzó la cara del supervisor- atractivo. En términos homínidos claro... –se apresuró a decir-
    - De acuerdo, ¿pero podría ser algo más específico?

    - Claro –carraspeó mientras intentaba recobrar la pose desapasionada que pretendía mostrar- Si no recuerdo mal tenía cabellos castaño oscuro y la tez de un color tostado poco usual. Ojos marrones y grandes... Facciones delicadas, asombrosamente delicadas para la ruda vida de un homínido. Y un cuerpo bien formado y curvilíneo. En realidad, tenía más la apariencia de un homínido mascota que la de un homínido destinado a la producción.
    - Entiendo ¿Algún otro detalle identificativo todavía más específico que pueda recordar?

    Luke observa cómo la boca de Harold se tensa mientras dirige por unos instantes su mirada a los ojos de Henry que lo observa atentamente con expresión severa. Finalmente reanuda su descripción.

    - Sí, señor – Se ha dirigido a mí como señor, piensa Luke. Ahora sí que debe estar nervioso- Tenía una mancha característica en su hombro derecho. La forma tenía un vago parecido a... un trébol.
    - Ajá – Luke saboreó la desazón del muchacho, y decidió divertirse un poco a su costa. En cierto modo era una forma de desquitarse- Es una suerte que sea usted una persona tan observadora.

    Una mirada hostil apareció en los ojos de Harold, pero no se atrevió a replicarle.

    - Está bien, dejemos el apartado físico y hablemos de las capacidades intelectuales del sujeto. ¿Qué puede contarme al respecto?
    - Bueno, aquí quizá se halle la mayor incoherencia de todas. Este homínido en particular parecía especialmente inteligente. Más de lo normal añadiría. Nunca tuve una certeza absoluta, pero su mirada... era diferente de las de sus compañeros de línea. Más bien diferente de cualquier otra que haya visto en otro homínido. Era intensa, lúcida... Casi...

    Harold se interrumpió unos segundos y bajó la vista al suelo. Como si le doliese recordar. Luke tuvo que apremiarle para que saliera de su estado

    - Adelante, continúe ¿qué iba a decir?
    - Nada, nada,.. Una tontería. Casi una blasfemia.
    - No se autocensure por favor. Todos entendemos que estamos hablando de un homínido, no se preocupe.
    - Era casi humana –prosiguió Harold en trance memorístico- Cuando formaba al grupo de trabajo notaba cómo integraba los conocimientos de manera fluida. Ella intentaba disimularlo, pero yo me daba cuenta. Y su uso del lenguaje... Alguna vez la gramática que utilizaba en sus frases... era demasiado avanzada. Demasiado avanzada para un homínido. Estoy seguro, casi seguro de que hubo algún error en la cría de este sujeto.
    - Hummm... Este asunto cada vez pinta peor. ¿Cree que estas cualidades... extraordinarias, pudieron de algún modo ayudar a la huida de este homínido mimetizando la conducta de un ser humano auténtico?
    - Es posible. Aun así tuvo que ocurrir algún tipo de irregularidad para que pudiera eludir el control de salida.
    - ¿Qué tipo de control?
    - El mismo por el que pasará usted cuando abandone las instalaciones. Tendrá que autentificar su tarjeta de visitante ante los guardias de la única entrada al recinto.
    - ¿Están seguros de que no existe ningún agujero o túnel que pudiera haber aprovechado el sujeto para escapar?
    - Eso no es posible –intervino Henry- Nuestro personal de seguridad inspecciona a diario el perímetro vallado. El día siguiente a la agresión no se reportó alteración alguna en las alambradas.
    - Me está diciendo, que el sujeto se esfumó después de agredir al hijo del señor Hammond ¿Qué otra cosa podría inferir si no?
    - Mi tarea es ayudarle Luke, la suya es averiguar el paradero de la agresora –replicó Henry Smith visiblemente tenso puesto que era consciente de lo que se jugaba en el asunto.

    Tras unos breves segundos de silencio, Luke reanudó sus preguntas

    -¿Hay algún testigo, aparte del hijo de Mr. Hammond que presenciara la agresión?
    - Negativo –Se limitó a contestar Henry
    - ¡Maldita sea! Esto es absurdo, ¿cómo...? – Luke se interrumpió de repente, valorando una nueva perspectiva- ¿Y si hubiese contado con la ayuda de alguien de su personal para escapar?
    - ¿Está insinuando que alguien de mi equipo está traicionando la confianza de Mr. Hammond?- replicó Henry visiblemente airado- ¿Es consciente de las consecuencias que debería afrontar un hipotético traidor si es descubierto? No creo que pueda existir alguien tan… inconsciente.
    - Comprendo su punto de vista, Mr. Smith. Pero considere que el señor Hammond tiene rivales políticos que estarían encantados en provocar un escándalo que pusiera en entredicho el buen nombre de la familia Hammond.
    - Un soborno, es eso lo que sugiere… Absurdo.
    - Disculpeme Mr. Smith, pero no acabo de comprender por qué es tan reticente a contemplar esta posibilidad.
    - Mire…muchacho –una fría y despectiva mirada se encontró con la de Luke- Yo he participado en el proceso de reclutamiento de todos los individuos que componen esta división de industrias Hammond y he sido designado responsable de todos ellos. Me niego a admitir que alguno de mis hombres participara en conspiración alguna ¿Se entera? No toleraré que cuestione nuestra lealtad sin presentar prueba alguna.
    - Creo que esto se nos está yendo de las manos Sr. Smith.
    - ¿Es que alguna vez lo estuvo, Luke? Ahora, si no se le ocurre otra de sus ingeniosas conjeturas me gustaría dar por finalizada la entrevista, tengo trabajo pendiente.

    Luke se sintió profundamente violentado con la actitud de Henry Smith. Por unos instantes tuvo que hacer un esfuerzo titánico para contener su rabia y recordarle que era él quien decidía cuándo se acababa el interrogatorio. No obstante pasados los momentos de ira, analizó fríamente la situación en su conjunto y concluyó que, ciertamente, era improbable que pudiera obtener más información útil.
     
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