Sociópatas de escalera

Odio a muerte a mis vecinos, tan correctos, tan normales,
yo necesito a personas que no estén en sus cabales.
Por eso les hago tartas con sus trozos de cristal,
son como el roscón de reyes pero toca a muchos mas.

Si es que yo no tengo amigos, sólo uno e imaginario
y lo que a mí me da vida es un buen show a diario.
Que a gusto se siente uno al vivir el mal ajeno
y creer por un instante que el que tú vives es bueno.

Mis deseos se cumplieron cuando llegó Celestino
un pianista bipolar al que no traga un vecino.

Se levanta antes del alba y entre acordes desgarrados
con Stravinski se ensaña hasta caer desmayado.
Cuando oímos el porrazo tenemos veinte minutos
lo que tarda en reponerse y hacer pedazos Nabucco.

Era el vecino ideal, hasta pensar en ser su amigo
pero después de dos meses el sueño puede conmigo.
Aunque los demás no duerman éso ya no me consuela
de lo cansado que estoy por tantas noches en vela.

Aprovechando un desmayo hemos hecho una reunión
y al compartir mi desgracia se ha abierto mi corazón.

Me siento Mister Scrooge, ha brotado mi empatía,
gracias a un monstruo mayor vencí mi misantropía.

¡Te echaremos mal vecino! con nosotros no podrás,
ahora somos una piña y hasta un grupo de Whatsapp.