Sueño de una noche de primavera

Ayer soñé conmigo
disfrutando la vida
por cada esquina o parque,
quitándome el abrigo
de ideas pasadas,
pensadas para que,
sin aviso, retumben los sentidos
y se desespere el equilibrio
de una vida pensada,
atrapada en espejismos
para que crea al destino
y no vea más allá de la nada.
Cayó como hoja muerta
asesinada por el capricho
del cruel otoño,
que por no poder desnudarla
la primavera es masacrada,
despojada de su ropa. Lo dicho,
vi desde el sueño
desterrar al conformismo
que ya no tiene sitio,
se acabó su licencia de caza,
voy a empezar a ser yo mismo,
a olvidar ciertos ritos
y romper la lanza
que me mantenía en guerra
conmigo mismo y los demás
de mi cuento
que habitan en la tierra.
Pasan las semanas
y el sol, por cierto
parece más brillante ahora,
la noche más clara
y los arboles tienen luz propia
como nacida de la horca
de una idea, que no da de altura
y se refugia en la coca.
Todo es diferente,
las manchas en las sabanas,
desquites de amor,
ahora son obras de arte
contempladas en las casas
como muestra de honor.
Las flores ya no se matan
ni se arrancan para el goce,
se dejan en su tierra, a su aire.
Ahora son ellas las que raptan
las miradas, los deseos y el roce.
Te dirán un te diré,
te regalarán su aroma
solo por dejarlas felices
en su mar de tierra.
A todo esto, la corona
ya no impide que seamos libres,
el rey se quedó sin reina
y vendió sus dominios
con pura tristeza
a la libertad y sus favores.
El poder es una cárcel
que sin tapujos mata la esperanza
de un mundo de librepensadores.
Ahora mi corcel,
trotando avanza
por las calles
mirando la cara de la gente
que parece como atrapada
sin la posibilidad de soñar,
como naufrago a su suerte,
tristes, vacías, llenas de de penas
con su idéntico andar.
Me desperté con calor
indignado con la situación
de volver a la realidad.
Haré de la vida mi sueño,
así que, por favor,
carpe diem en vena, perfección,
hágase tu voluntad...