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Sonata santa

Tema en 'Poemas Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por esteban7094, 10 de Junio de 2015. Respuestas: 1 | Visitas: 498

  1. esteban7094

    esteban7094 Poeta recién llegado

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    Hombre



    ¡No soy Jesús, pero también soy Cristo!

    No soy el hombre dolor, pero he sangrado.

    Darío Lemos

    Adagio


    Y sintieron

    Como si lo que heredamos fuera mucho o fuera poco,

    Como si lo que heredamos no hubiera cabido en su pupila.

    Somos

    Su antigua tristeza, su viejo desbordamiento que fluía,

    En fieros torrentes, por nuestras venas sinuosas y dilatadas.

    Aún sienten

    En su dolorida existencia nuestra marcha hacia lo ignoto,

    Hacia lo negro -¡graves ansias!- -¡graves augurios!-

    Y llegaron

    Como miel los primeros crepúsculos de gusanos, las dalias del vicio,

    Los primeros besos de ceniza y alquitrán. -¡y la danza de las putas!-

    Berenice

    Que los atrapaba con sus grades piernas mientras nosotros, entre humo

    De opio, nos lanzábamos en la búsqueda de ese lado oscuro

    Del hombre

    Que nunca se verá desde las cárceles húmedas de la moral…

    El amor a lo ininteligible, ese que deliciosamente se nos ofrece

    En una cloaca

    O en una fosa común, es el fuego denegrido que calcina los ojos

    Vacuos, los ojos que tan sólo columbran sombras; este es el fuego que arde en el poeta.



    Presto


    ¡La luna negra

    Y el sol rojo! ¡Cólera! ¡Cólera! Se cayeron las estrellas de tanto

    Palpar el mismo seno yerto: la hiel undívaga de la noche.

    Y el lamento

    Se hizo carga pesada, se hizo mundo grande, -¡ay, ay, ay!-

    Se hizo cáncer, alimaña, bestia que ruge después de llorar.

    Los mejores frutos,

    Los más dulces, los más hondos en la carne tierna, son los que

    Brotan de los árboles más torcidos, de las espaldas más

    Tumefactas,

    De los pulmones talados por las ventiscas del vodka y el vino;

    Los más embriagantes son los que brotan de la torre encendida de Babel…

    Y el infinito

    Escuece en el padecimiento del forajido… ¡Cual ellos escaparon

    A través de nuestra fuga del convento de cristiana concentración!

    Abrazar

    Nuestras propias corrientes, sentir con orgullo la languidez, la maldición,

    El ala umbría de lo mórbido, escindir ese hórrido vicio sonámbulo

    Del mundo.

    Y el dolor, el mal iracundo; cómo sonaba en esas viejas ánforas vacías.

    Nosotros estamos tan llenos como ellas, tan vacuos, ¡que videncia!...

    El poeta

    En su vía dolorosa contempla las primeras vislumbres de lo idealizado.

    Sufre en terror silente, pero comprende que su agonía será una verdad

    Insurrecta.



    Lento


    Ya todos

    Somos uno, uno que no es ninguno o muchos o pocos o inmensidad;

    Somos uno fuera del tiempo u ocultos de él, ahogados en su reverso.

    La ponzoña,

    La carne, la alucinación del estiércol, el eterno salto a los abismos,

    La máscara del cadáver del amor, lo vil; ya todo, todo se va por allá

    Con la resaca.

    Ya no somos nosotros; pues estamos lejos, hundidos en eterna lejanía…

    Ya lo que queda es un trozo negro de locura, de enfermedad,

    De blasfemia;

    ¡Pero no somos nosotros!, lo que queda son residuos que ya no sienten;

    Muchos o pocos o inmensidad que ya no se sufren, ya no celebran

    A Berenice;

    Ya tan sólo esperan con las primeras ansias locas el palazo de la muerte,

    El beso materno, la caricia inmarcesible, el retorno de los astros caídos.

    ¡Y nosotros!,

    Nosotros todos extendidos, desorbitados en inimaginables lontananzas;

    Libertados de la noria, de la cadena y de la sinfonía de tinta lastimera.

    Nosotros

    De regreso al vientre fundamental, a la esencia, a lo perfecto;

    De regreso a aquello ignoto, ininteligible, a la madre innombrable…




    Coda


    Siempre anduvimos por ahí,

    Totalmente ciegos,

    Cantando al unísono

    Los paisajes que nadie ve…










    l. e. torres

    02/06/015
     
    #1
    A Acnamalas y Enriquez les gusta esto.
  2. Acnamalas

    Acnamalas Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Amalgama de sentimientos e imágenes tristes y esperpenticas como puede llegar a ser la vida y como finalmente es para unos la muerte.
    Grata lectura.
    Saludos y buen día.
     
    #2

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