Soledad Acostumbrada

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El cielo yergue infinito, la tierra se pierde al horizonte,
Todo es tan grande, tan ruidoso, tan diverso.
Lo recuerdo cual si fuera un sueño difuso,
Recuerdo las bastas leguas que marqué el sendero,
Do regué las huellas que escribieron mi destino,
Borradas por el viento en un tiempo enredo.
Fui persona, fui humano, una conciencia viva,
Vi la luz cegar mis cuencas, al sol ponerse
E inundar mis mejillas de cristales rotos,
Desfallecer los hábitos al perderme en las estrellas.
Recordé soñar, recordé el dolor,
Dulce suplicio de la carne tibia
Y la sangre roja que rociaba al rajar la piel;
El sabor amargo de amaneceres solitarios
Y el nudo en la garganta de aguantar el llanto.

...Para todo estado hay un recuerdo...

pero existe un punto en la tortura,
en que se pierde la noción de estar vivo,
embelesado en el infausto goce,
en el éxtasis del sufrimiento repulsivo.
Y la mente atormentada en las visiones,
Los sentires de un cuerpo muerto,
La dejadez que evoca el desconsuelo,
Reprime silenciosa tan malsanas transiciones.
Y agudizan estalactitas de escarcha,
En negruscas cuevas en lo profundo del alma,
Que apuñalan congelando,
Mientras regurgitan sentimientos
Y la soledad se vuelve tundra,
Incolora, inerte tumba de inadvertidos años.
El cielo gris-oscuro, llano insípido que nunca cambia,
La basta lejanía que una vez fuese interminable,
Que una vez escondió misterio y parió los sueños,
Vuelta nada, una inmensidad estrecha,
Un claustro, prisión inexpugnable.
Y en aquel encierro de tortuosa frigidez,
Se bate el alma deshecha, envejecida,
Sus alas truncas recuerdan las tenazas violentadas,
Que mutilaron sus puntas.
En el carnoso y pútrido cementerio que cavila nada,
Ese cuerpo que fue hombre
Y hoy es tumba de corduras.
Sus troneras oculares que observan la llanura,
Que miran la grisácea jungla
Y ve pasar sombras raudas, insonoras,
Mientras se desplaza en sentidos diversos
Y los astros que nada evocan,
Como imagen detenida,
un paraje en blanco y negro incomprensible.
Sórdido universo alterno,
Silenciosos derredores fugaces que se mueven
En la quietud ignota de la resignación.
Todo es niebla que empaña y desfigura,
Es la soledad acostumbrada,
Lo único existente conocido,
Una etérea musa, amante inicua,
Compañera en las charlas de la pluma,
Puñal de plata sobre las blancas hojas,
Que van arando iletrado sembradío,
Con despojos de alma en caracteres desangrados.

Así se siente lo insensible, lo que el analfabeto lee,
Lo que escucha el sordo y ve el ciego.
Es vacío, realidad insulsa que empalaga,
Que acostumbra y reduce a sombras,
A umbroso rincones, al silencio...
Es lo que mi sangre tiñe en estas líneas,
Donde no hay suicidio,
Donde hace mucho las redacta un muerto....

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Que intenso, belzebu, que maravilla. Este poema parece reflejar un torbellino de emociones que tienes muy dentro de ti. La verdad, a mi me encanto, y he leido muchos de tus poemas, y puedo decir que eres uno de mis favoritos. Sigue asi.

 

gracias por pasar Jcmch... tenia un poco descuidado este rincon que tanto me brindo, pero estoy tratando de volver a publicar con la misma intensidad con la que solia, es bueno saber que hay quienes le gustan mis escritos... un placer tenerte por aqui... saludos....