Soneto a un pobre mártir

Soy ese caballero que, garboso,

el paso cede a damas y señores;

cometo sin pensar estos errores,

me dicen, belicosas, por pomposo.


En el bus me levanto y, presuroso,

mi asiento doy y olvido los dolores

en la espalda que nutren los furores

de mi fisio matándome en su foso.


En una encrucijada me contemplo:

¿Seguiré siendo fiel a mis principios?

¿Cambiaré por temor a la impostura?


No deseo ultrajar tan noble templo

ni en pasquines ser mártir de cilicios

blandidos por censoras con tonsura.

 

¡Ya superarás tus vicios
sin necesitar cilicios!

abrazo
J.

 

Fíjate que vicios,
mas bien servicios.

 

Hermoso soneto. Tal vez pasarás a ser de los que necesiten de la cortesía de los otros, espero que no pronto. Un gusto leerte.

 

Gracias por leerlo y por tu comentario.
Un abrazo

 

Bueno, aquí en México es más común que una mujer le ceda el asiento a una anciana o a una mujer embarazada a que lo hagan los hombres, es otra forma de machismo, ser descortés.

 

Bueno, vosotras sois mejores en todo, cada día lo tengo más claro.
Un abrazo

 

No somos mejores, somos más mártires, ja, ja.

 

Pobre mártir de la caridad... O de la cortesía, que ha pasado a ser una mala costumbre. Pero es más fácil volverse egoísta que generoso, es cuestión de aplicarse.
Pues si un día te encuentro en el autobús y me cedes el asiento, prometo no mirarte mal.

Saludos cordiales.

 

Cierto....

 

He dejado de ir en autobús...