Soles

"Como eres flor de chincherkoma, hermosa mía,
en mi frente y en mi corazón te llevaré..."
(Poesía quechua)
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Chuncay se ha descubierto en el espejo de aguas y se ha visto distinta... Cierta alegre inquietud ondula por su cuerpo y sus ojos derraman transparentes estrellas.
Las compañeras evitan su presencia desde hace algún tiempo, pero ha escuchado el murmullo de sus voces apagadas por las galerías, y la sacerdotisa ha anudado varias hebras de colores en secreto.
Ella sabe (que las otras saben) que el extranjero se ha detenido un largo rato bajo su ventana chispeante de luciérnagas y sabe, también, que ha aprendido su lengua en el palacio del Inca.
A Chuncay le han prohibido mirar a los hombres y le han alojado en el Cuzco desde muy niña, pues ha sido elegida por su hermosura para el culto del sol.
Vive recluida, en comunidad silenciosa con muchas doncellas y un solo destino: iniciarse en los ritos que la instruyan para las festividades religiosas como todas las mujeres consagradas al ceremonial.
Pero, desde hace pocos meses, la irrupción de los forasteros de trajes exóticos ha conmovido la serenidad de la fortaleza que guardan celosamente las montañas.
La sacerdotisa está preocupada, enciende sahumerios por todas partes y no les permite salir de sus celdas, aunque es demasiado tarde...
Entre las llamas de los vivaques, Chuncay, ha reconocido al joven de la cabeza con sortijas de oro y un escalofrío le ha recorrido todo el cuerpo. Un alfanje estelar les ha protegido en los anocheceres muchas veces y el lucero de las alboradas ha espiado sus despedidas.
Y ahora, le sucede esto que Chuncay no puede disimular bajo los pliegues de la túnica que se agloba sobre su vientre combado. Sonríe, suelta sus negras trenzas y se perfuma con flores de chincherkoma que prende a sus cabellos. En su nuca destellan claras chispas de luna como en todo su cuerpo, que se distiende, jubiloso, ante el vigor del primer fruto de la tierra de Inti y el sol ardiente de Castilla con lejanos fulgores visigóticos.​

 

¡Qué manera tan hermosa de contar esta fábula/leyenda, Maygemay!

Con muy alta prosa poética has descrito un bellísimo romance que unió ambos lados del atlántico en aquellos lejanos tiempos de la cruz y la espada. Afortunadamente en este cuento encantador no hay derramamientos de sangre sino una inflamación amorosa que da origen al mestizaje.

Preciosa metáfora, amiga poeta.

Mi felicitación por este relato que me ha gustado mucho.

Un cordial saludo.

 

Te agradezco, Juan Ramón, tu grata visita y el bello mensaje que le dedicas a esta narración.
Saludos cordiales

 

Muy hermoso, delicado y preciso en la escritura. No me sobra nada. Así es como la vida se abre paso y trastoca los planes de los hombres. Un placer leerte.

Saludos

Ángel

 

Así es en el pasado y en el presente que tú remontas en el último relato que nos ofreces.
Muchas gracias, Recently