Stupid-heces

Hay un cuarto ciertamente estrafalario por ahí,
un cuarto que crece, y mengua, y vuelve a crecer
descaradamente.
Un habitación de luces eucariotas, sin víctima,
es probable que devore las coloridas cócleas de la repisa,
sin gallina ni nada.

Hay un salón de juegos de pensar, sin mesa.

Hay una quimera entre las ratas de pasta,
de cartón piedra,
que se mueve y ronronea,
se desliza entre la patas de la cama
correteando a una paloma navaja.

Hay una pantalla que crece sin parar,
una ventana sin rejas,
chupando alquitrán de la nevera,
que me acerca a las manos la más escueta catarata de ideas
y me trae de cabeza.

Hay una guitarra de mierda,
que no me suena,
hay una cometa vieja,
una tetera con agua de borrajas
y en la probeta aún hay yerba sin machacar.

Hay una flauta de pan sin corteza
y dardos calientes que no llegan a la luna.

Hay...

Sí...

Recuerdo que había un libro,
uno de pata negra,
uno que casi todos conocen, pero ninguno comenta,
uno de cuentos de hadas puestas de setas y ginebra,
sin fresas con nata.

Es verdad..., hay una puerta,
una de chapa,
una que mengua, mengua, mengua
y no para de menguar.