Sueño amarte con los ojos abiertos

Predicador habla y la gente escucha;
su miedo y su dolor se transforman en odio
y aprenden a empuñarlo contra el tirano.
Uno o dos vendrán con nosotros.

Por la noche olvidamos quiénes somos,
nos disfrazamos de calaveras
y profanamos el campamento.
Y ofrecemos sacrificios
a los pies de Predicador.

Mañana
el tirano sabe que sigue perdiendo
pero a nosotros todavía nos duele.
Predicador limpia la sangre de nuestros corazones,
o tal vez solo escribe sus razones encima.

A veces no puedo evitar cerrar los ojos...

Tu imagen se acerca desde el pasado,
nuestras miradas se cruzan entre brumas,
nuestras manos se buscan
y el mundo desaparece cuando nos encontramos,
durante un instante, para siempre.

Parece que sonríes:
En el horizonte se encienden luces
y las canciones de los que se han ido
cruzan las ventanas abiertas.
Predicador y el tirano
hacen el amor.
Como tú y yo.

Mis labios se cierran en el vacío
cuando la ilusión se desvanece.
Cada día estoy más lejos,
cada día entras menos en mi sueño
y el amor se me muere en silencio.

Pronto pasaremos por tu casa;
veré a tus hijos y saludaré a tu amante.
Mientras hablamos,
a mi manera seré feliz,
sin decirte nada.
Y volverá a latirme un corazón de hombre.

A veces puedo dejar mis pensamientos en el aire
y parece que me respondes.
Como a un reflejo en el agua,
acaricio tu compañía
y casi me atrevo a rozar la realidad.
Puedo hablarte
y mis palabras
pueden llegar más lejos que las palabras de Predicador.
Pero debo guardar silencio si al abrir los ojos
descubro que me estabas escuchando realmente.

Algunos vivían detrás de la colina.
Explorador no dice nada,
pero el humo presagia.
Cuando buscan las cenizas de su gente
todos compartimos sus vidas rotas.
Predicador murmura consuelo y venganza.
Esta noche mataremos,
mataremos como nunca hemos matado.
Después recogeremos lo que quede de nosotros.

Hasta que Predicador descanse en paz.

A veces no puedo evitar cerrar los ojos
y sueño que Predicador no vino a buscarme
y tú y yo no llegamos a separarnos.

A veces no puedo evitar cerrar los ojos
y sueño que algún día
podré amarte con los ojos abiertos.


Álvaro del Prado

Este poema está rescatado del baúl de los recuerdos, de cuando no anotaba la fecha en que los terminaba. Sé que es de algún momento de 1995 por las circunsatnacias en que lo escribí y porque fue publicado en la revista que editaban unos compañeros de clase en el número 10, de noviembre de 1995. Sirva este comentario como homenaje a la labor de estos compañeros que mantuvieron la publicación de aquella 3208 durante los 5 años de carrera, revista informal, que acabó siendo casi puramente literaria y algunos nos expresábamos en ella. Todavía conservo la colección completa y siempre me recuerda esa etapa dorada de mi vida.

Sirva también de homenaje a quien dirigí estos versos, Arancha, que lo supo a su debido tiempo. (Esto enlaza mucho con el comentario que le he dejado a Marquelo en su "ternura y redención". Tiene que ver con mi redención, aunque tiempo después, quizá habría sido mejor no haberme redimido porque repetí errores).

El caso es que, aun siendo de hace tantos años, tiene cosas que me siguen gustando y cosas que sigo encontrando vigentes en mi vida emocional.

 

Profundo, sensible y emotivo amigo...
La expresión de tus versos conmueve... gracias por compartir...
Te abrazo con todo mi cariño...

 

Un poema de desamor que deja la marca de un pasado doloroso escrita en un presente que no olvida, me ha gustado pasar por tus emotivas letras, saludos cordiales.

 

Bueno, hay mucha valentía en el poema y en la declaración posterior, eso es merecedor de un aplauso. Con respecto al poema, bien logrado, me ha gustado, es abierto en el amor y, a la vez, es de aceptación del tiempo y las circunstancias. Por otro lado son historias cruzadas
paralelismos que se encuentran pero son antagónicos. El primero es interés y apetencias; y el segundo es pura esencia amorosa, revestido seguramente en 1995 de una juventud hérculea de nuestro amigo poeta Álvaro y de una joven y seguramente bella musa Arancha. Y para finalizar diré que los sentimientos del pasado o del futuro nunca tendrán caducidad. Felicitaciones por este poema por unas imágenes valiosas y, sobre todo, por hacernos partícipe de un idilio amoroso del pasado. Un fuerte abrazo.

 

Muchas gracias por la visita, escuchar y el comentario.

 

Realmente conservo esta historia con cariño y no llegó a ser dolorosa, a pesar de no cumplirse los anhelos. Fue una recuperación interna.
Gracias por la visita y el comentario.

 

Realmente la historia nunca llegó a idilio. La declaración fue al mismo tiempo despedida, aunque al menos recibí un luminoso "gracias" que me defendió mucha paz interior.

 

Me alegro de que te gustara, Mave.

 

El baúl de los recuerdos siempre tiene buenos poemas y vale la pena volver a sacarlos a que vean la luz. Buen poema, gracias por compartir, saludos cordiales

 

Maravilla espléndida de versos estupendos, creación magnífica.

 

Bellos versos.
Un placer leerte

 

Muy bien- Muy lindo el poema. es así. El instinto nos lleva. No hay razón en eso. No sé si es bueno no tener razón. A veces pienso que esa etapa de la juventud es mi peor etapa. Aunque si reviso. No se si hay una buena etapa. No sé por qué todos piensan que la mejor etapa es la juventud, el secundario o la niñez. Si son buenas. Yo siempre llego tarde a todo.

La etapa dorada: ¿cual es?

 

Preciosa excelencia de maravillosas letras divinas.

 

Y siempre es un placer recibir tu visita.

 

Me alegra que disfrutaras de la lectura.

 

En este caso la etapa dorada fue la de estudiante universitario, cuando por primera vez encontré personas realmente afines, un grupo en el que sentirme cómodo y relajado. Al mismo tiempo, una época en la que los desafíos estaban a mi alcance.

Pero no pretendo valorar que haya sido la mejor época. Las he tenido peores, desde luego, pero el propósito será siempre que la época dorada sea el presente. Hace unas semanas escuchaba compulsivamente "Those were the days" de Mary Hopkin ("aquellos fueron los tiempos" o "qué tiempo tan feliz" en su versión española). Llegué a la conclusión de que los tiempos tienen que ser estos, pero, claro, esto es como predicar contra el viento que deberíamos ser siempre felices, y no tengo recetas milagrosas. Al menos, uno puede intentar acariciar todo cuando esté a su alcance de auténtico valor y crear esos momentos que serán las nostalgias amables del futuro.

 

Casi, casi, ya se le echaba de menos...