Son al tipo del espejo.

Alelado le hago un guiño
al espectro del espejo,
ese que parece un viejo
por su vital desaliño;
ese ser barbilampiño,
estropeado y caduco,
al que ya le falla el truco
de volver a ser un niño.

Miro el ayer en su enojo,
miro el perfil de su boca,
miro cuando me provoca
remirarlo de reojo.
De pronto miedo y sonrojo
que el espejo trueca en pena;
de pronto el tiempo condena,
de pronto paja y rastrojo.

Su pelo ya en retroceso
hace más amplia su frente,
su mirada inconsistente,
como perdida ex profeso;
su nariz de trazo grueso,
sus cejas altas, marcadas,
parecen dos puñaladas
sin estilo ni embeleso.

Su cuello fino, elegante,
-como si de mujer fuera-
sostiene su calavera
levantada y vigilante.
Resulta raro y chocante,
a una edad tan respetable,
que su piel siga impecable,
sin una arruga importante.

¿Dónde ese viejo que veo?
¿dónde el anciano caído?
¿dónde habita el malherido
víctima de tal saqueo?
En medio de un lloriqueo,
-aunque a ti mortal te asombre-,
frente a mí tan sólo un hombre:
Soy yo mismo. Me mareo.

 

Hola, con este son, aprendimos algo de tu apariencia física, del espectro que se mira al espejo y no ve nada viejo. Saludos y estrellas
¡SONRIE

 

Gracias mujerbonita. Menos mal que sólo sabéis de mí por mis versos. Físicamente: alelado sin estilo ni embeleso. Saludos para ti y gracias por tus estrellas.